Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 345

—Señor, ¿a dónde va? —preguntó Mateo al ver a Dylan salir de su despacho y salió corriendo tras él. Recordó que había una reunión poco después, ¿se le había olvidado al señor?

—Al hospital.

—¿El hospital? —preguntó Mateo, que no respondió por un momento, desconcertado.

—Es hora de ir al hospital.

Si no iba, temía que Brisa hiciera algo más. Y ya que había conseguido su objetivo, tendría la amabilidad de ir a ver a Brisa, que le había hecho un gran favor.

—Pero tienes una reunión ...... en poco tiempo.

—Tú estás a cargo.

Con eso, Dylan entró en el ascensor y Mateo tuvo que ver como Dylan se iba.

Casi una hora después, Dylan llegó al hospital.

Primero llamó a los dos guardaespaldas que custodiaban a Brisa y les dio un aviso antes de llegar. Cuando llegó, los dos guardaespaldas llevaban mucho tiempo esperándole.

—¿Qué dijo el médico? —preguntó Dylan mientras cogía el historial médico que le había entregado su guardaespaldas y ojeaba las páginas.

—El médico dice que la muñeca de la Señorita Brisa se está curando bien y puede ser dada de alta.

—Entonces vete y vamos a salir del hospital —dijo Dylan mientras entregaba el historial médico. El otro hombre asintió con respeto.

Frente a ellos estaba la habitación de hospital de Brisa.

Dylan levantó la mano para desenroscar la cerradura y entró.

—¡Fuera!

Al oír la voz, Brisa, envuelta en la manta, coge una almohada y se la lanza sin mirar, gritando en tono irritable.

Después de esperar un momento y no escuchar el cierre de la puerta, Brisa se incorporó con la cara llena de ira.

—¡Te dije que te perdieras, no escuché... Dylan!

Al ver a Dylan de pie frente a ella, Brisa apenas pudo creer sus ojos por un momento. Miró a Dylan estupefacta y se olvidó de reaccionar.

—Parece que te has recuperado bien.

—¡Dylan!

Al oír la voz de Dylan, Brisa saltó de la cama como si algún interruptor se hubiera activado de golpe, levantando las mantas y abalanzándose hacia él con una mirada de éxtasis.

Cuando la mano de Brisa estaba a punto de tocarle, Dylan frunció el ceño e instintivamente se apartó.

—¿Dylan?

Brisa miró a Dylan con incredulidad, pensando que Dylan la había perdonado, así que intentó abalanzarse sobre él, sólo para que la rechazara.

Miró a Dylan con los ojos enrojecidos y una mirada dolida.

Brisa pensó que todo seguía igual que en el pasado, que podía seguir mimándose con Dylan impunemente mientras él apareciera.

—Vamos a hablar.

Dijo Dylan en un tono frío como si no viera los ojos rojos y la cara llena de agresividad de Brisa, y se acercó al sofá junto a ella y se sentó.

Brisa se mordió el labio, sintiendo vagamente que ya no era la princesita tan querida.

—Dylan.

Miró tímidamente a Dylan y dijo en un tono más agravado y con una expresión más resignada.

Sin embargo, Dylan no se inmutó.

En ese instante, el corazón de Brisa se hundió inmediatamente hasta el fondo.

—¿De qué quiere hablar Dylan? ¿Es por Vanesa, que siente que no me ha castigado lo suficiente esta vez? ¿Tengo que ir a disculparme con Vanesa yo mismo? ¿Ponerme de rodillas y rezar para que me perdone?

Brisa dijo esto en total juego, sin esperar que Dylan lo considerara seriamente.

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