Amor Malentendido por mi esposo cruel romance Capítulo 9

El interior del auto estaba silencioso. Yolanda estaba ansiosa y hablaba en voz alta. Clara pudo oír claramente la palabra "Claudio".

Recordaba el día en que recibió el informe de embarazo. Llena de esperanza, corrió hacia los brazos de Diego y exclamó —Diego, ¡vas a ser papá! ¡Estamos esperando un hijo! Ya he pensado en los nombres, si es una niña será Claudia López, si es un niño será Claudio López, tomados de nuestros nombres. ¿Te parece bien?

Deseaba haber oído mal, pero Diego no evitó su mirada. Respondió con determinación —Se llama Claudio López.

—¡Maldito!

Clara le abofeteó con la mano, y esta vez él no esquivó el golpe, recibió el golpe de lleno.

—¡Cómo puedes permitir que el hijo que tuviste con ella lleve el nombre de nuestro hijo!

El hijo era el último bastión de Clara. Sus lágrimas se rompieron como perlas. Como una loca, se lanzó hacia él. —Tú, demonio, ¿por qué el destino le arrebata la vida a mi bebé? ¿Por qué no eres tú el que murió?

Clara perdió la razón y empezó a golpear a Diego sin piedad. —¡Él no merece llevar ese nombre!

Diego agarró sus manos y al mismo tiempo instruyó a Lucas. —Llévanos a Residencia Marítima.

La emoción de Clara se intensificó. —Estamos a punto de llegar al Registro Civil. Si quieres irte, primero debemos divorciarnos.

—El niño tiene fiebre alta que no cede. Tengo que ir inmediatamente.

Clara exclamó enojada, —Mi padre está inconsciente en el hospital, y las enfermeras de cobranza me impiden entrar. ¿El hijo de Yolanda es más importante que mi padre? ¿La vida de mi padre no importa?

La frialdad en el rostro de Diego se intensificó al mencionar a Quirino. —¿Quirino Suárez merece ser comparado con mi Claudio?

Clara estaba tan enojada que intentó abalanzarse sobre él y golpearlo. Sin embargo, sus manos fueron detenidas y Diego le gritó furiosamente —Basta ya.

Clara miró cómo el coche giraba. Estaban a punto de llegar al Registro Civil.

Para evitar que ella siguiera resistiéndose, él la sujetó firmemente en sus brazos. Lo que una vez había sido un abrazo reconfortante ahora se convirtió en una prisión que la aprisionaba.

Su fuerza era superior, y Clara, debilitada, no pudo liberarse. Solo podía enfurecerse histéricamnte. —¿Amas tanto a Yolanda?

Diego parecía distraído y solo entonces, al abrazar a Clara, se dio cuenta de que había adelgazado mucho. Comparada con un año atrás, parecía una persona completamente diferente. Incluso a través de la ropa, podía sentir lo duro de sus huesos.

La flor delicada que alguna vez sostuvo en su palma estaba marchitándose. ¿Realmente era eso lo que quería?

Pero justo cuando comenzaba a cuestionarse, en su mente apareció la imagen de un cadáver desgarrador, y su mano alrededor de la cintura de Clara se apretó.

Cuando levantó la vista de nuevo, la angustia en sus ojos desapareció, dejando solo un frío interminable.

—Clara, ¿quieres intentar otra vez provocarme? ¿No te doy miedo que saque el tubo de oxígeno de Quirino Suárez ahora?

Clara agarró su ropa con fuerza, sus lágrimas empaparon su camisa.

A pesar de que había dicho que no permitiría que llorara, cada una de sus lágrimas era causada por él.

El aire en el coche estaba tan silencioso que casi se sentía asfixiante. Clara recuperó su calma, lo empujó y se sentó de manera seria.

Clara inhaló profundamente y habló —Tienes libertad para ir a ver a tu hijo, pero no puedes alterar nuestros planes por tu culpa. No necesitas preocuparte de que te persiga más. Este matrimonio ya está resuelto, incluso si no quieres divorciarte, ya está decidido. No tengo ganas de recoger basura.

Capítulo 9 1

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