"Mami, porque tengo miedo al dolor, la enfermera me pidió que mi hermano me mostrara cómo se hace", explicó Rita. "Mi hermano se sacó sangre por mí. Él siempre cuida de mí."
Ángela, conmovida, dijo: "Vosotros dos sois tan adorables y maduros, cada vez me gustáis más!"
"Mami, ¡también te queremos!" En los ojos brillantes de Rita, había una alegría desbordante.
El guardaespaldas, de pie a un lado, se rascó la cabeza: "Señorita Romero, ¿debería empezar a cocinar?"
Ángela: "¿No será demasiado para ti?"
Guardaespaldas, negando con la cabeza: "No es nada."
Dicho esto, el guardaespaldas se adentró en la cocina.
"Mami, ¡la comida que prepara el señor guardaespaldas es deliciosa!" Rita, agarrando la mano de Ángela, murmuró: "¿Por qué tío Mike no ha venido contigo?"
Ángela frunció un poco el ceño, "Tenía algo que hacer, por eso no volvimos juntos."
Su teléfono había permanecido apagado desde que Stuardo lo apagó.
¡Mike debe de estar muy preocupado por no haberla encontrado esta tarde!
Inmediatamente sacó su teléfono del bolso y lo encendió.
Al ver las llamadas perdidas de Mike, ella le devolvió la llamada.
Mike respondió de inmediato: "¡Ángela! La próxima vez que Stuardo te lleve, ¿podrías avisarme? ¿No te das cuenta de cuánto me preocupo por ti?"
Ángela, un poco avergonzada, cambió de tema: "¿Por qué te has peleado con Zoe otra vez?"
"¿Viste nuestra pelea?" Mike gruñó, "Le pregunté si Stuardo había invertido en Alexia, me dijo que no tenía ni idea, luego me dijo que dejara de meterme en asuntos que no son de mi incumbencia, que si su jefe invierte en Alexia o no, tiene sus razones... No soporto su actitud."
"No hay nada de qué pelear." Dijo Ángela, mirando hacia la cocina, "¿Quieres volver para cenar?"
"Tengo una cena esta noche", Mike cambió de tema, "¿No has oído el discurso de Alexia esta tarde?... ¡me hizo reír! Según ella, no abrió la empresa para ganar dinero, sino para salvar a todos los pobres... ¿Cree que es algo grande? ¡Claramente está tratando de engañar a la gente para que le den su dinero!"
Ángela escuchó su apasionado desahogo, con el ánimo relativamente tranquilo.
Después de regresar esa tarde, había pensado mucho.
Yolanda salió de la sala de estar y se detuvo frente a él.
"Stuardo, he venido hoy para ver cómo está Soley". Dijo Yolanda con una tranquila sonrisa en su rostro, "Está recuperándose bastante bien, deberías ser capaz de notarlo. Además, quería decirte que en un par de días me mudaré de la mansión vieja."
Stuardo: "Puedes seguir viviendo allí."
Yolanda, negando con la cabeza: "Eso no estaría bien. Iré a buscar una casa en los próximos días."
Stuardo: "¿No vas a seguir viviendo en la casa que te he proporcionado?"
"No. ¿Cómo me atrevería a vivir en tu casa después de tomar tanto de tu dinero? Buscaré una casa cerca de aquí para no interrumpir el tratamiento de Soley." Yolanda hizo una pausa, "Ya es tarde, no te molestaré más. Deberías ir a casa, Soley te está esperando."
La firme actitud de Yolanda esta vez, le cogió por sorpresa.
En su mente, apareció el rostro de Ángela.
Antes, Ángela también lo amaba, ¡pero cuando ella sugirió que se separaran, también fue tan firme!
Al pensar en todo esto, el frío en sus ojos se intensificaba.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor, Guerra&Mi Marido Vegetativo