Carta Voladora Romance romance Capítulo 299

En la clínica, el médico estaba tratando a Julio por las quemaduras en el dorso de la mano.

Octavia se puso a su lado, con las palmas de las manos juntas, y preguntó con expresión seria:

—Doctor, ¿le pasa algo en las manos?

Se enteró de que había muchos nervios en la mano, temía que los nervios de su mano tuvieran algún tipo de problema que perjudicara su capacidad para cuidarse.

En ese caso, no podía permitírselo. Después de todo, se lastimó tratando de salvarla.

Julio miró el ceño fruncido de Octavia y la inquietud en sus ojos y susurró:

—No te preocupes, mi mano estará bien.

Octavia sabía que lo decía a propósito, y lo ignoró, se limitó a mirar al Doctor, esperando la respuesta de éste.

El doctor tiró un hisopo ensangrentado:

—No hay nada malo en sus manos —dijo:

—No hay mucho ácido sulfúrico en ellas. Sólo corroe la carne. Crecerá con el tiempo, pero podría dejar una cicatriz.

Ante las palabras del Doctor, el corazón de Octavia finalmente volvió a su sitio:

—Bien.

Las cejas de Julio se suavizaron:

—Ya ves, tenía razón.

Octavia le miró mal.

Entonces sonó su teléfono móvil.

Octavia lo sacó. Era Iker.

Sin demora, cogió su teléfono móvil y se dirigió a la puerta de la clínica.

Julio acababa de vislumbrar el identificador de llamadas de Octavia, y cuando la vio contestar, se le cayó la cara, y su mano sobre la mesa se apretó también

Al ver esto, el médico empujó sus gafas de lectura:

—Bueno, caballero, tiene que relajar la mano, no puedo vendar su herida cuando la sujeta con tanta fuerza de repente.

Julio frunció el ceño y finalmente soltó su mano derecha fuertemente apretada.

Pero su mirada, sin embargo, se había fijado en la puerta de la clínica en la oscuridad.

Fuera de la clínica, Octavia se puso el teléfono en la oreja y contestó:

—Iker.

—Nena, ¿estás bien? —Iker estaba al otro lado de la llamada; estaba terminando una reunión cuando escuchó a su asistente decir que un extremista había lanzado ácido a Octavia, así que la llamó inmediatamente.

—¿Es cierto que te atacaron con ácido sulfúrico? —Iker agarró el teléfono con fuerza en ambas manos, con la voz llena de tensión y preocupación.

Octavia asintió:

—Es cierto.

—¿Estás herido? ¿Dónde estás herido? ¿Es grave? —Cuando la oyó admitir el hecho, el corazón casi se le sale del pecho. Rápidamente hizo algunas preguntas más.

Octavia escuchó su preocupación sin reservas por ella, y su corazón se calentó:

—Iker, primero tienes que calmarte. Estoy bien. No me he hecho daño porque alguien me haya salvado. Si no, ¿cómo puedo hablar contigo por teléfono ahora mismo?

Al oír esto, Iker suspiró inmediatamente aliviado y dijo:

—Eso es bueno. Eso es bueno. Estaba tan asustado.

Se puso la mano en el pecho:

—Por cierto, cariño, dijiste que alguien te salvó. ¿Quién? Tengo que darle las gracias por salvarte a ti y al mundo.

—¿El mundo? —Dijo Octavia, sacudiendo la cabeza:

—¿De qué estás hablando?

Iker se limpió el sudor de la frente:

—No me lo estoy inventando —dijo:

—Salvó el mundo al salvarte a ti.

Alexander, ese chico está loco.

Si se entera de que esa nena está herida por el ácido sulfúrico, va a hacer algo que destruirá el mundo, así que no se equivoca.

Octavia no sabía en qué estaba pensando Iker, sólo pensaba que estaba haciendo una broma, tratando de animarla.

—Muy bien, sé serio —dijo Octavia, revolviendo su cabello alrededor de las orejas:

—Acabas de preguntarme quién me salvó, y te digo ahora mismo que fue Julio.

—¿Qué? —Iker se quedó helado, comprobando dos segundos después:

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Carta Voladora Romance