Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 21

Ruedo en mi cama desesperado, el insomnio a regresado, no consigo dormir, ya me fui a la parte fría de la cama y ni así.

Saco mi IPad del cajón de mi mesita, voy a la música, y reproduzco una de mis canciones favoritas: The Neighbourhood, $TING, su letra me encanta, entones empiezo a cantarla bajito, no soy un hombre al que le guste expresarse así que no me esfuerzo por ponerle sentimiento. Miro la hora, es tardísimo, son las 4:30 de la madrugada.

Ayer Kelly y yo llegamos a las 9 de la noche, cenamos juntos y charlamos sobre las cosas que nos gustan, como si fuéramos amigos, y eso me gusta, mucho, empezamos a conocernos más.

Cuando la canción termina, escucho que alguien toca la puerta, me levanto de la cama y abro la puerta.

—Hola—la linda vocesita de Kelly me asombra, ¿que hace ella aquí y a estas horas?

—¿Que se te ofrece? —digo desconcertado.

—No me haz dado el recorrido, no puedo dormir—admite.

—Ya somos dos.—Contesto con una sonrisa, aunque no sé si ella lo logra ver, dado a la oscuridad.

—Vamos—los dos caminamos por el pasillo principal—Bien, aquí es el pasillo de todas las habitaciones, están las 8, dos principales y las demás son más sencillas y más pequeñas. Éste pasillo se desvía a el sótano, y aquí también está el baño—digo señalando con la mano dos puertas blancas.—Mmmh, por aquí —digo caminando hacia el otro lado de la casa-—esta bien, aquí está el gimnasio, mi estudio, la biblioteca, y las escaleras para el tercer piso, o sea la terraza, ¿quieres subir? A éstas horas la ciudad se ve hermosa—ofrezco.

—Claro, traigo mi iPhone—se ríe —sacaré fotos, no tenemos ninguna más que las de la boda—asegura.

—No me gustan las fotos, Kelly—digo mientras abro la puerta para salir.

—Es maravilloso—susurra admirado el paisaje.—Creo que no deberíamos, bueno deberías cambiarla-sugiere.

—Aaah no, quiero hacerlo, es necesario.

—Es tu decisión, supongo.

—Realmente siento mucho haber tratado de huir, sé que no debí, pero estaba muy insegura. Estaba aterrada.—Confiesa.

La miro a los ojos, (algo que nunca hago con ninguna mujer), y digo suavemente:—Siento mucho haberte metido en todo esto, deseo mucho empezar a llevarnos mucho mejor, ser amigos por que estaremos un año juntos, de ahí tú podrás hacer lo que quieras y yo igual.—Tomo su mano, que sorprendentemente es demasiado sueve, es como tocar una nube,—tu mano es tan suave—susurro.

—Ay ya lo sé —se ríe, y de golpe calla, aparta su mano, y se levanta de la silla un poco desconcertada por su reacción a algo tan simple, ¡ella siente lo mismo que yo! ¡Lo sé! ¡Los dos sentimos éste magnetismo!

Camina hacia el balcón y se apoya en él para admirar la bella vista, ella ahí, yo aquí mirándola, ella mirando las estrellas, y los luces de la ciudad, ella en mi vida, ella con mi bebé, ella es una obra maestra, es una ingeniosa obra de arte, sus cuerpo parece hecho por pincel, pintado con los más bellos trazos, perfectos, con una complejidad y a la vez sencillez. Ella es realmente una obra de arte, es bellísima.

Cuando me acerco a ella, se vuelve hacia mí, asustada me mira con sus ojos gigantes, su inocencia me llega a excitar, llevo mi mano a su suave mejilla, es como seda entre mis dedos, la miro a los ojos mientras la acaricio, tiene un cuello perfecto, acaricio su cara embelesado, parece que estoy hipnotizado, es una sensación nueva para mí.

Paso mi pulgar en sus carnosos labios, son tan antojables, ella mira mis movimientos, sin moverse y sin decir nada, sólo mira; nuestras miradas se cruzan, y no lo dudo más, me acerco a ella y la beso, no es uno de esos besos sin sabor de lo que estoy acostumbrado, es un beso tan dulce como la maldita miel, es más dulce que cualquier caramelo hostigoso, es más que eso, es un beso de diferentes tipos, necesitado, con calma, dulce, apasionado, excitante, grotesco y a la vez nada. Tomo su delgada cintura y la acerco más a mí, la pego a mí, sin dejar ni un centímetro de separación, somos uno, fundidos en un beso, en una nueva vida.