Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 112

Emilio se apresura a llegar a la escena. Una hora se reduce a media hora por él. Pero cuando llega a la puerta de la vieja casa rota, se detiene de repente.

—Emilio, ¿qué pasa? —le pregunta Abram.

Emilio mira fijamente la puerta que tiene delante. Piensa en la noche en el hotel. Aquella mujer era tan traviesa y testaruda como un pequeño gato salvaje. Su espalda cuando se fue y el colgante de jade que dejó lo hacen inolvidable.

Todo parece haber ocurrido ayer. Emilio no cree que su pequeño gato salvaje esté muerto.

—Nada.

Emilio respira profundamente. Ajusta su mente y dice con cara fría:

—Entra.

Aunque Emilio está preparado, se siente muy triste cuando ve el cuerpo de Anita con sus propios ojos.

Junto al cuerpo de Anita están los cadáveres de cuatro mafiosos. Están cubiertos de marcas de cuchillo. Sabe de un vistazo que los mataron a cuchilladas.

Anita está tumbada en el suelo boca abajo. Está cubierta con trapos de su ropa. Un hombre atrevido le da la vuelta. Todo el mundo se gira inconscientemente al verla.

—¡Maldita sea! —Emilio suelta un rugido de rabia y da una patada al hombre que tiene al lado. Sus ojos están inyectados en sangre.

—¿Quién lo hizo?

Anita murió miserablemente. Su rostro fuertemente maquillado está retorcido por el miedo. Tiene una cicatriz en el cuello. Probablemente fue estrangulada viva.

No es lo peor. Hay todo tipo de cicatrices en su piel. Fue brutalmente golpeada.

Ante la ardiente ira de Emilio, el hombre sólo puede levantarse en silencio y esconderse. Todo el mundo guarda silencio. Nadie se atreve a hablar ni a mirar el cuerpo de Anita en el suelo.

Sólo se puede describir como horrible.

Justo cuando el ambiente de la ruinosa casa es tan opresivo, un hombre entra tranquilamente. Abram lo detiene y le pregunta con la mirada qué está pasando.

Es obvio que el hombre siente que algo va mal en el ambiente de la sala. Justo cuando está a punto de susurrarlo a Abram, escucha el rugido de Emilio:

—¡Ven y cuéntame!

El hombre tiene que intentar reprimir el miedo en su corazón. Hace que su voz suene menos temblorosa.

—Jefe, acabamos de pillar a un hombre cerca. Es furtivo y parece saber algo. ¿Lo traigo y le pregunto?

—Tráelo aquí.

La cara de Emilio es terrible. Parece querer matar a cualquiera que esté cerca de él.

Menos de medio minuto después de que Emilio termine, un hombre es obligado a entrar en la casa rota.

El hombre se arrodilla en el suelo. Emilio le mira con frialdad.

—¿Qué sabes?

Ese hombre puede haber sido asustado por Emilio. Está temblando y no puede decir una palabra.

Emilio hace un gesto con los ojos y el hombre es golpeado. Sus gritos resuenan en la casa rota:

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