Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 95

Vanesa no tenía hambre, que no podía comer nada. Pero no quería que su madre se preocupara, así que se obligó a comer un poco sopa de arroz y algo más. Al ver la cara de alivio de su madre, Vanesa sonrió inconscientemente.

—Mamá, no te preocupes. Estoy bien.

—Bueno, anoche estuviste aquí toda la noche. Vuelve hoy y descansa un poco. Estoy aquí en el hospital, no tienes que preocuparte.

—¿Cómo puedo? Yo...

—Haz lo que te digo —Mercedes hizo una mueca seria y sujetó con fuerza la mano de Vanesa—. No dejes que mamá se preocupe por ti, ¿vale?

Al ver la súplica en los ojos de Mercedes, Vanesa no pudo soportar decepcionarla y tuvo que asentir con la cabeza.

—Bueno, vuelve ahora. Dúchate y descansa un poco. Te llamaré si pasa algo. No te preocupes demasiado.

—Me voy entonces. Cuídate, mamá. No te canses demasiado.

Vanesa no pudo resistirse a su madre y se fue.

Mercedes la acompañó hasta el ascensor y la vio entrar antes de darse la vuelta para marcharse. En cuanto se dio la vuelta, su cuerpo se tambaleó de repente y Limón, que estaba a su lado, se apresuró a ayudarla.

—Señora, usted ...

—Estoy bien —Mercedes hizo un gesto con la mano y advirtió al Limón—. No se lo digas a Vanesa, ya está bastante cansada mi niña.

—No se preocupe, señora. No se lo diré a la señorita. Pero también debe cuidarse. Si algo le pasara a su salud, la señorita ...

—Lo sé.

Al mencionar a Vanesa, los ojos de Mercedes se llenaban de lástimas y su tono se volvía más decidido.

¡Resistiría por el bien de su hija!

Aunque había prometido a su madre que iba a descansar, Vanesa no fue a casa, sino que condujo directamente al Grupo Cazalla. No estaba tranquila de estar fuera todo el día de ayer, especialmente porque el Grupo Cazalla estaba en medio de una crisis.

—Directora Vanesa, no se ve muy bien. ¿Por qué no está en casa descansando?

Enrique, al estar en el círculo íntimo de Felipe Callaza, por supuesto sabía que había sido salvado ayer. Al ver que Vanesa insistía en venir a la oficina a pesar de estar evidentemente tan cansada, no pudo evitar sentir simpatía por ella y preguntó con preocupación.

—Me encuentro bien.

Vanesa forzó una sonrisa y dio un gran paso hacia su despacho.

—¿Algún problema en la reunión de ayer?.

—No, puedo resolverlos todos. Directora Vanesa, realmente no tiene buen aspecto. Al menos descanse un rato, de verdad.

Sabiendo que Enrique también estaba preocupado por él, Vanesa no rechazó su amable oferta.

—Voy a descansar un rato y puedes venir después de dos horas.

Enrique observó a Vanesa entrar en el salón anexo al despacho. Luego se dio la vuelta para salir y cerrar suavemente la puerta.

Tumbada en la cama del salón, Vanesa no tenía ningún sueño.

Ella se dio vueltas en la cama.

No pudo resistirse a sacar su teléfono, como si temiera haberse perdido algo. Desbloqueó la pantalla, pero no había nada en ella. No había mensajes sin leer, ni llamadas perdidas.

«Huh.»

Vanesa esbozó una sonrisa burlona, sin saber lo que estaba esperando.

Era obvio que no debía, pero no podía evitar depender de ese hombre.

«¡Vanesa, eres una inútil! Dices que quieres alejarte de la familia Moya y cortar los lazos con ella, pero cuando estás vulnerable e indefensa, piensas en Dylan Moya, ¡la persona que pertenece a la familia Moya!»

«¡Qué ridículo!»

Vanesa cerró los ojos, con el rostro consternado y burlado.

Se obligó a no pensar en Dylan, y se obligó a cerrar los ojos a descansar. En momentos como éste, nunca podría echarse hacia atrás. No podía caerse. Nada podría salir mal.

—Deberías volver y descansar. Me quedaré con papá en el hospital

A Vanesa se le encogió el corazón, preocupada de que algo más pudiera ocurrir a la salud de su madre.

—Vale, yo volveré primero. Y no te quedes despierta toda la noche otra vez. Hay una cama de acompañante, y puedes dormirte en ella por la noche.

—Me cuidaré de mí misma, mama. Dáte prisa para ir a descansar.

Mercedes no dijo nada, sólo palmeó la mano de su hija con cariño y se fue con Limón.

En el ascensor, el rostro de Mercedes cambió bruscamente, se agachó y tosió violentamente.

—Cof, cof…

—Señora, ¿cómo está?

Limón la miró preocupado, con el ceño fruncido. La señora se encontraba mal desde la mañana, y había estado en el hospital todo el día sin descansar. Su cuerpo se derrumbaría rápidamente si continuaba así.

Si no fuera por el miedo a que la señorita Vanesa viera su verdadero estado, la señora Mercedes no habría accedido a volver tan rápido.

—Estoy bien —Mercedes se esforzó por respirar hondo unas cuantas veces para contener la asfixia que sentía en el pecho—. No se lo digas a Vanesa, ya está sufriendo bastante. No quiero preocuparla más.

—Pero... pero la señorita lo sabrá tarde o temprano.

—Al menos no ahora —el tono de Mercedes era firme.

—Felipe aún no está fuera de peligro. Si Vanesa sabe ahora que no estoy bien... Limón, por lo bien que te hemos tratado desde el pasado, por favor ayúdame a mantener esto en secreto por ahora y no se lo digas a Vanesa.

—Es usted muy amable, señora. No hace falta que me hable así —dijo el Limóncon inquietud, prometiendo con todo su corazón que nunca se lo diría a Vanesa, y Mercedes se tranquilizó entonces.

Una hora más tarde, los dos llegaron a casa.

Nada más entrar en el salón, vieron a Melina.

Cuando pensó en Vanesa, que estaba cuidando a Felipe en el hospital, y en Melina Cazalla, que tenía muy buen semblante y un rostro radiante, Mercedes sintió un desequilibrio en su corazón.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante