«¿Soy egoísta?»
Isaias se quedó aturdida de pie en su sitio, sin poder creer lo que escuchaba.
Después de un buen rato, hizo una mueca y dijo a la madre de Thiago:
—Si a tus ojos mi actitud hacia Selena es egoísta mientras sus actos despreciables se pueden considerar como una nobleza, entonces puedes tomarme como una simple egoísta.
Luego, se volvió para mirarla a los ojos de su abuela, esbozó una sonrisa burlona y continuó:
—De todos modos, ustedes no son más que un bando de despreciable. ¡No me importa nada su reconocimiento!
—¡Cómo te atreves! —la anciana gritó en voz alta con el rostro sonrojado por la ira.
No obstante, Isaias no le hizo más caso y volvió directamente a su propia habitación.
La anciana respiró profundamente unas cuantas veces para tranquilizarse antes de dirigirse a la Sra. Alguacil:
—Sra. Alguacil, te pido las disculpas por la actitud desmesurada de Isaias. La he consentido demasiado. No te preocupes. Luego le daré una buena lección.
Selena se entremetió dando palmaditas cuidadosamente en la espalda de la anciana:
—Abuela, no te enfades tanto. De todas maneras, no es la primera vez que Isaias se pone así. Cuando estaba con Thiago, ella podía ser un poco moderado. Pero ahora...
Selena se detuvo sin terminar su frase.
No obstante, la Sra. Alguacil entendió al instante lo que ella quería expresar.
«¿Así que la anterior apariencia amable que Isaias me puso es todo un fingimiento y ser irrespetuosa y egoísta es su verdadera naturaleza?»
Con eso en mente, ella suspiró suavemente en el interior y dijo:
—Está bien. Después de todo, es Thiago quien la ha defraudado, por eso es justo que haya perdido los nervios.
Aunque dijo así, la actitud de la Sra. Alguacil dejó de ser tan calurosa como cuando había llegado.
Tras charlar casualmente un rato más, los Alguacil se levantaron para despedirse.
Antes de irse, la Sra. Alguacil sacó unas invitaciones y dijo:
—Por cierto, tres días después se celebrará el banquete de mitad de año del Grupo Leguizamo. Nuestra familia es invitada todos los años por tener cooperación en los negocios con ellos. Este año tenemos la suerte de conseguir algunas invitaciones más, y como nuestras dos familias se unirán juntos por matrimonio, estas invitaciones se las damos a ustedes, para que podamos asistir a la cena todos juntos entonces.
La anciana gritó de alegría:
—¡¿De verdad?! ¡Muchas gracias por su amabilidad!
La Sra. Alguacil sonrió ligeramente, sin decir nada más y se fue con su marido y su hijo.
El corazón de Selena le latió violentamente.
—Mamá, si puedo bailar con el señor Leguizamo, ¿no significa que puedo obtener beneficios para nuestra familia?
La Doña Graciani la miró y se entremetió:
—Claro que sí, pero solo si ese señor Leguizamo tiene interés por ti.
Selena apretó las manos durante un momento y dijo con firmeza a la anciana:
—Abuela, no te preocupes. Por el bien de nuestra familia Graciani, trataré de hacer al señor Leguizamo quedarse atraído por mí.
La anciana asintió con aprecio y elogió:
—Es bueno que puedas pensar por el bien de nuestra familia, pero al mismo tiempo debes recordar que no somos dignos de aferrarnos a una familia tan poderosa como la Leguizamo. Ya nos bastará sacar algo de provecho, así que sé sensata y no hagas algo que ponga al señor Leguizamo en tu contra.
Tras una pausa, añadió:
—Gracias a la familia Alguacil, tenemos la oportunidad de asistir al banquete del Grupo Leguizamo, por lo tanto, Selena, tendrás que tratar bien a Thiago en el futuro. Si nuestra familia Graciani quiere llegar a un nivel más alto, tenemos que contar con la familia Alguacil.
Selena parpadeó pensativa y asintió:
—Lo sé, abuela. Cuidaré bien de él.
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