Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 16

Vanesa estaba fuera de sí, como si sus entrañas estuvieran ardiendo.

Los dos se movían y se pegaban más violentamente y de repente sonaron pasos acercándose poco a poco. Al oírlos, Vanesa recuperó su cordura y se puso atónita:

«¡Hay gente que vendrá! ¿Nos encontrarán? ¡No...!»

Vanesa se puso tan nerviosa en un instante que agarró firmemente los hombros de Dylan como si le saltara el corazón de la boca.

Dylan levantó la vista y vio vagamente a las dos figuras no muy lejos a través del arbusto.

Viendo que la mujercita en sus abrazos estaba temblando por susto, Dylan dibujó más su sonrisa malcionsa.

La cara de Vanesa se puso pálida, y ella le lanzó una mirada a Dylan como si quisiera preguntarle qué haría al siguiente.

—No te pongas nerviosa —Dylan susurro en su oído.

Le gustaba acariciar a su conejita, pero le alegraba más jugar con ella.

Él se movió a propósito y la besó profundamente justoa antes de que gritara.

—A que es muy emocionante, ¿verdad? —Dylan se rio en voz baja.

«¡Y una mierda de emocionante!»

Vanesa tenía la boca tapada, de modo que solo le podía fulminar con la mirada para mostrar su disgusto.

Había intentado morder su mano, pero falló en el intento, pero esto excitó aún más a Dylan, quien quería seguir jugando hasta verla llorar y oírla suplicar con esa dulce voz…

—Están acercándose, adivina si nos van a descubrir o no.

«¡Qué hombre enfermo!»

Vanesa sudaba por los nervios, porque tenía que soportar los movimientos malintencionados de Dylan al mismo tiempo que estaba muy preocupada por ser descubierta por otros.

Por fin, cuando Dylan apartó la mano, suplicó en voz baja:

Los gemidos de Melina resonaron junto con los movimientos salvajes de Orlando en el jardín silencioso.

—¿Cómo sientes al ver en directo la traición de tu marido? —Dylan le murmuró aposta.

—No sería la primera vez —se burló Vanesa.

Ella estaba avergonzada y nerviosa, pero ya no le importaba nada ahora. El matrimonio con Orlando no fue más que una ilusión pasajera y ella ya no tenía que ser fiel a su supuesto marido.

—Tito, ¿puedes follarme mejor que Orlando?

Dylan se sorprendió de la franqueza de su conejita y dijo:

—Lo voy a intentar —Dylan se rio entre dientes y se movió con más violencia, tanto que sus músculos iban a salir de su camisa.

—Puedo hacer mucho más que Orlando. Mi amor, ¿me vas a dar alguna recompensa?

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