(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 22

En la tarde, luego de lidiar con tantos reporteros en mi entrada al trabajo, no puedo creer que esté generando tanto fastidio en la oficina y eso siendo mi segundo día de trabajo.

Por más pensamiento que esté atravesando en mi cabeza, esté día sí me dispuse a trabajar como es debido, organicé mis papeles y me puse en marcha a analizar todo lo que debería hasta que me vi interrumpida por unos inesperados golpes en mi puerta.

—Alice, el señor Augier se encuentra esperando afuera, está retenido por seguridad, ¿Tiene alguna orden que pueda dar?— Una buena y una mala noticia, de un día al otro, Mía tomó la confianza suficiente como para tratarme como iguales. La mala, mi peor pesadilla se encontraba a unos 80 metros de mi.

—¿Te dijo a que ha venido?— tenga o no, inventará alguna excusa para verme sí así lo cree necesario. Pero ante la negación de Mía a mi pregunta, me sentí curiosa ante lo que estaba pasando —Hazlo pasar.

Unos minutos después, dada mi autorización, Nicolas entró a mi oficina con una mirada traviesa.

—¿Ahora que quieres, Nicolas? Estoy muy ocupada— podré estar haciéndome la dura con él pero sí me tiene intrigada él motivo de su repentina visita, no creo haber hecho nada como para alterarlo.

—¿Así que quieres adoptar un bebé?—

Se acercó a mi escritorio en lentos y cortos pasos para luego sentarse en el, mi cuerpo se puso tenso con su inesperada proximidad.

—Nicolas, si vas hacer un escandalo por eso será mejor que te vayas ahora mismo...— le indiqué con mi mirada fija en los papeles que tenga que chequear, como si nada de lo que me estuviese diciendo me importase.

—¿Enserio quieres que me vaya, Alice?— la distancia entre nosotros se hizo más estrecha ante su continuo acercamiento.

—S-sí— no sé por qué estaba tartamudeando, es decir, sí sé pero aún no entiendo por qué tiene la capacidad de ponerme nerviosa con tan poco. Nicolas bajó de mi escritorio, alejó mi silla del mismo y se arrodilló frente a mi.

—Si tanto quieres un bebé ¿por qué no me lo pediste? yo estaría complacido de tener un hijo contigo y lo sabes— la mirada en su rostro me transmitía mucho, no pude evitar sentirme intimidada de algún modo.

—Yo no quier....— antes de que pudiera terminar de hablar, se levantó de pronto y juntó sus labios con los míos, me hizo parar de mi silla y, de alguna manera, se ingenió para subirme a mi escritorio, entre besos trataba de hablarle para que se detuviera.

—Nicolas, alguien podría entrar, detente— sí temía que alguien pudiese entrar y contemplar la situación, pero era lo único que me molestaba.

—No me importa. Que sepan que eres mi mujer— con cada beso de Nicolas mi cuerpo me traicionaba, estaba cada vez más y más entregada a él. Retiró mi camisa y mi sostén con agilidad mientras besaba cada parte que iba desnudando, y no me quedé atrás, fui quitando cada botón de su camisa dejando a la vista su marcado abdomen, no resistí la tentación de tocarlo, pasé mi mano por todo su cuerpo hasta que llegue a su pelo y enrede mis dedos en el atrayéndolo a mi.

—Gracias, Alice— ahora sí notaba un tono distinto en su voz, alegría, la gente es tan feliz con tan poco, que magnífico.

Finalizada la llamada, me dirigí de nuevo al sofá y tomé la chaqueta de Nicolas para luego irme a mi casa.

Llegué a mi casa y todo me parecía exhaustivo, podría haber hasta dormido en el trabajo pero no me siento descansada en lo absoluto. Todavía no asimilo mi embarazo y que todo esto es factor de eso, tengo que aprender a lidiar con eso.

Sin ganas de nada, me dispuse a alimentar al ser que yacía dentro de mi, porque si de mi dependiera me iría a la casa sin más. Suelo comer algo liviano a estas horas pero estaba antojada de algo distinto a lo usual; me preparé un salteado de verduras junto a un buen trozo de carne, los cuales envolví posteriormente en una gran baguette que conseguí camino a casa. Y así fue como me comí un gran sándwich por la tarde.

Ya no quedaban energías en mi después de un baño, no anochecía aún pero tenía todo servido para un gran sueño reparador mas no lograba conciliar el sueño. Me moví de un lado para el otro, cubrí mis ojos, me despojé de mis mantas pero nada me fue útil.

Nada hasta que eso llamó raramente mi atención, me levanté, me dirigí hasta mi perchero y tomé su chaqueta, la llevé a mi nariz; su olor me daba tranquilidad, me reconfortaba, imaginarlo cerca de mi ya no me parecía tan malo. Me lancé en mi cama abrazando su chaqueta y cerré mis ojos.

"Son cosas que la maternidad te hace sentir"

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: (COMPLETO) El Loco De Mi Prometido