A la mañana siguiente, Fionna llegó a la familia Serrano. Los compañeros mantenían la misma actitud hacia ella, pero su corazón estaba frío.
Era un lugar en el que quería trabajar duro, pero en menos de un año tenía que marcharse. Tal vez ella no pertenecía a este lugar y era sólo un giro del destino.
Ahora todo se hizo realidad. Dejaría a la familia Serrano y a Eric, y todo volvería a empezar.
Entonces llegó a su despacho. A decir verdad, no tenía mucho sentimiento por ella, porque desde que llegó a esta oficina, nada feliz había sucedido. Los recuerdos en esta oficina eran desgarradores y amargos.
Su sustituto aún no había llegado, y ella quería estar preparada. Mientras encendía el ordenador y se disponía a trabajar, Lorena empujó la puerta y entró.
—Ha pasado mucho tiempo, Lorena —dijo Fionna.
—El presidente quiere que vayas a su despacho —Dijo Lorena con desdén.
Fionna no dijo nada pero dio una sonrisa de autodesprecio mirando a Lorena que ignoró sus palabras.
—Ahora mismo voy —Fionna estaba a punto de levantarse, pero Lorena entró y cerró la puerta.
—Fionna, por favor, no vuelvas y no te vuelvas a presentar ante el Sr. Eric. No le has traído más interés que los problemas —Dijo Lorena de forma despectiva. Desde el principio hasta el final, Fionna no le gustaba y la había soportado. Ahora tenía que irse.
—¿Lo decía el Sr. Eric, o tú? —preguntó Fionna en respuesta.
Fionna supo, desde el momento en que Lorena irrumpió sin llamar a la puerta, que volvía a ser presumida. Pensó que se iría y que no se preocuparía por ella, pero Lorena cerró la puerta para regañarla.
Fionna no pudo soportarlo.
—No importa quién lo diga. Todo irá bien cuando te vayas —dijo Lorena con arrogancia. En su opinión, Fionna debía irse, si no decía unas palabras, su corazón había ido acumulando resentimiento.
—No depende de ti si me voy o no. Lo que has dicho son asuntos privados entre Eric y yo, como secretaria, no deberías decir eso.
—Has dicho que no he aportado interés a la empresa, ¿puedo preguntar quién ha resuelto todos los problemas? ¿No soy responsable del aumento constante de las ventas de móviles? ¿Es usted responsable del desarrollo de nuevos programas informáticos? —preguntó Fionna con frialdad.
Estaría bien decir otras cosas, pero su dedicación a la empresa no podía borrarse sin más.
—Tú...
Lorena no pudo decir una palabra.
—Lorena, eres una buena secretaria. Eres competente. Pero tienes que aprender a separar los negocios de los asuntos privados. Si me voy, habrá otras mujeres a su alrededor. ¿Vas a seguir tratando a las mujeres así?
—Si me voy, Teresa volverá. ¿Te atreves a hacer lo mismo con Teresa? Si te gusta Eric, puedes luchar por él. No seas siempre hostil con las mujeres que le rodean, es inútil y reducirá tu calidad. Métete en tus asuntos.
Fionna perdió con Eric. Ella podía hacer cualquier cosa por los niños, pero no podía ser discriminada por nadie.
Lorena la odiaba todo el tiempo, pero este odio era el más ignorante, porque era imposible que Eric tuviera sólo una mujer.
Fionna debía marcharse después de eso, sin tener en cuenta a Lorena que tenía la cara pálida.
Fionna llamó a la puerta y entró después de obtener el consentimiento.
—¿Quiere verme, Sr. Eric? —Dijo Fionna formalmente. Por el momento sólo eran superior y subordinado.
—Me gustaría decirle que si tiene algún programa nuevo, puede venderlo a la familia Serrano, le daré el mejor precio —Eric miró a Fionna desde una pila de documentos.
—De acuerdo, si su oferta es alta, será mi primera consideración —Fionna respondió con amargura.
Ya que quería romper todos los contactos, ¿por qué quería comprar su software? Ella no se lo vendería si lo tuviera.
Fionna sacó la tarjeta bancaria que tenía en la mano y la puso sobre el escritorio de Eric.
—Sr. Eric, aquí tiene el dinero que me dio. No se lo devuelvo. Cogí el dinero para tranquilizarte, pero ahora que no tenemos nada que ver y no tienes que pensar demasiado en ello, este dinero es inútil.
Hacía tiempo que Fionna quería devolver el dinero a Eric, pero no había habido ninguna oportunidad adecuada. Ahora que no tenían nada que ver, debía devolvérselo.
Eric miró fríamente la tarjeta bancaria. Esta tarjeta bancaria fue y vino varias veces, y al final Fionna la rechazó.
Tal vez, como ella dijo, no tenía intención de coger el dinero en primer lugar. Todo era por los niños.
Esta mujer era tonta. Con este dinero, no necesitaba trabajar mucho. ¿Por qué se lo devolvió?
—¿Hay algo más? Si no, tengo que volver a entregar el trabajo —preguntó Fionna. No se acostumbraba a este modo desconocido de llevarse, pero tenía que aceptarlo.
Antes de que Eric dijera nada, se dio la vuelta para marcharse.
—Fionna... —Eric llamó a Fionna en voz baja.
—¿No tienes nada que decirme? —Eric no sabía por qué había llamado a Fionna. Sentía que cuando miraba su espalda, tenía la sensación de que la perdería para siempre.
—No —Dijo Fionna y se apresuró a marcharse.
—¿Lo aceptará su familia? —Preguntó Eric, que no tenía ni idea de por qué había hecho esa pregunta.
Ahora no sabía qué hacer y parecía cada vez más confundido. No podía imaginar que Fionna estuviera con Deivid. ¿Perdería el anhelo de amor?
—No me importa si los miembros de mi familia pueden aceptarlo. Puedo renunciar a todo, incluso a mi posición actual, por Fionna. Creo que puedo hacer que Fionna tenga una vida feliz con mi fuerza —Dijo Deivid con confianza.
Ahora para Deivid todo no era un problema y pero el problema era Eric.
Mientras Eric no soltara a Fionna, mientras le pidiera que se quedara, Fionna nunca se iría, porque le quería, porque tenían dos hijos.
—¿Realmente amas a Fionna y puedes dejarlo todo por ella? —Eric se quedó sin palabras. ¿Por qué no podía dejarlo todo y estar con Fionna? ¿Por qué quería estar con Gloria que ya no era amor? ¿Por qué no podía dejar el poder y la posición?
—Sr. Eric, ¿me permite estar con Fionna? —Deivid dijo eso y se dio la vuelta para irse directamente.
Quería empezar de nuevo, empezar su amor, empezar a acercarse a la mujer que había perdido.
Fionna tenía mucho trabajo que hacer y no lo terminó hasta la tarde.
Con un profundo suspiro, cogió su bolso y salió del despacho llena de malos recuerdos.
Cuando se dirigió al ascensor, la puerta de éste se abrió y ella entró de mal humor. En ese momento, Eric salió de la oficina.
Se quedaron mirando el uno al otro.
—Adiós, Eric, a partir de ahora hemos terminado por completo. Sé feliz en el futuro —Fionna expresó las palabras en los ojos a Eric, y luego la puerta del ascensor se cerró.
Adiós, Eric, adiós, al hombre que ella amaba.
Fionna estaba de mal humor, pero se encontró con Deivid en el aparcamiento de abajo.
—¿Por qué estás aquí? ¿Has venido a cooperar? —preguntó Fionna sorprendida, pensando que Deivid acababa de llegar.
—Sí, pero ya ha terminado y estoy lista para irme. ¿Y tú? ¿Vienes a entregar? —Preguntó Deivid amablemente con una sonrisa en el rostro.
—¿Cómo sabes de mi entrega?
—Me lo dijo Alda. Vale, hablamos luego. Tengo hambre y aún no he almorzado, así que acompáñame a cenar.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Aventura Amorosa