Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 410

Al día siguiente, cuando Mercedes se levantó para preparar el guiso para Dylan, vio que la olla ya tenía sopa y seguía dando vueltas. El olor aromático ya era evidente y obviamente llevaba poco tiempo cocinándose.

Debe haber sido el guiso de Vanesa.

El pensamiento de su hija trajo una nube de tristeza al rostro de Mercedes.

Ya habían salido de Ciudad Pacífica, pero no habían podido evitar el enredo con Dylan.

Aunque Mercedes tuviera todas las quejas y palabras del mundo, no podía interferir por el bien de su hija y de su nieto no nacido.

No importa.

Mercedes volvió a suspirar, con el rostro aún nublado por la tristeza, pero se movió con pulcritud para revisar la sopa en la cacerola.

La sopa se estaba cocinando a fuego lento y no tenía que preocuparse en absoluto.

—Mamá. ¿Estás despierta?

Vanesa volvió de fuera y sorprendentemente se sintió un poco débil al ver a Mercedes de pie en la cocina.

Sólo estaba haciendo sopa para Dylan, que le había salvado la vida.

Su propia hija, lo sabía, y Mercedes había comprendido todo eso al ver su expresión.

De hecho, pudo ver que Vanesa no era todo odio hacia Dylan. Es que la relación entre ambos había sido tan complicada en el pasado, con todas las frustraciones y malentendidos, que Vanesa no se había dado cuenta.

—¿No dije ayer que haría el guiso?

—De todas formas no tenía nada que hacer.

Y era cosa de Vanesa, cómo iba a hacer trabajar también a su madre.

—Vanesa, te apoyo sin importar lo que hagas. Pero quiero que pienses con claridad, soy demasiado viejo para estar contigo todo el tiempo. Un día, cuando yo también me haya ido, estaréis solos tú y tus hijos. Te queda un largo camino por recorrer y es difícil saber con qué te vas a encontrar, pero espero que seas lo suficientemente fuerte para superarlo.

El corazón de Vanesa se sintió un poco triste ante las palabras de Mercedes.

—Mamá, lo sé.

—Es bueno saberlo, es bueno saberlo.

Si podía, quería que su hija encontrara a alguien que la amara y permanecieran juntos. Así, si ella se fuera, su hija seguiría teniendo alguien a quien amar, alguien a quien cuidar y un hogar.

Madre e hija hablaron un rato y la sopa estaba casi hecha.

Josefina, que también se había levantado, fue a buscar un termo y ayudó a verter la sopa.

—Vanesa, ¿vas a ir al hospital? ¿Te acompaño?

—Está bien, tengo un conductor que me lleva.

Vanesa sonrió y se negó.

Josefina no insistió más y la acompañó a la salida de la posada, esperando a que el coche se fuera antes de regresar.

Anoche ya había recibido una llamada de Dylan diciéndole que su propia identidad había sido revelada, y Josefina estaba bastante aprensiva, pero se sintió aliviada al ver que la actitud de Vanesa hacia ella había permanecido igual después de la noche.

A Josefina le gustaba mucho estar aquí y le gustaba Vanesa, así que no quería irse en absoluto.

Dylan se despertó muy temprano.

Aunque todavía pálida, estaba de buen humor.

Está apoyado en su cama, mirando sombríamente a la puerta, como un colegial que espera la visita de sus padres.

Si Mateo estuviera aquí, estaría sorprendido por la aparición de Dylan.

Esto no era para nada como Dylan.

Vanesa vendrá hoy, ¿no?

Dylan no pudo evitar pensar, con el corazón lleno de expectación.

Finalmente, Vanesa llegó y Dylan no pudo dejar de sonreír.

—Vanesa, estás aquí.

Vanesa parecía desconcertada, su rostro era ilegible.

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