Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 356

En el hospital.

Vanesa corrió jadeante hacia la puerta de la sala de reanimación, apoyando las manos en las rodillas y respirando con dificultad.

Había demasiada gente esperando el ascensor ahora mismo, y estaba tan ansiosa que había subido las escaleras directamente. Por suerte, el suelo de la sala de reanimación no era muy alto, de lo contrario no habría llegado tan rápido.

Al mirar la luz roja parpadeante, el corazón de Vanesa volvió a preocuparse.

Sólo cuando su respiración se calmó se enderezó y se sentó despeinada en el banco como una muñeca con el alma agotada. Con la mirada entumecida ante el cartel de «en cirugía», rezó una y otra vez para que Enrique estuviera a salvo.

El cielo parecía haber escuchado las plegarias de Vanesa.

Una hora después, las luces se apagaron fuera de la sala de reanimación.

Mirando al médico que salía, Vanesa se levantó y se acercó a él, preguntando:

—Doctor, ¿cómo va todo? ¿Está en peligro? ¿Es serio? ¿Dónde están las heridas?

—Desgraciadamente, aparte de la fractura de costillas, la pierna derecha del paciente es la única que reviste algo más de gravedad. La costilla estuvo a punto de perforar el lóbulo del pulmón, pero afortunadamente el paciente tuvo suerte.

—Es maravilloso, muchas gracias.

Vanesa dejó escapar un largo suspiro de alivio, era bueno que estuviera bien.

Miró con los ojos enrojecidos a Enrique, al que la enfermera había sacado, y casi lloró de alegría.

Al ver que lo llevaban a su habitación, Vanesa se molestó en llamar a Mercedes.

—Bueno, Enrique está bien, no tienes que preocuparte, mamá, descansa un poco. No volveré esta noche, me quedaré en el hospital. Bien, entonces puedes volver mañana. No debes tener prisa, cuida tu salud.

Sólo después de colgar el teléfono, Vanesa suspiró aliviada.

Volvió a mirar a Enrique en la habitación del hospital y esbozó una sonrisa agradecida y cansada.

—Enrique, por suerte estás bien —dijo Vanesa con inmensa gratitud.

—Señorita Vanesa.

Vanesa miró a los dos hombres de uniforme que tenía delante; antes había estado tan preocupada por Enrique que no se había preocupado por nada ni por nadie del mundo exterior. Probablemente ellos también lo sabían, y por eso hablaban ahora.

—Quiero saber qué pasó en el lugar del accidente, ustedes lo inspeccionaron, ¿qué pasaba en ese momento? —dijo Vanesa, frunciendo el ceño.

Si realmente fue obra de Orlando, no lo dejaría libre si tuviera una pizca de evidencia.

—Por los rastros en la escena, el señor Enrique es parcialmente responsable, aunque no del todo. Por supuesto, la mayor parte de la culpa es de la otra parte. El cansancio en la conducción provocó el accidente y, afortunadamente, ninguna de las partes tuvo demasiados problemas.

—¿Seguro que fue sólo un accidente?

Vanesa frunció el ceño, no se creía la conclusión que estaba dando esa gente.

—Sí. Hemos inspeccionado la escena y también hemos accedido a las imágenes de las cámaras de seguridad. También hay testimonio de... en todos los aspectos, por lo que fue un accidente.

—Ya veo.

Vanesa sabía que como decían eso significaba que realmente no podían encontrar nada sospechoso.

Al menos no con las habilidades de estas personas que estaban frente a ella, y no había nada que pudiera hacer al respecto aunque no lo aceptara.

No había nada que pudiera hacer.

Pensó Vanesa con frustración, las emociones negativas le llenaban el pecho.

Los dos agentes de tráfico se miraron, miraron a Vanesa y preguntaron.

—¿Tiene alguna otra pregunta que hacer?

Vanesa negó con la cabeza.

—Si no, lo siguiente es la indemnización y otras cuestiones. Primero me gustaría preguntar si va a demandar a la otra parte.

—No puedo tomar una decisión al respecto por el momento, así que dejaré que el paciente tome su propia decisión cuando se despierte.

—De acuerdo. Aquí tienes mi número, puedes llamarme cuando quieras si tienes alguna duda.

Cuando se hubieron ido, Vanesa se sentó con la cara llena de cansancio.

Apoyada en la pared y mirando a la puerta de la sala, la mente de Vanesa era un torbellino.

La venta de la empresa tuvo que quedar en suspenso debido al accidente de Enrique. Al fin y al cabo, Enrique era el único en el que podía confiar y era capaz de manejar la situación, y Dylan se habría dado cuenta si ella misma hubiera tomado medidas.

Parecía que tendría que esperar hasta que Enrique mejorara.

Si lo había soportado durante tanto tiempo, no había necesidad de apresurarse.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante