Aventura Amorosa romance Capítulo 199

Aunque Alda estaba borracha, pudo oír las palabras de Fionna.

Sonrojada, Alda detuvo a Fionna, pero parecía que era inútil. Fionna continuó:

—Si no, te habría rechazado enseguida.

—Para, para.

Alda siguió parando, pero se sonrojó.

—Soy su mejor amiga. La conozco. Si ella odia a un hombre, lo evitará tanto como sea posible. Es imposible que coma en la misma mesa con él.

—Entonces tienes oportunidades. Aguanta —Dijo Fionna.

Mirando la cara sonrojada de Alda, sonrió felizmente.

—No te preocupes, lo haré. No me rendiré fácilmente —Mirando a Alda que se cubría la cara con las manos, a Alberto le pareció linda.

—Bueno, entonces, esperaré buenas noticias de ti. No olvides que seré tu apoyo en caso de que falles. Te ayudaré.

Fionna no pudo evitar reírse. Hacía tiempo que no se reía así.

—Bebe —Para detener a Fionna, Alda sólo podía dejarla beber.

Fionna no se negó, tratando de emborracharse, para poder olvidar todos los problemas.

Las dos mujeres bebieron más y más, y finalmente se tumbaron en la mesa.

Cuando Alberto no sabía qué hacer, Eric llamó.

—¿Dónde estás? Bebe conmigo —Eric quería beber. Estaba de mal humor, obviamente.

Ahora Alberto no quería beber, ahora tenía que llevar a las dos mujeres a casa.

—Estoy en...

Albberto dio la dirección de ellos, aunque a él no le pareció bien, las dos mujeres eran realmente un gran problema para él en este momento.

Unos 20 minutos después, cuando Eric llegó y vio a Fionna inclinada sobre la mesa, se dio cuenta de que le habían engañado.

—Eric, lleva a Fionna a casa. Está borracha. Yo llevaré a Alda a casa.

Alberto trató a Eric como un salvador sin ninguna culpa.

—No la llevaré a casa —Dijo Eric con frialdad.

Después de escuchar las palabras de Fionna ese día, se dijo que tenía que olvidarse de ella. Desde ese momento, Fionna no tuvo nada que ver con él.

Siempre se había sentido culpable, pero le había pagado dándole la custodia de dos hijos. No le debía nada a Fionna.

Eric se dio la vuelta sin piedad y se alejó. Entonces, la voz de Fionna llegó por detrás de él, lo que le hizo detenerse inconscientemente.

—Yo... puedo volver por mi cuenta. Puedo tomar un taxi.

—Lleve a Alda a casa, Dr. Alberto. Volveré yo mismo —Dijo Fionna aturdida y se levantó.

Tal vez había estado sentada demasiado tiempo, o se había emborrachado, sus piernas estaban entumecidas y se cayó antes de poder levantarse.

—Fionna... —gritó Alberto.

Pero estaba sentado frente a Fionna y no tuvo tiempo de cogerla.

Eric escuchó el grito y directamente se giró para coger a Fionna, para que ésta no cayera al suelo.

—Gracias... Volveré en taxi.

Después de decir esto, Fionna se puso de pie con el apoyo de Eric, pero sintió que su cuerpo era muy ligero y no era fácil de controlar.

—Yo iré primero, Dr. Alberto. Usted encárguese de Alda.

Fionna caminó alrededor de Eric hacia el exterior. Aunque sus pasos eran ligeros, todavía podía controlarlos.

—Eric, ¿por qué te quedas mirándola? Envíala de vuelta.

Al ver que Eric permanecía inmóvil, Alberto dijo con ansiedad. Sin embargo, Eric había estado mirando la espalda de Fionna y no habló ni actuó.

—Bien, la enviaré a casa. Tú ayúdala a subir al carruaje.

Alberto no podía soportar que una mujer borracha se fuera sola, así que tuvo que enviar a ambas a casa. Pero ahora la cabeza de Alda estaba sobre su hombro. Si se levantaba para ayudar a Fionna, Alda se caería, y él era incapaz de sostener a las dos.

Eric se acercó cuando vio a Fionna chocar con la puerta.

—No vengas. Pararé un taxi yo mismo.

—Cállate —Dijo Eric con frialdad.

¿Cómo podía dejar que Fionna cogiera un taxi? Ella tenía un fuerte miedo psicológico a los taxis. Se ponía a temblar.

Con todo esto en mente, Eric se olvidó de su compromiso consigo mismo. No podía dejar que la borracha Fionna se quedara sola.

—Hay un taxi, yo...

Fionna avanzó, pero al hacer un gesto al taxi, la levantaron.

—Te he dicho que te calles. Te tiraré en medio de la calle si dices una palabra más.

Eric temía que Fionna fuera terca e insistiera en parar un taxi, así que simplemente la recogió. De este modo podía controlarla.

Fionna se tapó la boca por el pánico, como una niña. Mirando la cara que tenía delante, tuvo una sensación familiar.

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