Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 201

Orlando se hizo lo más rápido posible un disfraz perfecto para la empresa que había conseguido de forma privada y, a través del director Lacasa, pudo involucrarse en el nuevo proyecto energético.

En cuanto al Grupo Moya... habiendo ofendido al Director Lacasa, ¡Era una tontería que Gerardo conseguiera un nuevo proyecto energético!

Tras recibir la respuesta definitiva de Orlando, Gerardo se enfadó tanto que rompió su bastón de cabeza de dragón.

—¿Fue el propio director Lacasa quien te lo dijo?

—Sí abuelo, él mismo lo dijo. Y yo también lo he visto, el lado del director Lacasa tiene la información de vigilancia. Abuelo, esta vez nos hemos descuidado. Nadie habría pensado que habría cámaras en un lugar tan oculto.

Gerardo también estaba medio cabreado.

Pensaba que había hecho un trabajo sin fisuras, pero no se dio cuenta de que había una gran y flagrante omisión.

Esto es algo muy mal, y todo sería gracias a Melina.

—¿Dónde está Melina? Encuéntrala por mí y quiero que No.13 le dé una lección.

Al no tener un lugar donde desahogar su ira, el enfado se dirigió naturalmente hacia Melina.

—Eso es lo que quiero decirte, abuelo—Orlando se mostró respetuoso—. He encontrado a Melina y la he enviado allí para calmarse al director Lacasa. Para apaciguar al director Lacasa, tuve que ir al Registro Civil a divorciarme de Melina.

—¡Tienes razón! Ya no podemos dejarnos arrastrar por esa perra. Arruinó la cara de Felicia y mereció caer en manos del director Lacasa, y nuestra familia no quiere volver a pagar por ella —dijo Gerardo con exasperación.

—Sí, iré a divorciarme de Melina ahora mismo.

—Regalé el proyecto de Bahía Nansa a Vanesa para que el Grupo Cazalla cediera, y ahora que el nuevo proyecto energético no existe, no podemos regalarla el proyecto de Bahía Nansa, que fue una gran inversión para nosotros, por nada. Así que busca la manera de hablar con el director Lacasa y dirigirlo hacia el Grupo Cazalla. Lo mejor es que el director Lacasa haga algo, y así podrás ayudar a Vanesa, y luego podrás recuperar el proyecto de Bahía Nansa.

Por supuesto, Gerardo estaba muy dispuesto a hacer un gran problema de uno pequeño cuando había un beneficio.

Pero ahora que el nuevo proyecto energético había desaparecido, la carne de la pata de la mosca se había convertido en algo importante para él, y por supuesto sentía el dolor de tener la carne en manos de otra persona.

La persona más hipócrita era Gerardo.

Orlando resopló fríamente en su corazón, pero deliberadamente mostró unos instantes de vergüenza en su rostro.

—El director Lacasa no es tonto, debe haber investigado la relación de Melina con Vanesa y sabe lo que pasa entre ellas. Me temo que es un poco difícil tratar de desviar el problema.

—Por eso te pido que lo hicieras.

Gerardo estrechó los ojos y parecía especialmente confiado con Orlando.

—Orlando, eres el futuro heredero del Grupo Moya. El mundo de los negocios es un lugar peligroso y debes aprender a utilizar todos los recursos a tu disposición. Esto será un reto para ti, pero también será una buena mejora. Si lo haces bien, seguro que te beneficiarás mucho en el futuro.

«Je, es una manera muy grande de decirlo. Envolviendo toda su astucia y picardía en excusas plausibles, revelando su hipocresía. Qué asqueroso.»

Pensó Orlando burlonamente, pero su rostro era respetuoso y sumiso.

—Sí, trataré de hacerlo.

Al menos había una buena razón para ponerse en contacto con Vanesa, y además podía contarle a ésta las intenciones de Gerardo y mejorar su imagen.

Hacía demasiado tiempo que no veía a Vanesa, y el corazón de Orlando hacía tiempo que se había hinchado de un anhelo incontrolable.

En el Grupo Cazalla.

—¿Los chicos del Grupo DS?

Vanesa frunció el ceño y miró a Enrique con expresión de desconcierto.

—Sí, es el mismo DS que ha estado en el candelero recientemente. Debido a una cooperación previa en ciertas áreas, la otra parte se ofreció a visitarnos esta vez y no me negué.

—Lo tengo —Vanesa asintió y dijo.

Había estado tan ocupada últimamente, y lidiando con Dylan, que sintió que se estaba quedando sin energía.

—¿Cuándo vienen los de la DS?

Enrique miró su reloj de pulsera:

—Faltan unos minutos, ¿quieres esperar antes en el salón?

—Vamos.

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