Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 290

El anciano se alegró mucho al saber que su futura nieta política iba a cocinarle comida.

—Dile a Vanesa que me gusta todo lo que haga.

Vanesa curvó los labios divertida al poder escuchar la voz del anciano a mitad de frase a través del teléfono de Benjamín. Le gustaba la familia Tassis porque todos eran amables y accesibles.

—Lo sé.

Colgó el teléfono y tuvo especial cuidado en pedir consejos a la familia sobre los platos adecuados para los ancianos y, con la orientación del chef, preparó una comida nutritiva y adecuada para el paciente y la llevó al hospital.

No se olvidó de Benjamín, que estaba en el hospital.

Cuando Vanesa bajó del coche con dos termos, vio a Benjamín de pie frente al hospital.

—El abuelo me instó a que me apresurara a bajar hace media hora, diciendo que temía que no fueras capaz de llevar demasiadas cosas tú sola.

Benjamín se adelantó y sonrió, cogiendo con naturalidad los dos termos que llevaba en la mano:

—Sube, el abuelo ha estado esperando.

—Había algo de tráfico en la carretera, así que hice esperar al abuelo —dijo Vanesa algo apenada, Benjamín se ocupó de tranquilizarla y de hablarle un rato sobre la salud del viejo. Pronto los dos llegaron a la sala y el anciano se alegró de ver a Vanesa.

—Delicioso, muy delicioso.

El anciano le daba los elogios mientras comía la comida preparada con tanto cariño por Vanesa.

Benjamín comía de forma diferente a él, pero le sabía igual de bien. Gracias al anciano, Benjamín pudo comer la comida de Vanesa y quedó muy satisfecho.

Vanesa se sintió avergonzada por sus cumplidos.

Tras la cena y una breve estancia en el hospital con el anciano, llegó la madre de Benjamín. En cuanto llegó, apuró a los dos jóvenes para que hicieran lo que tenían que hacer.

—No ha venido en coche, ¿verdad? Te llevaré a la oficina.

—Entonces te molestaré.

—¿De qué hablas? Has cocinado para el abuelo. El abuelo ha comido hoy más de lo habitual, su apetito parece bueno y está de buen humor. Así que sí, para mantener al abuelo de buen humor, tú, la futura nieta política, deberías venir a visitarlo al hospital más a menudo —dijo Benjamín en broma.

Las palabras «futura nieta política» fueron pronunciadas con tanta facilidad e imprudencia, aparentemente sin intención.

Aunque un poco avergonzada, Vanesa aceptó suavemente:

—Lo haré.

Ahora Benjamín estaba de mejor humor.

Sentía que se estaba metiendo en el corazón de Vanesa y que no estaba lejos el momento en que los dos corazones estuvieran cerca el uno del otro.

Después de dejar a Vanesa en la oficina, Benjamín se fue.

Vanesa fue al hospital durante los dos días siguientes para ver a su abuelo, y se sintió aliviada al ver que tenía mucho mejor aspecto. Un abuelo tan amable y cariñoso debería haber disfrutado de su vida unos años más.

Pero las cosas son imprevisibles.

La sala de conferencias del Grupo Cazalla.

Vanesa siempre llevaba el aura de su padre difunto inconscientemente en su cuerpo durante las reuniones, algo que había precipitado a lo largo de los años. La mujer conocía desde hace tiempo la gestión de la empresa.

El ritmo de toda la reunión fue controlado firmemente por ella.

En medio de la discusión, Vanesa no sabía qué le pasaba, pero de repente tuvo un mal presentimiento.

Frunció el ceño y su mano agarró inconscientemente su taza de café.

En ese momento, llamaron a la puerta de la sala de conferencias.

—Entra.

Como Benjamín estaba al lado de los dos, también lo oyó.

—Dígame, abuelo.

Vanesa estaba preocupada por la salud del anciano y sólo quería que terminara rápido y que el médico lo llevara en silla de ruedas para reanimarlo. En momentos así, el tiempo era igual a la vida.

—El mayor deseo del abuelo era tener pronto un bisnieto, y ahora parece que eso puede ser difícil de conseguir. Así que Vanesa, por favor cumple el último deseo del abuelo, ¿vale? Que el abuelo me alegre de ver que mi Benjamín se case contigo, ¿vale?

La mano marchita del anciano agarró con fuerza la de Vanesa.

Era el mayor deseo de un anciano en estado crítico, y cómo no iba a decir Vanesa que sí.

—Abuelo, yo ...

—Abuelo, ¿cómo puedes decir esas cosas en un momento así? Bueno, entra con el médico. No te preocupes por mí, tu propia salud es lo más importante.

Vanesa estaba a punto de decir que sí cuando Benjamín la interrumpió antes de que pudiera hacerlo.

Él sí quería estar con Vanesa, pero no quería forzarla de esta manera.

—Vanesa.

Al viejo no le importaba lo que pensara Benjamín, de todas formas sentía que los dos se sentía el uno para el otro, y por lo que el matrimonio entre los dos sólo era cuestión de tiempo.

Ante la expectación que había en los ojos del anciano, Vanesa no pudo más que asentir.

—Te lo prometo, abuelo, te lo prometo.

—Gracias, buena niña.

El anciano sonrió agradecido y estrechó la mano de Vanesa con firmeza: —Me alivio mucho que puedas decir eso.

—Bueno —Vanesa sonrió—. Así que date prisa y entra con el médico y luego intenta salir sana y salva. Todavía tienes que verme casada con Benjamín.

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