La familia Falcón se vio envuelta en un torbellino cuando Ginés cayó enfermo después de pasar un día bajo la lluvia. Toda la noche se esforzaron para bajarle la fiebre.
Al día siguiente, con las piernas aún temblorosas, bajó las escaleras y encontró a Elián desayunando con tranquilidad. Un nudo se formó en su estómago al verlo de esa manera.
"Buenos días, tío Elián", dijo con la voz ronca y áspera.
Elián apenas asintió en respuesta.
"Sr. Ginés, el médico le recomendó comer algo ligero. Hice sopa, ¿le sirvo un poco?", ofreció el mayordomo con una sonrisa.
Ginés se sentó junto a Elián, mirando de manera insegura a su tío. Elián era un prodigio, había sido criado por Nicolás Falcón y la matriarca de la familia. Se fue al extranjero a estudiar a los 16 años, y a los 20 ya había obtenido dos doctorados de una prestigiosa escuela de negocios. Fundó algunas empresas e invirtió en otras, construyendo de esa manera un imperio. Su torre empresarial todavía dominaba el horizonte financiero de la capital.
Su facilidad para el éxito le había hecho adoptar una actitud distante y apática. Para los más jóvenes de la familia, la presión de estar a su altura era enorme.
"Tío Elián siento no haber sido cuidadoso con el asunto de la familia Soler," dijo Ginés, sin atreverse a mirarlo directamente.
Elián, jugando con su comida, preguntó con indiferencia: "¿Realmente te gusta esa chica Juárez?"
"Sí", respondió Ginés con convicción.
"¿Incluso si eso significa que te expulsen de la familia Falcón? ¿Seguirías con ella?", preguntó Elián con voz suave.
Ginés apretó los dientes. Siendo el único hijo, sabía que sus abuelos estarían furiosos, pero sus padres nunca lo abandonarían. Asintió firmemente. "Aun así quiero estar con ella".
Elián se quedó en silencio.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Caída en Su Trampa del Amor