«Si Vivian me hubiera amado con tanta locura como Ashley, hasta el punto de estar dispuesta a hacer cualquier cosa por mí... Qué grande sería eso...»
Suspirando para sí mismo, Fabian sacudió la cabeza para salir de su ensoñación.
—Lo dejaré pasar esta vez. En el futuro, no hagas nada imprudente sin discutirlo conmigo primero, ¿de acuerdo?
Al oír que la había dejado libre, una expresión de alivio y alegría apareció en el rostro de Ashley. Abrazándolo, prometió:
—¡Por supuesto! ¡No lo volveré a hacer! Lo prometo. Fabian, querido, eres muy bueno conmigo.
Mientras miraba al hombre que tenía delante, un destello brilló en sus ojos mientras se enderezaba de repente. Mirándolo con una mirada y una voz seductora, habló de forma hechizante:
—Fabian, desde que has vuelto, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvimos eso...
Fabian se quedó sin palabras. Con el dormitorio solo iluminado por las lámparas de la cabecera, el entorno era tenue y el ambiente empezaba a llenarse de cierta expectación. En la penumbra, el rostro de Ashley se superpuso con una cara familiar en su memoria. Justo en ese momento, Ashley tomó la iniciativa de cerrar la brecha entre ellos. Sus labios rojos se acercaron mientras su cuerpo se frotaba con lentitud contra él de forma encantadora. Él podía sentir sus suaves curvas contra su piel mientras ella gemía:
—Fabian... En serio te deseo...
En el momento en que Ashley se acercó, el fuerte olor de su cuerpo pasó por su nariz. Sin embargo, esa fragancia corporal le despertó del trance, como si le salpicara un cubo de agua fría.
—No —pronunció esa única palabra y apartó a Ashley.
Tambaleándose tras ser empujada, le miró con incredulidad. Sus sentimientos estaban heridos mientras gritaba:
—Fabian...
Sorprendido por lo que acababa de hacer y, al mismo tiempo, sin saber cómo enfrentarse a ella, solo pudo decir:
—Hoy estoy demasiado cansado. ¿Qué tal otro día?
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