Carta Voladora Romance romance Capítulo 123

Julio guardó silencio.

Se frotó las sienes con una mano:

—Olvídalo. Déjalo pasar.

¡No sabía a quién le había pedido que lo hiciera! ¿Aún podía obligarla a sacar la bolsa?

—Lo siento, Julio. He vuelto a causar problemas —Sara se mordió el labio en señal de remordimiento, y dijo con los ojos enrojecidos.

Al verla así, Julio trató de suavizar su voz:

—No es culpa tuya. No te lo tomes a pecho.

—Sí, Sara, escucha a Julio —le aconsejó Arturo.

La señora Semprún también asintió.

Al ver que todos se consolaban, Sara sonrió:

—Vale, ya veo.

—Por cierto, Julio, ¿cómo vas a resolver el caso de Sara? —Arturo miró a Julio y le preguntó.

Julio bajó los ojos:

—Lo sabrás mañana.

Al ver que se resistía a decir más, aunque Arturo estaba un poco descontento, no preguntó más.

Todo el camino fue silencioso. Después de media hora, llegaron.

Sara y sus padres salieron del coche.

Julio bajó la ventanilla del coche y los miró:

—Por favor, cuida bien de Sara.

—No te preocupes —La señora Semprún acarició la cabeza de Sara y respondió con una sonrisa.

Aunque Arturo no habló, el significado de sus ojos era el mismo que el de la señora Semprún.

Julio volvió a mirar a Sara:

—Descansa bien en casa. Te recogeré el fin de semana.

—Vale, Julio, adiós —Sara asintió.

Julio se dio la vuelta y se alejó.

Pronto volvió al Grupo Sainz.

Félix entró en el despacho con un documento de aspecto complicado:

—Sr. Sainz.

—¿Qué pasa? —preguntó Julio sin levantar la vista, mirando la pantalla del ordenador.

Félix se puso delante de su mesa, respiró profundamente y dijo

—Ya me he dado cuenta del estado físico de la señorita Carballo.

Julio dejó de escribir en el teclado. Luego miró a Félix:

—¿Y?

—Ella... está embarazada —Félix respondió con una cara extraña.

Julio se quedó atónito de repente. Tardó unos segundos en recobrar el sentido. Había una sorpresa no disimulada en su voz:

—¿Qué has dicho? ¿Que está embarazada?

—Sí, más de un mes —Félix asintió.

Sólo hacía más de un mes que la señorita Carballo y el señor Sainz se habían divorciado.

Se pudo comprobar que en cuanto la señorita Carballo se divorció del señor Sainz, mantuvo relaciones sexuales con el señor Pliego.

Julio cerró los ojos para que los demás no pudieran ver las emociones en sus ojos. Pero había una tormenta en su corazón.

Más de un mes...

Él y Octavia sólo llevaban más de un mes separados desde aquella noche, así que ¿era posible que el niño fuera suyo?

Su corazón latía más rápido. La mano de Julio sobre el ratón no pudo evitar tensarse, lo que demostraba que estaba ansioso en ese momento.

A Félix no le pareció extraño cuando lo vio.

Sabía muy bien que el señor Sainz también sentía algo por la señorita Carballo.

Así que ahora, cuando el señor Sainz se enteró de que la señorita Carballo estaba embarazada, definitivamente no pudo calmarse.

Sólo de pensarlo, Félix vio que Julio se levantó de repente:

—¿Hay alguna manera de saber de antemano quién es el padre del niño?

—Sí, amniocentesis, pero hay un gran riesgo de aborto. Sr. Sainz, ¿por qué lo pregunta? —Félix sintió curiosidad.

Julio no respondió. Frunció el ceño con fuerza.

Mirando su cara, Félix tuvo de repente una audaz suposición. Sus ojos se abrieron de par en par:

—Señor Sainz, ¿sospecha que el niño es suyo?

Julio le miró y asintió ligeramente.

Félix se quedó sin palabras.

El día antes del divorcio, los dos seguían teniendo sexo.

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