Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 189

El salón privado no estaba lejos del baño, y como se trataba de un restaurante de clase alta, todos los invitados que entraban y salían eran particularmente VIP de alta calidad y connotación. Había camareros exquisitamente vestidos vigilando cada pocos pasos, y los invitados se inclinaban y hacían una reverencia con una sonrisa estándar al pasar.

Felicia disfrutó de esta sensación.

Justo después de entrar en el baño, salió una mujer.

La mujer llevaba gafas de sol y se movía con la elegancia de una noble distinguida. Pero nadie conocía las horribles cicatrices y magulladuras que cubrían su pálida piel bajo la ropa.

Esta mujer no era otra que Melina.

Se había escabullido, llena de la obsesión de destruir a Felicia, y casi se estaba volviendo loca. Fuera de su mente, así que no le importó aunque sabía que su fácil escape era una trampa.

¡Todo lo que quería era encontrar a Felicia y destruirla!

Su rostro se había grabado en el corazón de Melina en cuanto vio la foto. Podía reconocer su rostro por su amargo odio.

Paso a paso, el corazón de Melina revoloteaba de emoción al pensar que pronto el rostro de Felicia, que había seducido a Orlando, quedaría destruido y ya no podría robarle a Orlando.

Su mano se dirigió inconscientemente a su bolso y agarró la botella que había dentro.

No contenía mucho líquido, pero sería suficiente para arruinar la cara de Felicia.

Un frío destello de espeluznante crueldad apareció en los ojos bajo sus gafas de sol y los latidos del corazón de Melina siguieron acelerándose.

La incontenible emoción que sentía le hacía temblar las manos.

Estaba emocionada.

Excitada sin control porque iba a destruir a Felicia. O más bien, era toda la oscuridad que había acechado en su interior, bajo el dolor y la represión de sus largos abusos sexuales, la que se liberaría hoy, y por eso estaba tan ansiosa por destruir a Felicia.

El sonido del agua ahogó los pasos de Melina, que entró en el cuarto de baño como si no hubiera pasado nada y vislumbró a Felicia, que se estaba lavando las manos.

En ese instante, el odio en los ojos de Melina se elevó.

¡Rápido, arruina su cara!

Una voz en su cabeza gritó frenéticamente, desgarrando la cordura de Melina. Conteniendo la excitación de su cuerpo, fingió acercarse a Felicia sin pensarlo y luego la golpeó con fuerza.

—¡Ah!

Felicia casi tropezó y se giró con disgusto, mirando con dureza a Melina.

—¿Cómo caminas? ¿Por qué eres tan descuidado? Si me acabas de caer, ¿puedes pagar por ello?

La mujer que tenía delante era más guapa que ella, incluso con las gafas de sol puestas, y Felicia ya estaba enfadada.

—Oye, te estoy hablando, ¿no me oyes?

Melina mantuvo la cabeza baja, con las manos en los bolsillos apretando la pequeña botella.

Sus oídos se llenaron con las preguntas desdeñosas y despectivas de Felicia, y nadie vio que sus ojos y su rostro estaban excitados.

La emoción de estar a punto de destruir a Felicia, de acabar con todo el dolor, de dejar salir todas las emociones oscuras.

—¿Eres sordo?

Felicia se irritó aún más cuando vio que la persona que tenía delante no le prestaba atención. Sin contemplaciones, alargó la mano y empujó a Melina con tanta fuerza que ésta retrocedió unos pasos antes de poder quedarse quieta.

—¡Loca! —dijo Felicia mirandola con dureza a Melina y levantando los pies para alejarse.

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