Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 187

En la villa.

Melina se quedó mirando las fotos que el desconocido le había enviado, con los ojos manchados de odio y celos, rojos y aterradores.

Eran fotos de Orlando llevando a Felicia a cenar, al cine y a la cama. Una tras otra, tan claras que incluso las imágenes ordinarias parecían muy íntimas y amorosas.

Mordiendo su labio con tanta fuerza que la sangre goteaba en su boca, Melina actuó como si no sintiera el dolor.

Los ojos eran feroces y aterradores.

—Nunca me puedes quitar el título de la esposa de Orlando, es mío, sólo mío. Ni Vanesa ni tú, ¡no permitiré que me robes a Orlando! —murmuró Melina con una expresión sombría, mirando la foto con rencor en los ojos.

***

Por la mañana temprano, en el hotel.

Orlando todavía estaba dormido cuando lo despertó una bofetada. Su rostro se puso sombrío y aterrador y abrió sus ojos ferozmente.

Felicia se quedó desconcertada por su mirada asesina, pero rápidamente recuperó su actitud arrogante y alta y le mandó a Orlando:

—¿Por qué me miras con tanta ferocidad? Ya es tarde y me muero de hambre, ve a comprarme el desayuno.

Felicia ordenó de forma autoritaria, tratando a Orlando como su esclavo.

Orlando ya estaba molesta por haber despertado tan temprano. Apenas podía contener su ira, pensando que la había aguantado tanto tiempo, y no podía dejarlo a medias sin ver ningún beneficio, así que tuvo que contener su ira por el momento de todos modos.

—¿Qué te gustaría comer?

—Arroz con huevo en la tienda del oeste de la ciudad. Date prisa, ya tengo mucha hambre ya.

La cara de Orlando se puso más fea, tardaría una hora desde aquí hasta el este de la ciudad y ella lo estaba mandando de esta manera sólo por el desayuno.

—Vete ya, ¿a qué esperas?

Felicia miró a Orlando con desagrado y este le devolvió una sonrisa rígida:

—Mira, haré que mi guardia vaya a comprarlo, eso será más rápido.

—No, tienes que ir tú mismo, personalmente. Eres mi novio y serás mi marido en el futuro, así que debes mimarme tanto que puedas.

Felicia levantó la barbilla con arrogancia e instruyó a Orlando sin piedad.

El hombre apenas pudo soportarlo y apretó los puños:

—Bien, voy ahora mismo.

Finalmente, Orlando cedió. Ya se había avergonzado frente a Vanesa la noche anterior, y no quería que tantos esfuerzos se quedaran en vano. Por lo menos, tendría que apropiarse del Grupo Moya, convertirse en el presidente del Grupo Moya, con la intención de mostrar a Vanesa su competencia y su atractivo.

Sin embargo, para cuando Orlando había reprimido su ira y comprado el arroz de huevo para ella, Felicia ya terminó su desayuno, quien se quejaba de que era demasiado lento sin cesar.

—Ya no quiero comer más —dijo Felicia con una expresión despreocupada, sin ver el enfado que Orlando estaba conteniendo.

—Pues te llevo de vuelta.

—No, hoy me voy de compras, y tú ven conmigo.

Felicia se negó sin pensarlo, el último bolso que había visto el otro día acababa de llegar y tenía que darse prisa en comprarlo antes de que otra mujer lo consiguiera. Con la compañía de Orlando, podría comprar más de sus cosas favoritas.

—Tengo que ir a la oficina, todavía hay mucho que hacer —rechazó Orlando, conteniendo su ira.

Tenía miedo de que si se quedaba más tiempo con Felicia, no podría resistirse a estrangularla.

Pensaba que con la excusa del trabajo, Felicia le dejaría ir, pero Felicia le hizo una mueca de desprecio.

Se rió y dijo:

—Mientras el Grupo Moya no participe en el nuevo proyecto de energía, no tendrás nada que hacer en la empresa. ¡No intentes usar el trabajo como la excusa!

—No, aparte del nuevo proyecto , tengo otras cosas entre manos...

—Es que no quieres ir de compras conmigo, ¡por qué busques tantas excusas! —Felicia se quejó descontenta y amenazó.

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