Fionna tuvo que advertirlos y tuvo que exponer directamente sus verdaderas intenciones.
—Espero que puedas atacarme de frente y no por la espalda, si fallas, puedes hacerte daño.
Con eso, se volvió con el estante de infusión, pero recordó que aún tenía algo que decir. Luego se dirigió a Teresa:
—Arregla el registro de tu casa, no dejes que se convierta en algo que pueda usar.
Fionna volvió a recordárselo a Teresa, creía que este recordatorio era un punto débil para Teresa.
Cuando Fionna se fue, Teresa y Lorena se pusieron pálidas de cara.
El corazón de Teresa se estremeció. Había pasado mucho tiempo, pensó que Fionna lo habría olvidado y ahora la amenazó.
Lorena sintió pánica y se molestó mucho. Fionna casi expuso su motivo, claramente la estaba amenazando, así que tuvo que tener cuidado.
Los dos se sintieron mejor cuando volvieron al coche. Recordando lo que Fionna le dijo a Teresa, Lorena preguntó:
—Teresa, ¿hemos fallado hoy?
—Creo que sí, si Eric sabe que hicimos una disculpa superficial, no me creerá.
Teresa no esperaba que Fionna estuviera tan cuidada y la siguiera aunque estuviera en infusión. Si venía sola, no acabaría así.
—Teresa, ¿qué quiere decir Fionna con sus últimas palabras? ¿Qué pasa con el registro de la casa?
Lorena preguntó con curiosidad y puso toda su atención en la expresión de Teresa, tratando de encontrar alguna pista. Efectivamente, Teresa puso cara de pánico y luego dio una respuesta superficial.
—No sé, no la entiendo.
Teresa dijo que no entendía, pero que sus ojos no decían así.
Al ver eso, Lorena tuvo dudas y recordó la llamada de Teresa. No sabía qué había pasado, pero sentía que Teresa tenía algo que ocultarle.
—Fionna está diciendo tonterías. No le des importancia, Teresa. No importa que hayamos fallado, aún tenemos el plan B. Contacta abiertamente con el Sr. Serrano y haz que esté contigo.
Lorena no preguntó más, sino que animó a Teresa. Ella no quiso decir su secreto y Lorena tenía que descubrirlo.
Fionna no le dijo a Eric que Teresa había venido al hospital, porque no tiene sentido, y Eric no le haría nada a Teresa. Tras un día de reposo en el hospital, acudió a la empresa.
Había mucho trabajo que hacer. Si no trabajaba, el programa se retrasaría y traería pérdidas al Grupo Serrano. Estaba concentrada en el trabajo y se olvidó de la hora e incluso se olvidó de almorzar. Si no fuera porque Eric vino a buscarla, podría haber cenado solamente.
Cuando iban a salir y llegaron al ascensor, Teresa salió del mismo.
—¿Vais a salir? —preguntó Teresa con voz suave.
—¿Tienes algo que decir? —preguntó Eric.
—Sí, pero si vais a salir, puedo venir otro día.
Teresa fingió estar de acuerdo con eso, pero Fionna habló a esta hora:
—Habla tú primero. Todavía tengo trabajo, avísame cuando termines.
Fionna le dijo a Eric y luego se volvió a su oficina. Sabía lo que Teresa estaba haciendo, pero no le importaba. Eric no le pertenecía, quienquiera que se lo llevara, era lo mismo para ella.
Aunque Teresa consiguiera a Eric, no le fue fácil ser aceptada por la familia Serrano.
Eric llevó a Teresa a su despacho. No le pidió que se sentara y se mantuvo a distancia de Teresa.
—Teresa, antes de que hables, tengo algo que decirte. No vengas a verme de repente, por favor, concierta una cita con mi secretaria, para no afectar a mi agenda.
Después de hablar con Alberto, decidió centrarse en Fionna. Sólo cuando se alejara de Teresa, Fionna no estaría triste.
—Lo siento, me olvidé de pedir una cita, lo haré la próxima vez.
Teresa dijo con tristeza. En el pasado, siempre que ella venía, Eric nunca decía nada, pero ahora era diferente.
—¿Qué quieres decir? Saldré pronto.
Mientras decía eso, echó un vistazo a su reloj, por temor a que Fionna se impacientara.
—Bueno, me preguntaste si habíamos tenido un accidente, no lo recordé en ese momento... —dijo Teresa y creyó que Eric no tendría prisa por irse después de escuchar eso.
—No importa lo que estés pensando, no pienses ahora, si no comes ahora, será la hora de trabajar.
Fionna no preguntó nada pero le recordó a Eric que debía comer.
Eric volvió a tener sentido. No siguió comiendo, sino que le contó a Fionna lo sucedido.
—Ahora estoy seguro de que la mujer que me ha salvado es Teresa, ha venido a decírmelo.
Al oír eso, Fionna se puso nerviosa. Supuso que él podría ser descontento por culpa de Teresa, pero no lo esperaba eso.
—Entonces deberías ser contento, ¿por qué estás deprimido? —Fionna ajustó su estado de ánimo y luego preguntó a Eric.
—No lo sé. No recuerdo nada.
Por eso Eric estaba deprimido.
—No pienses en ello. Si no recuperas la memoria, no puedes pensar en ello el resto de tu vida. No importa que no estés seguro de ello, no te preocupes. No te pongas triste por lo incierto. No es tarde para afrontarlo cuando llegue el momento.
Fionna respiró aliviada. Pensó que Eric iba a volver con Teresa, y le haría ella sentir que era difícil de tratar.
Si no era eso, Fionna tenía que mostrar su actitud y dijo en broma:
—Pensé que volverías con ella porque sabes que fue tu salvadora, y por eso estás deprimido, no te preocupes, si quieres volver con ella, te dejaré ir.
Después de eso, forzó una sonrisa traviesa, mostrando su actitud.
—Tonterías, mi corazón está en ti, no voy a volver con ella. Lo siento por ella, pero no puedo volver con ella. No digas tonterías, come.
Eric dirigió una cálida mirada a Fionna y continuó comiendo. Había sido en el pasado y no estaría con Teresa, pero era inevitable que tuviera más contacto con ella, y temía que a Fionna le molestara eso.
Teresa estaba aturdida, sola en su coche, preguntándose cuánto podría durar su mentira. Una vez que Eric recuperara la memoria, ella ya no podría actuar.
Parecía que tenía que tener prisa, convirtiéndolo en un hecho antes de que Eric recuperara la memoria.
Después de pensar un rato, se fue en coche. Envió a alguien a comprobar la vigilancia en la prisión, queriendo terminar la tarea que le encomendó Gloria.
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