AMOR REBELDE romance Capítulo 6

Sonreír.

Saludar.

Volver a sonreír.

Elliot tenía ganas de cometer un genocidio en aquella boda. Al menos Kali podía seguir con su mala cara, porque el velo la ocultaba, pero él tenía que fingir ante cincuenta personas que toleraba aquello de alguna manera.

Cuando por fin el cura pronunció el detestable: «Los declaro marido y mujer», Elliot creyó que nada, absolutamente nada podría rebasar el desastre de esa noche… sin embargo estaba equivocado.

Se bebió un golpe el tercer trago de whisky y miró al fondo del vaso, como si allí hubiera alguna respuesta. A su alrededor la gente se movía, bailaba, conversaba, pero él se sentía como si estuviera entumecido.

Cerca del fondo del jardín, Kali volvía a discutir con su padre, y esta vez ¿por qué no? también con su madre. La mujer mayor pareció desesperarse finalmente y la tomó por un brazo, arrastrándola dentro de la casa mientras las hermanas de Kali la empujaban.

¡Aquello era un maldito infierno!

Una de las sirvientes de Sohan se acercó a él y Elliot lo miró con cara de pocos amigos.

—Señor, ya debe prepararse para la prueba, en unos minutos la señora estará lista —susurró mirando al suelo y Elliot respondió con un gruñido.

La vio retirarse, girar sobre sus pasos y acercarse a su hermana Valeria. No supo qué le dijo la mujer, pero vio que Valeria se ponía colorada y negaba furiosamente antes de darle la espalda.

A Elliot le llamó la atención la figura sombría de su hermana. Tomó un par de copas de champaña de un camarero que pasaba, y la siguió hasta el extremo del jardín.

—¿Muñeca, estás bien? —preguntó viendo que su rostro se había ensombrecido.

—¡No puedo esperar a que sea mañana para largarme de aquí! —exclamó Valeria—. No debí haber venido.

Elliot suspiró y le entregó la copa.

—Yo me siento exactamente igual. Acabo de arruinar mi vida, y la verdad esto parece que no tiene fin.

Valeria lo miró interrogante.

—Pues ahora tengo que pasar no sé qué m*****a prueba… esto es asco, esta gente tienen ceremonias hasta para peinarse —gruñó y Valeria bajó su copa de champaña de un solo trago.

—Ya lo sé, vinieron a invitarme. ¡Qué cabr…! —Se aguantó la palabrota antes de ofender más a aquella gente, pero Elliot se sorprendió de verla tan alterada.

—¿A invitarte? ¿A ti? ¿Cómo por qué…?

Valeria suspiró y negó cruzándose de brazos.

—La prueba no es para ti, es para ella —bufó—. ¡Es una cosa obsoleta, denigrante… horrible, que les hacen aquí a las mujeres! Una prueba de virginidad.

Elliot sintió la bilis subirle a la garganta y se bebió su champaña de un tirón.

—¿Y eso qué m****a es? —gruñó.

—Pues… llevan a la novia a la habitación… otras mujer la llevan y… la desnudan, y la revisan para que no tenga nada con qué cortarse y fingir la sangre de la virginidad —dijo Valeria sin mirarlo—. ¡Es tan humillante! Pensé que en las familias con más educación ya no se hacía eso…

—Pero no entiendo, ella… ella ya no es virgen —replicó Elliot.

—No creo que su padre se lo haya dicho a nadie. Debe estar esperando que se las arregle como pueda —escupió Valeria con rabia.

—¿Y qué se supone que pinto yo en todo eso? —preguntó Elliot incómodo.

—Pues se supone que vas a entrar a esa habitación y te vas a acostar con ella mientras esas mujeres esperan afuera… y te oyen… y luego tienes que echar sus sábanas manchadas de sangre afuera, como prueba de que era virgen… ¡Por dios es que no quiero ni imaginarlo!

Valeria estaba muy alterada y Elliot solo atinó a pasar un brazo a su alrededor y abrazarla.

—No pensé que esto fuera a afectarte tanto. Sé que Emma es como tu hermana pero…

—¿Emma? —Valeria se echó atrás con sorpresa—. ¡Esa es una que bien baila! ¡Todo esto es su culpa y va a tener que explicarme muy bien por qué rayos te rechazó…! Pero no es eso, Elliot. La verdad me da pena con Kali.

Elliot se separó de ella con brusquedad.

—¿Me estás jodiendo, verdad? —siseó molesto.

—No… es que no puedo imaginar tener que casarme obligada… tener que acostarme con alguien que no me gusta —dijo Valeria en voz baja y el rostro de Elliot se suavizó al instante—. Pienso en mis hijas… y se me revuelve el estómago solo de pensar que pasen por una humillación como la que esa muchacha está pasando ahora mismo, siendo desnudada y revisada por otras mujeres, como si solo fuera un pedazo de carne que van a poner en tu mesa.

Elliot se mesó los cabellos y respiró profundamente. No había pensado en nada de eso.

—Sé que eres muy infeliz con todo esto… pero sigo siendo mujer, así que entiendo lo que hizo. Yo también habría hecho cualquier cosa para escapar de esto —terminó de decir Valeria y a su hermano se le encogió el corazón.

—Por favor, no la justifiques. Lo único que me da un poco de paz en este momento es poder odiarla —suspiró Elliot.

—Está bien, ódiala, pero prométeme que al menos esta noche, no vas a hacerle las cosas más difíciles…

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