Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 180

Dio un paso adelante, la presión se intensificó.

Dylan se apretó contra Vanesa, confinándola en la esquina y amenazándola con su propio dominio mordaz. Inclinándose, sus finos labios presionaron su oreja.

—Vanesa, te espero en Ciudad Pacífica.

Después de decir esto, estiró descaradamente la lengua para burlarse del lóbulo de su oreja.

Vanesa temblaba de rabia, pero no podía hacer nada al respecto. Lo único que pudo hacer fue observar a Dylan mirándola con una mirada que podría haberla devorado.

Ella tenía más puntos blandos de los que podía contar.

Lo triste era que ella no pudo resistirse.

Tenía los ojos cerrados y sus gruesas pestañas temblaban frágilmente. Mientras la observaba, Dylan quería alcanzarla y sentir sus pestañas temblorosas en la palma de la mano.

—Promete no volver a aparecer delante de mi madre un día de estos, y cuando volvamos a Ciudad Pacífica, iré a verte.

Dylan salió de su encanto, la ternura de sus ojos se estrechó y fue sustituida por una mirada fría y oscura.

—Bien.

Como ella decidió que era una amenaza, lo fue.

Mientras ella volviera con él y se comportara y no volviera a mencionar la posibilidad de irse, a él no le importaba. ¿Y qué si fue malinterpretada? No le importó, ni siquiera para levantar una ceja.

Dylan se fue con una pizarra limpia.

Vanesa, sin embargo, parecía haber perdido las fuerzas, con el rostro pálido y tembloroso.

Volviendo al salón como si nada hubiera pasado, Vanesa levantó inconscientemente los labios en una sonrisa al ver a Mercedes.

—Mamá, has esperado mucho, ¿dónde está el señor Dylan?

Mercedes dejó la delicada taza de té en su mano y sonrió:

—El señor Dylan recibió una llamada telefónica y tuvo que salir de urgencia. ¿Cómo estás? ¿Estás cansada? Veo que no tienes buen aspecto.

—Está bien.

Vanesa sonrió con cierta rigidez y se sintió aliviada de que Mercedes no insistiera más en el tema.

Madre e hija pasaron una semana entera en Dorencia, y sólo cuando el nuevo proyecto energético estaba a punto de finalizar, Vanesa decidió volver con Mercedes.

Cuando regresó, Mercedes dijo que compraría una casa aquí cuando volviera a Dorencia. Vendría y se quedaría aquí unos meses para disfrutar de los pájaros y las flores y del ritmo lento.

Vanesa estaba llena de promesas y también pensaba que sería bonito vivir en Dorencia.

—¿Acabas de volver sin tomarte un descanso de la oficina?

Mercedes miró a Vanesa con angustia y refunfuñó descontenta.

—Está bien, no estoy cansada. Tú descansa primero, yo iré a la oficina.

Vanesa tranquilizó a Mercedes durante un rato y la vio empezar a ordenar las cosas que había traído de Dorencia antes de marcharse.

Desde luego, no iba a ir al Grupo Cazalla, sino a Dylan.

Ahora que se había visto obligada a tomar una decisión, no debería retrasarla. De todos modos, ella era sólo un peón con el que se jugaba, sin poder elegir la vida que quería, así que para qué luchar con él.

Lo único que pide era que todo eso se pudiera ocultar de forma segura a Mercedes hasta que Dylan se sueltara de verdad.

De pie frente a la puerta de la villa de Dylan, Vanesa no necesitaba llamar y podía entrar directamente.

El sistema de Gordi tenía su información, lo que equivalía a que sea medio propietario de la villa.

Ella sabía que Dylan estaba dentro.

Sólo después de sin encontrar a nadie, Vanesa frunció el ceño, descontenta por su ausencia cuando sabía que iba a venir.

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