Atracción Fatal de Ex-Esposa romance Capítulo 80

Amelia le contó a Nina sus dudas. Nina dijo sin dudarlo:

—Es cierto, algunas personas son tan mezquinas que odian y apuntan a alguien sólo por una cosa mínima.

—Polaris— es pobre de carácter. Lautaro le pidió que escribiera el guión. Si se atreve, ¿por qué no se lo exige a Lautaro? —Nina resopló:

—Ella es incapaz, pero culpa a los demás por ser sobresaliente. Es realmente interesante.

Nina añadió:

—Por cierto, aún no lo sabes, ¿verdad? He oído que Polaris está enamorada en secreto de Lautaro. Probablemente por eso te odia aún más.

—¿Está enamorada en secreto del Sr. Cabal? —Amelia estaba realmente sorprendida.

—Sí, se rumorea —Después de que Nina terminó de hablar, comenzó a quejarse de Polaris—. Ella ni siquiera se preocupa por su propio carácter. No voy a hablar de su apariencia. Después de todo, no es apropiado atacar la apariencia de otra persona. Sin embargo, con su carácter sarcástico y mezquino, ¿cómo podría Lautaro enamorarse de ella?

No es que Nina haya calumniado a Polaris a propósito. Independientemente de si era el círculo de autores o el de guionistas, Polaris tenía mala reputación.

Apoyándose en el hecho de que una vez había sido popular con unos cuantos libros y algunos fans leales, siempre miraba por encima del hombro a los demás, lo cual era muy molesto.

Amelia sabía que el carácter de Polaris era pobre, pero siempre le pareció que estaba lejos de involucrarse en una intriga.

Cuando Marta Figueroa había rechazado a Polaris como alumna pero había aceptado a Amelia, ésta había sentido su hostilidad.

Sin embargo, en ese momento, su mente todavía estaba en su familia y en Ernesto, por lo que no se preocupaba por Polaris. Parecía que ella era filosófica en esos días.

Pensando en esto, Amelia le dijo a Nina:

—Parece que si quiero afianzarme en esta sociedad, no sólo debo ser competente, sino que también debo tener la habilidad de lidiar con las intrigas y los esquemas.

Nina la animó:

—¡Vamos, Amelia!

A Amelia le hizo gracia.

A la mañana siguiente, Mónica se despertó de la resaca.

Amelia cocinó gachas ligeras. Después de que Mónica se sentara en la mesa del comedor, preguntó algo inquieta:

—Anoche... no dije nada estúpido, ¿verdad?

—No —Amelia se rió:

—Te quedaste dormido cuando volviste.

—Bien... —Mónica parecía aliviada.

Con un origen familiar como el suyo, estaba enamorada en secreto de un hombre inalcanzable. Aunque Amelia lo supiera, seguía sintiéndose avergonzada.

Había estado ocultando sus propios pensamientos, para convertirlos en sus secretos.

Anoche, en la cena, oyó accidentalmente a alguien decir que él podría aceptar un matrimonio arreglado por su familia recientemente. Su corazón se rompió de repente.

Aunque sabía que sólo era una secretaria y que no podía conseguirlo, cuando se enteró de que realmente se iba a casar, siguió sintiéndose desesperada.

Después de que él se casara, no habría ninguna posibilidad para ella.

Así que no pudo evitar beber demasiado.

Era inútil ahogar su pena con alcohol. Tras recuperar la sobriedad, seguía sintiendo amargura en su corazón.

Amelia le dio un tazón de gachas sin ninguna expresión adicional:

—Bebe un poco de gachas. Hará que tu estómago se sienta mejor.

—Está bien —Mónica ocultó la tristeza de sus ojos y bajó la cabeza para beber la papilla.

Después del desayuno, Mónica se puso a trabajar. Amelia hizo las maletas y se disponía a seguir trabajando antes de que Lautaro la llamara:

—Amelia, ¿estás disponible ahora?

Amelia preguntó:

—¿Qué pasa?

Lautaro hizo una pausa en el teléfono y dijo:

—Ven a la empresa. Dos personas te están buscando...

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