Amor Silencioso: Mi muda mujer romance Capítulo 316

Morena y Josefina eran la misma persona.

Al instante me vino a la mente el recuerdo de la dramática noche de hace cinco años. Sin haber podido dar las gracias a Josefina aquel año, Florencia no había vuelto a verla en tantos años.

¿Cómo podía estar aquí como guardaespaldas de Francisco?

Florencia tuvo una idea en la cabeza cuando pensó en la identidad de Josefina en el Departamento de Investigación Criminal.

Por miedo a que sospecharan de ella, como si no hubiera pasado nada, puso las manos detrás del cuerpo, que no podía contener el temblor.

—¿Antiguo compañero de clase? ¿Quizás haya una afinidad especial entre vosotros?

Francisco parecía estar interrogando hasta el final para averiguarlo.

Mientras Florencia intentaba adoptar una política de evasivas, Morena dijo:

—Señor Francisco, vayamos al grano.

Francisco, evidentemente disgustado, miró a Morena,

—Es por bondad que pido por ti. Puede que aún tengas una hermana gemela, en cuyo caso será mejor que la reconozcas como familia cuanto antes para que no te quedes sola toda la vida.

—Señor Francisco, gracias por su amabilidad. Me preocupa más que no pueda informar bien de su misión que estar solo toda la vida.

Sus palabras le sirvieron de recordatorio a Francisco.

Francisco perdió los papeles ante Florencia, por lo que su rostro se ensombreció.

Dijo Brice:

—Señor Francisco, seguro que esta vez podrá hacer perfectamente su trabajo mientras esté en Ciudad J. Toma, ya la he traído. No importa cuántos bienes quieras, para ella sería pan comido.

Era hora de volver a sus ovejas. Florencia también se sentó.

Francisco la miró a la cara,

—Señorita Florencia, creo que ya debería saber por qué estoy aquí.

Florencia sonrió:

—El Señor Brice sólo me lo explicó de forma burda. Esta mañana me han informado de tal banquete, y no tengo tiempo de conocer la situación en detalle.

—No hay prisa, nuestro negocio es así. Ya te adaptarás en el futuro.

Una vez abordado el tema, con semblante serio, Francisco dejó a un lado los modales de los hijos del rico,

—La última vez recibimos medicamentos de gran calidad. En comparación con otros canales de suministro, cuya calidad era desigual, la calidad de los medicamentos que ustedes suministraban era mucho mejor. Digno de una familia farmacéutica.

—Señor Francisco, está exagerando.

—No seas modesto. No acudiré a ti si tu mercancía no es buena. Así que seré directo. Estamos satisfechos con sus mercancías y esperamos establecer una relación de cooperación a largo plazo sobre nuestra necesidad de grandes cantidades de mercancías en el futuro.

—¿Grandes cantidades? ¿Más específico?

—Diez veces más que la última vez.

A Florencia se le hizo un nudo en la garganta,

—El volumen del último envío ya era bastante notable. Esta vez sería difícil transportar una cantidad tan grande de mercancías en secreto, y en caso de accidente...

—No tienes que preocuparte.

Francisco interrumpió directamente a Florencia.

—Sólo tiene que decirme si acepta este pedido o no.

Florencia parecía indecisa.

Brice lo apartó,

—¿En qué estás pensando? ¿Por qué dudas ante una oportunidad tan buena de ganar dinero? ¿Sabe a cuánto ascienden todos los gastos restantes, incluidos los derechos de aduana?

—Al fin y al cabo, todas estas actividades han sido objeto de escrutinio recientemente, y eso nos pone en mayor riesgo.

—Señorita Florencia, hacer negocios implica riesgos, pero no tiene por qué preocuparse. Para la primera cooperación formal, no tendrás acceso a nada más que al suministro de bienes. Los responsables de nuestra parte se encargarán de todo desde el momento de la entrega.

Dicho esto, Francisco pone una carpeta sobre la mesa delante de Florencia,

—Aquí tiene la lista de precios de los medicamentos que ofrecemos, puede consultarla.

Florencia abrió la carpeta y apretó los dientes al ver el precio.

Sin tener en cuenta los derechos de aduana y los gastos diversos, el precio ofrecido por Francisco podría reportar grandes beneficios netos. Tras deducir los costes fijos, el beneficio fue incluso varias veces superior al que habría obtenido si hubiera vendido a precio de mercado.

Se podía obtener mucho beneficio de un solo pedido. Así que no era de extrañar que Rodrigo se atreviera a arriesgarse tanto por esto.

—Señorita Florencia, si sigue dudando, aún está a tiempo de retractarse de su promesa.

—No.

Florencia levantó la cabeza,

—¿Cuándo me pagarás? Necesito dinero urgentemente.

Francisco se echa a reír,

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