«No quiero que Vanesa me cuida.»
Las palabras casi salen de su boca, pero Brisa se las tragó.
Esta era una buena oportunidad para vengarse de Vanesa, se dijo a sí misma.
«Dylan le había pedido que ella me cuidara de todos modos, y de hecho era su culpa que yo estuviera enfermo, así que aunque le hiciera pasar un mal rato, sería justificable, ¿no? Bueno, cómo iba a dejar pasar una oportunidad tan grande de venganza.»
Brisa pensó con suficiencia en su mente y, mostrando poca reticencia, aceptó a regañadientes.
—Ya que eres tú quien lo ha dicho, bien.
—Buena chica.
—Tengo sueño, subirás conmigo a la cama.
Brisa quiere que Vanesa vea su lugar en el corazón de Dylan y que Vanesa sepa que ella misma no tiene ningún lugar en el corazón de Dylan. El Dylan es suyo y estará a su lado pase lo que pase.
—Sigues siendo como una niña pequeña.
—Entonces, ¿te vas a quedar conmigo o no?
preguntó Brisa con un mohín de descontento y una mueca.
—Por supuesto que tengo que obedecer la petición de nuestra niña. Vamos, arriba a la cama.
Dijo Dylan con una mirada cariñosa y dejó que Brisa subiera las escaleras. Los dos trabajaban tan bien juntos que parecían olvidarse de la presencia de Vanesa.
Brisa lo habrá hecho a propósito, Dylan en cambio no sabe con qué ánimo.
Por supuesto, esto no le importaba en absoluto a Vanesa.
Se sintió tranquilamente aliviada al verlos partir. Vanesa fue directamente a la habitación de invitados de la planta baja, limpió ella misma la habitación, hizo las sábanas y el edredón y se lavó para ir a la cama.
Le da igual que Dylan y Brisa duerman en la misma cama por la noche o por separado.
—Hermano Dylan, ¿realmente trajiste a Vanesa aquí para que se disculpara conmigo?
Preguntó Brisa con un mohín y un agarre algo infeliz de la mano de Dylan.
—Por supuesto, por qué si no la habría traído de vuelta.
«¡Quién sabe lo que estás tramando!»
Brisa pensó para sí misma, con un rostro cada vez más desencajado.
—Hermano Dylan, ¿cuál es exactamente tu relación con Vanesa? La vi en la cocina haciéndote el desayuno tan temprano en mi primer día de vuelta a casa, ¿tenéis una relación?
—Los niños deben mantenerse al margen de los asuntos de los adultos.
Dylan sonrió, pero no respondió a la pregunta de Brisa. Alargando la mano y frotando su cabeza, le dijo con cariño.
—Bueno, se hace tarde, vete a la cama.
—No, quiero que el hermano Dylan se quede conmigo antes de dormir.
Brisa tampoco, levanta las sábanas y hace un gesto para que Dylan suba.
—Tonta, has crecido.
—Como sea, todavía estoy enfermo y necesito al hermano Dylan para quedarme. De lo contrario.. o no dormiré.
Brisa es caprichosa y temperamental.
Dylan no tuvo más remedio que comprometerse con ella.
—Está bien, dormiré contigo. Pero tú te arropas y yo voy a buscar otro edredón.
—Bien. Entonces, hermano, date prisa.
—No, no bajaré hasta que me lleves.
—¿Por qué te has vuelto tan caprichosa de repente?
—Porque estoy enferma, y los enfermos tienen derecho a ser caprichosos. Dylan, bájate y cárgame.
—Realmente no hay nada que puedas hacer al respecto.
El tono cariñoso e indulgente de Dylan es algo que Vanesa escucha cada vez más a menudo tras la aparición de Brisa. Como resultado, se hace más consciente de que el enfoque cariñoso y gentil de Dylan hacia ella en el pasado no era más que un disfraz y un medio para lograr un fin.
Podía hacer que cualquier mujer se hundiera en sus tiernos mimos si quería, pero él mismo se mantenía distante como un espectador.
En el corazón de Dylan, la única mujer que es especial es Brisa.
Vanesa curvó los labios en señal de autodesprecio cuando sus dedos tocaron accidentalmente el borde de la sartén, y el ardiente dolor le devolvió el sentido.
Sólo que Dylan ya había bajado con Brisa a cuestas.
—Oye, Vanesa se ha levantado muy temprano para hacer el desayuno.
—Ha venido a cuidarte, así que por supuesto tiene que levantarse temprano. Si no, qué sentido tiene hablar de cuidar cuando te levantas más tarde que tú.
Dijo Dylan sin ningún reparo.
Llevó a Brisa al comedor y se sentó. En la distancia, Vanesa escuchó la voz de Dylan.
—Siéntate y espera a que Vanesa te traiga el desayuno, y si hay algo que no te guste luego deja que te lo vuelva a hacer. No te hagas el remolón sólo porque te sirva, ¿vale?
—Entendido.
Brisa estaba de acuerdo de buena gana.
«¿Ser atendida por mí es una agravio para Brisa?»
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