(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 36

El tiempo pasó desde aquella noche, no quise pensar mucho en eso pero no es tan fácil como decirlo, tengo admitir que lloré y me desvelé mucho por eso y esas acciones me hicieron darme cuenta lo que valía o no. Lo sabía, no quería asimilarlo aún así tratara, tengo que alejar a Nicolas de mi vida, es momento de centrarme en mi familia.

—¿Quién es el bebé más hermoso? Sí, tu lo eres, mi amor— siempre he sido cariñosa con Samuel pero últimamente he estado muy apegado a él.

—¿Por qué le hablas con esa voz? lo vas a dejar tonto— pero mira quién lo dice, te he escuchado hablándole peor, no me juzgues y yo no te juzgaré.

—No es cierto, a él le gusta, ¿verdad mi amor?— mientras compartiamls muecas y balbuceos entre nosotros, el timbre sonó repentinamente.

—Sam, ¿puedes abrir por mi?— no iba a perder mi tiempo atendiendo gente, váyase a saber quién fuera.

—Sí, claro, ahora voy.

Mientras Sam abría la puerta continúe jugando con Samuel hasta que de reojo vi entrar a la mamá de Nicolas hecha una furia por lo que coloqué a Samuel en su pequeña silla de bebé para poder acercarme a ella a recibirla como corresponde.

—Señora Augier, que gusto verla...— yo estaba dispuesta a recibirla con la mejor de mis actitudes, no me esperaba un saludo como este de su parte. Su mano se había estrellado contra mi cara tan de repente que me hizo caer al piso

—Señora Augier, ¿qué...?— estaba tan sorprendida que no podía más que llamarla por su apellido y preguntar.

—Escúchame bien, Alice, te he querido como a una hija, pero no permitiré que el futuro de Nicolas se vaya a la basura por tu culpa. No quiero que te le acerques nunca más, ¿me haz oído? — y antes de que pudiera recomponerme salió del apartamento dándole un pequeño empujón a Sam que se había acercado a ella.

—¿Estás bien, Alice?— ni bien esa señora se había alejado, Sam corrió a socorrerme.

—Sí, yo solo... no puedo entender que acaba de pasar— y era cierto, ¿Por qué motivo su madre habría de venir hasta mi casa a amenazarme? ¿Qué estas haciendo Nicolas?

Ya basta, he dicho que no me involucraré más con esta gente, no voy a perder mi tiempo con ellos, tomaré ese golpe como recordatorio.

Con o sin hombres, la vida sigue, volví al trabajo después de meses, volver a pisar la empresa, disfrutar de mi oficins, ¿Quién hubiese dicho que sería tan reconfortante? Podría acostumbrarme a esta tranquila rutina.

Todo estaba yendo bien, con la empresa y con mi vida, llegué a pensar que todo acabaría ahí y ya no volvería a ver a nadie de la familia Augier tomada mi desicion, pero la última semana Nicolas ha estado mandando flores a mi oficina todas acompañadas por frases expresando sobre cuanto me extraña, cuánto me necesita, cuanto me ama, cada día sin falta, a excepción de hoy.

Juro que no quise pero soy muy conciente de cosas que repelo, todo el día estuve esperando con emoción que trajeran nuevamente alguna entrega por parte de Nicolas pero esto nunca pasó.

—Mia, ¿sabes si he recibido algo hoy, tal vez, a mi departamento?— traté de sonar lo más desinteresada posible, ni siquiera le dirigí la mirada cuando hablé, ojos fijos en los documentos, podría estar hablando de cualquier cosa, no necesariamente de esas flores.

—No, Alice, no me han informado nada, disculpe, ni bien sepa algo se lo haré saber— su respuesta me dió a entender que todo mi disimulo fue por nada, se notaba que sabía que estaba esperando.

—No tienes por qué disculparte conmigo, en más, perdóname tu a mi por molestarte con estas cosas— esta vez sí la miré y le dediqué mis palabras con una sonrisa.

Me acostumbré muy rápido a sus flores que pensar que no seguirá enviándolas me entristece, no debería mantener esas ideas en mente, hay cosas más importantes.

Terminé de trabajar y ya estaba lista para volver con Samuel, traté de enfocarme en otros deberes pero no fue sencillo, terminé saliendo más tarde de lo habitual por la esperanza qué tenía de recibir las flores de Nicolas pero me cansé de esperar. Resignada salí del edificio pero antes de subir a mi coche lo vi, Nicolas estaba parado al lado de su coche con un gran ramo en la mano, fui caminando en dirección hacía él un poco temerosa, preguntándome si debía acercarme o no pero, cuando al fin estaba frente a él y mi corazón comenzó a palpitar de prisa no dudé ni un segundo; ese hombre en verdad podía causar toda una fiesta de emociones dentro de mi.

—¿Qué haces aquí, Nicolas?— no quise parecer muy emocionada, así que rebajé mis emociones.

—No obtuve respuesta con las otras flores, así que quise entregar estas yo mismo— dicho eso, tímidamente me tendió el ramo de flores.

—Pero tú.... ¿llevas mucho tiempo esperando?— oh dios, yo también había estado esperando, si ambos lo estuvimos, él debió estar aquí hace mucho.

—Un poco, sí... esta vez tardaste un poco más de lo que pensé, por poco entro a buscarte— no me hubiera disgustado pero me agrada como está sucediendo ahora.

—Esto es demasiado para una cena entre amigos, ¿No crees?— voy a admitir que estoy tratando de provocarlo, quiero ver cuanto es capaz de aguantar.

—Que seamos amigos no significa que no pueda haber romance, además, ya me conoces, soy un romántico empedernido, Alice— no pude evitar reírme de la graciosa cara que había puesto tratando de parecer todo un don juan pero no duró mucho.

No sé cuando ni de dónde, pero frente a mi aparecieron dos platos con comida para ambos, tal vez estuvieron ahí desde un inicio y no me percaté, me perdí en esta magnífica vista.

Ambos estuvimos cenando y apreciando la vista de la cuidad mientras que, de vez en cuando, hablabamos de cosas mínimas, todo iba tranquilo hasta que Nicolas se acercó a mi y me besó, beso que no pude rechazar.

Cada vez que este hombre se acerca a mi es hipnotizante, como si fuéramos imanes difíciles de apartar, imposibles, de hecho. En un hábil y rápido movimiento, él ya estaba encima de mi, su beso me estaba haciendo estremecer, dejó caer un poco más su cuerpo sobre mi para que sintiera su erección pero cuando comenzó a tratar de quitarme la blusa, lo detuve. Lo moví para quitarlo de encima de mi, demonios, la estúpida cesárea, no podía dejar que Nicolas la viera o se daría cuenta de mi farsa.

—Creo que ya debería irme, mi hijo me espera— no tenía mucho más que decir, comimos, hablamos, nos amigamos, hora de marcharme.

El asintió un poco decepcionado de que las cosas no hayan podido llegar más lejos pero dispuso a llevarme a casa. El camino de vuelta fue un poco incómodo ya que ninguno de los dos dijo nada en el trayecto.

—Alice, perdóname si te sentiste forzada, te juro que no tenía intención de hacer esto, es que...— no quería oir más, sus palabras retumban mucho en mi, no puedo oir cosas que puedan hacerme cambiar de parecer.

—No, está bien, ambos somos adultos y yo no te rechacé, bueno, al menos no al principio— no traté de ocultar mis deseos pero sí mis razones.

—Pero yo no, no pude detenerme porque sabes cuanto te deseo— no sé cómo podíamos mantenemos en carretera, ya que Nicolas me miraba intensamente cada vez que hablaba.

—Y es por eso que debemos mantener nuestra distancia. Más ahora que nunca, no quiero problemas con tu madre o Rosalie...— no sé cómo la situación me llevó a decir eso, me he metido en un gran aprieto si lo ha escuchado.

—¿Rosalie o mi madre? ¿A qué te refieres?— Por Dios, Alice, ¿Por qué tuviste que abrir la boca? ¿Ahora cómo vas a salir de esta?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: (COMPLETO) El Loco De Mi Prometido