Atracción Fatal de Ex-Esposa romance Capítulo 108

Santino continuó.

—No entiendo por qué te divorcias. Ernesto es tan rico y guapo.

—No me quiere —respondió Amelia ligeramente.

Ahora podía decirlo con calma.

Un rastro de sorpresa brilló en los ojos de Santino. Se rió:

—Resulta que un hombre como él cometerá errores estúpidos.

Amelia estaba confundida. Santino le explicó en tono sarcástico:

—Señora siempre es mejor que esposa.

Los rumores decían que Ernesto tenía aventuras con Isabella.

Santino, como todo el mundo, pensó en su día que la mujer de Ernesto podría no ser guapa para aparecer. Pero ahora que sabía la verdad, estaba aún más confundido.

En su opinión, Amelia era mucho más perfecta que Isabella.

Amelia se rió.

—No digas eso. Cada hombre tiene su caballo de batalla.

La perfecta nunca podría ganar el amor, y menos aún su historial era peor que el de Isabella.

—Eres joven. Concéntrate en tu portador —Amelia se iba a ir.

Santino se mostró reticente, llamándola directamente por su nombre.

—Amelia.

—Aunque soy más joven que tú, soy lo suficientemente maduro. Sé lo que quiero —Dijo con firmeza.

Justo cuando Amelia iba a responderle, frunció el ceño al ver que Ernesto se acercaba.

¿Qué iba a hacer?

Santino también vio a Ernesto en la línea de visión de Amelia, por lo que bloqueó a ésta instintivamente. Ernesto lo miró y le dijo a Amelia:

—Vamos a hablar.

Santino estaba a punto de decir algo inmediatamente, pero Amelia lo detuvo.

Ella aceptó:

—De acuerdo.

No quería montar una escena y pasar vergüenza en el banquete, delante de tanta gente.

Al irse, le mostró a Santino una sonrisa.

—No te preocupes.

Aunque Santino era reacio, tuvo que quedarse quieto.

Salieron del salón de banquetes antes y después. Amelia no quería llamar la atención, así que se sentó cuando Ernesto abrió la puerta de su coche.

Ernesto no tenía emoción, conducía el coche sin decir el destino.

Amelia finalmente llamó a Lautaro.

—Sr. Cabal, tengo que irme un rato.

Ella era su cita esta noche, así que tenía que decírselo.

Sin embargo, en cuanto terminó de hablar, Ernesto hizo una mueca, como si se burlara de ella por informar de todo a Lautaro.

Ignorándolo, Amelia escuchó a Lautaro preguntar preocupado:

—¿Necesitas ayuda?

—No —Amelia sonaba tan tranquila que Lautaro ya no dijo nada.

Ernesto condujo hasta la orilla del mar, pero cuando se bajó, se dio cuenta de que podía ser una mala decisión.

Aunque era pleno verano, todavía hacía un poco de frío en la playa. Amelia sólo llevaba un vestido.

Ernesto se arrepintió cuando la vio frotarse los brazos.

No lo pensó bien ahora, pero le parece que este lugar es más tranquilo que el pasillo.

Se quitó rápidamente la chaqueta para cubrir a Amelia, queriendo evitar que pasara frío.

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