Aventura Amorosa romance Capítulo 61

Las palabras de Eric pusieron nerviosas a Fionna y se apresuró a hablar para explicarse.

—Lo de ayer fue un accidente y no volverá a ocurrir. Presidente Eric, Lucas está conmigo a cambio de mis condiciones. Como quiero que esté conmigo, confío en poder cuidar de él. Si llega un momento en que no pueda cuidar de Lucas, no dejaré que vuelva con Gloria.

Fionna sabía mejor que nadie lo viciosa que era Gloria, y utilizó una hipótesis para sugerir a Eric lo inusualmente viciosa que era Gloria, preguntándose si Eric se tomará a pecho sus palabras.

—¿No puedes cuidar a Lucas? ¿Quieres dejar el trabajo o tienes un nuevo objetivo? ¿O quieres encontrar un padre para Yunuen y no puedes cuidar de Lucas?

—Fionna, si eso es lo que piensas, entonces nuestro trato se cancela ahora. Te daré tu software por mucho dinero y nunca dejaré que Lucas sea dañado por ti.

—No, no pensé así, no dejaría a Lucas atrás.

Fionna se apresuró a explicar. Había pánico en sus ojos por la pérdida de Corazoncito y un extraordinario amor por él, todo lo cual Eric veía.

Eric siempre había sospechado que Fionna se acercaba a Corazoncito para acercarse a él, pero a pesar de todo, pudo ver que Fionna hablaba en serio sobre su amor por Corazoncito.

Gloria crio con Corazoncito durante cuatro años sin ver su amor materno, mientras que Fionna y Corazoncito se habían convertido como madre e hijo en los pocos meses que llevan juntos.

—Vale, te doy una oportunidad más. Si dejas que Deivid recoja a los niños, la próxima vez no dudaré en traerme a Lucas.

Eric habló con frialdad, pero estaba seguro de que esta vez era él quien estaba cediendo de nuevo.

Aunque Eric había cedido, Fionna se sintió aliviada. Pero todavía había ira en la forma en que Fionna miraba a Eric.

Quería regañarle, llamarle animal de sangre fría. Quería pegarle, abofetearle para que se despertara y demostrarle lo escoria que era Gloria.

Aguantó todo esto, diciéndose a sí misma que los asuntos de los demás no eran de su incumbencia, que ella sólo era responsable de cuidar a Corazoncito.

—¿Por qué me miras así? ¿No estás contento con mi decisión?

Eric se acercó repentinamente y con malicia a Fionna.

—No, estoy satisfecha y lo apreciaré más si no me amenazan en el futuro.

Fionna no se atrevió a mirar a Eric, había una magia irresistible en sus ojos y Fionna temía perder los latidos del corazón si lo hacía.

Miró a un lado y se apresuró para marcharse, pero Eric la detuvo una vez más.

—No te molestes en evitarme en el futuro, si no quiero verte, no existes aunque estés sentado delante mía.

Eric obligó a su voz a volverse unos grados más fría, cada vez que Fionna se ponía delante de él, cada vez que estaba cerca de ella, Eric sentía un deseo que no podía controlar, y en este momento era lo mismo.

Ese deseo de tomarla entre sus brazos se hinchó rápidamente, al igual que el impulso de apaciguar su mirada furiosa.

Pero no podía hacer lo que quisiera, porque la sacrificada sólo sería Fionna.

El comentario de Eric hizo que las cejas de Fionna se arrugasen y su corazón se hundiese.

—Bueno, gracias por ignorarme.

Fionna, por alguna razón, estaba furiosa y esta vez, en lugar de esquivar a Eric, simplemente lo empujó y se alejó.

¿No era solo ignorarla? ¿Cuál era el problema? Así se sentiría más libre.

Fionna aprovechó la pausa del almuerzo para concertar una cita con un amigo íntimo de su padre y uno de los últimos acreedores de Fionna.

Originalmente, Fionna quería vender el software de voz de la calculadora para poder pagar su última deuda, pero lo utilizó para Corazoncito.

El software de la sonda médica, que iba a ser vendido a Alda, no podía venderse por el momento, y Fionna quería aportarlo al Grupo Serrano como piedra angular de su nuevo trabajo una vez que hubiera firmado un contrato formal con la empresa.

Ninguna de las dos cosas podía convertirse en dinero, y no tuvo más remedio que pedirle al deudor que saliera para discutir el retraso durante algún tiempo.

En un restaurante chino.

—Tío Joaquín, después de cuatro años de no poder pagarte lo que te debe mi padre, no puedo ni enfrentarme a ti.

Fionna se avergonzó de pedir disculpas al hombre que era como un padre para ella.

Era el mejor amigo del padre de Fionna y socio de la empresa. Lo único que sabía Fionna era que había retirado sus acciones de la empresa unos meses antes de la quiebra.

—Tu padre se ha ido y no le culpo. Es bueno estar de vuelta, Fionna, no importa donde vayas es mejor estar en casa. ¿Tía Sara y Valeria han vuelto?

El tío, llamado Joaquín Alonso, preguntó amablemente.

—Sí, es mejor estar en casa. La tía Sara y Valeria no están seguras ahora.

Las palabras de Joaquín fueron las más cálidas que Fionna había escuchado desde su regreso.

—Que vuelvan si pueden, es mejor estar juntos en familia. ¿Cómo le va a Valeria? —continuó preguntando Joaquín.

—Bueno. Este año de selectividad, si no se hubiera retrasado dos años, ya habría ido a la universidad. La tía Sara también está bien.

Joaquín sacudía la cabeza con dolor cuando pensaba en la ruptura de la familia Figueroa y a día de hoy no quería creer que su amigo de toda la vida le hubiera dejado en tan trágico estado.

Fionna seguía desconcertada. Con la capacidad de su padre, aunque la empresa no fuera bien, no habría contraído tanta deuda externa.

—Tío, ¿entonces cómo se derrumbó exactamente la empresa de mi familia? —continuó preguntando Fionna.

—No estoy seguro de esto… No he estado a cargo de la empresa desde la separación.

Joaquín hablaba con reservas, algunas cosas eran inútiles de decir. Los que se fueron ya se fue, y los que quedaban debían seguir. Por no hablar de que La familia Serrano era ahora tan poderosa que nadie la podía influenciar.

—Hija mía, lo pasado, pasado está. Coge a tía Sara y a Valeria y vivid bien. Tu tía Sara ha vivido una vida de agravio, y tu hermana es pequeña. Sólo dando más de ti podrás hacerlas felices a las dos. Creo que puedes mantener unida a esta familia y que puedes dar felicidad a tu tía Sara y a Valeria.

Joaquín siguió hablando y persuadiendo.

—Sí, lo haré tío. Haré felices a Valeria y a tía Sara.

Fionna asintió con la cabeza, salvo que seguía sin entender qué pasó con la empresa de su padre.

Desde que fue advertida por Eric, Fionna nunca hizo más horas extras, sin importar lo que tuviera que hacer. Si trabajaba hasta tarde, tenía que decírselo a Eric para que pudiera acompañar a alguien a recoger a los niños.

Fionna prefería perder su trabajo antes que dejar de cuidar a Lucas.

Fionna se dirigió a la guardería, donde ya había muchos padres de pie esperando. Fionna se sentó en el coche y no bajó, manteniendo los ojos en la entrada de la guardería.

De repente se abrió la puerta del coche y Gloria ocupó el asiento del copiloto.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Fionna en voz baja, con preocupación en sus ojos.

—Nada, viendo cómo has estado estos últimos días y si Eric sigue acudiendo a ti.

Gloria tenía una mirada condescendiente en su rostro, claramente aquí para provocar.

—No viene ya.

Fionna hablaba con desparpajo, sabiendo que Gloria estaba aquí para provocarla y lucirse, pero no estaba interesada en seguirle el juego.

—¿Decepcionada? ¿Sola? Todavía tengo una manera de traerlo de vuelta a mí.

Gloria levantó las comisuras de la boca de mala manera, con desprecio en sus ojos.

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