En ese momento Eric empujó la puerta de la sala y entró, frunciendo el ceño al ver a los dos niños.
Las emociones de Yunuen se estalló una vez más al ver a Eric. Corrió al lado de Eric y se abrazó a su regazo, llorando a gritos.
—Eric, mamá está herida.
Al oír los llantos de Yunuen, Eric comenzó a sentirse angustiado y se arrodilló apresuradamente para sostener a Yunuen en sus brazos.
—Yunuen no llores, mamá está bien.
—A mamá le pasa algo, mamá no tiene a nadie que la cuide, mamá ha sido golpeada por gente mala y no hay nadie que cuide a mamá.
Yunuen lloraba sin dejar de hablar con claridad, una habilidad que sólo Yunuen podría manipular con facilidad.
De momento simplemente pensaba que si tuviera un papá que velase por su mamá, no se haría daño.
Sin embargo, las palabras de la niña hicieron que el corazón de Eric se hundiera rápidamente.
Levantó sus ojos para mirar a Fionna que yacía en la cama del hospital, sin saber cómo calmar a la niña.
Cada vez que Eric guardaba silencio, Fionna sabía por qué; debían ser las palabras de Yunuen las que volvían a poner a Eric en una situación difícil.
—Yunuen, mamá está bien no te preocupes. Alda, lleva a los dos niños de vuelta.
Fionna no podía echar a Eric y no podía avergonzarlo, así que tenía que dejar que Yunuen volviera antes de que empiece a decir tonterías y a ponerle las cosas difíciles a Eric.
—No voy a volver, me quedo aquí con mamá —Yunuen se negaba.
Luego se zafó con dificultad de los brazos de Eric para volver junto a la cama de Fionna.
—No me eches, quiero pasar más tiempo contigo. No diré más tonterías.
Yunuen finalmente se dio cuenta de que había dicho algo incorrecto y había molestado a su mamá.
Fionna, que estaba tumbada en la cama del hospital, tenía dolor de cabeza y no soportaba decir nada a la pobre cara de Yunuen. Pero entonces Eric habló inesperadamente.
—Yunuen y Lucas podéis quedaros, pero tenéis que ser bueno y cuidar bien de mamá.
El tono de Eric era seguro y frío. Pero esta vez Yunuen no tenía miedo, sino una alegría inusual.
—Gracias Eric, seré bueno, cuidaré bien de mamá.
Mirar la cara de felicidad de Yunuen hizo que Lucas también se sintiera muy feliz.
En ese momento Eric se dio cuenta del ceño fruncido que Fionna no había soltado y se apresuró a preguntar.
—¿Te duele de cabeza otra vez? —preguntó Eric preocupado
—Sí —Fionna respondió con voz suave, en ese momento estaba demasiado torturada por el dolor de cabeza como para hablar en voz alta.
Eric se apresuró a levantar la cama para darle a Fionna su medicina una vez más.
Las pocas personas que se encontraban en la sala parecían haber visto algo increíble al ver una escena tan atenta de Eric.
Especialmente los dos niños, que nunca habían visto a Eric tan amable con Fionna.
Fionna se tomó las pastillas y se volvió a tumbar, cerrando los ojos y sin decir una palabra, tuvo que aguantar un rato hasta que las pastillas hicieran efecto y el dolor de cabeza remitiera.
La visión del rostro doloroso e insoportable de Fionna hizo que las emociones de varias personas cayeran con ella.
Eric los mandó a la zona del salón y para que Fionna se mantuviera lo más tranquila posible. También dijo a los dos niños que se callaran.
Durante este tiempo, Alda recibió una llamada y tuvo que marcharse. Sólo quedaban los cuatro en la sala.
—Vuestra tía Alda tiene algo que hacer y Bastian también. Enviaré a alguien para que os lleven a mi casa más tarde para que Gloria os cuide —dijo Eric.
Eric tenía cosas importantes que hacer más tarde y no tenía tiempo para ocuparse de los niños. Gloria tendría que ocuparse de ellos en este momento.
En este momento, las voces de Corazoncito y Fionna sonó al mismo tiempo.
—No voy a ir a casa de mamá.
—No, no necesito que Gloria los cuide.
La cara de corazoncito era insistente y la voz de Fionna era decidida.
—Si estás ocupado, los cuidaré yo mismo —Fionna hablaba en voz baja, pero con un claro tono de desagrado ante el plan de Eric.
Ella había por fin rescatado a Corazoncito del abismo, no podría empujar a los niños al infierno otra vez.
Mientras Fionna hablaba, se sentó para apoyarse, para demostrarle a Eric que podía cuidar de ellos mientras tuviera aliento.
Eric se tensó ante la acción de Fionna y se precipitó hacia ella para gritarla airadamente.
—Estás loca, el médico no te deja moverte. Tienes manchas de sangre dentro del cráneo.
Eric temía que a Fionna le pasara algo más.
—No pasa nada. Soy fuerte.
El fuego en las palabras de Fionna era cada vez más evidente.
—Puedes hablar conmigo si no estás de acuerdo, no hace falta mover. Si no quieres que Gloria se encargue de los niños, puedo mandarlos con el abuelo, por qué te pones así.
La voz de Eric también se enfrió y sus cejas se tensaron. Sólo se preocupaba por Fionna.
Fionna no dijo ni una palabra más, se sentía más que cómoda dejando al niño con su abuelo. Aunque sólo se había reunido con el señor Romeo Serrano una vez, pudo comprobar que este anciano era realmente amable con Corazoncito.
—Vale. Señorita Fionna, deja que te ayude a tumbarte, es más fácil examinarte tumbada.
En ese momento, Alberto alargó la mano para ayudar a Fionna, pero Eric le empujó.
—Vete a la mierda, yo la ayudaré.
Eric ayudó con cuidado a Fionna a tumbarse, temiendo que la cabeza de Fionna se agitara.
—Hoy estoy viendo cosas que me abren los ojos. Este gran diablo se está preocupando por alguien. Ven, déjame echar un vistazo más de cerca y ver si te ha poseído un fantasma bondadoso.
Alberto no podía creer lo que veía, ¿estaba empezando a derretirse el hielo?
—Chequéala, déjate de tonterías. Si lo haces mal, si no se recupera, yo…
—Derribarás mi hospital.
Alberto terminó la frase de Eric. Por segunda vez éste quería que derribar su hospital por esta mujer.
Alberto comenzó a examinar a Fionna y los resultados fueron los mismos que el médico de cabecera, con la salvedad de que el médico de cabecera quizá no le dio mucha importancia a la medicación.
—No hay problema, todo son traumas superficiales. Puede recibir el alta en unos días. No tomes esa medicina, te recetaré algo más tarde.
Alberto dio los resultados y fue entonces cuando Eric se quedó completamente tranquilo.
—Consigue la medicina prescrita ahora —Eric dijo con indiferencia y tiró de Alberto con él y lo empujó hacia atrás a la fuerza.
—Eric, dame una oportunidad para preguntarle a la señorita Fionna dónde nos hemos visto exactamente.
Alberto parecía no inmutarse, rechazando el empuje de Eric.
Fue en ese momento cuando se fijó en los dos pequeños sentados en el sofá, y con un destello de luz esquivó a Eric y se dirigió directamente hacia ellos.
Alberto se puso en cuclillas para mirarlos, sintiendo muchas similitudes entre los dos niños.
—Hola, tío Alberto.
Corazoncito saludó amablemente a Alberto.
Él y Yunuen tuvieron que tener cuidado hasta de respirar ahora, ya que papi tenía muy mala cara, así que tampoco saludaron a Alberto.
—¡Hola Lucas!
Conocía a Corazoncito, salvo que esta niña le despertó la curiosidad.
—¡Hola, tío Alberto!
Yunuen también la saludó alegremente, sólo un poco confundida de por qué ese tío tan guapo la miraba fijamente.
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