Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 127

Abram rara vez se enfada tanto como ahora. Suele ser amable y educado y nunca ha perdido los nervios. Luna nunca ve a Abram así.

El temperamento dominante y la mirada fría le hacen parecer otra persona.

Ninguno de los amigos de Emilio es cobarde.

La cara de Mateo está roja e hinchada de rabia. Nunca ha sido humillado. Ha sido mimado desde la infancia, ¡pero el hombre que tiene delante se atreve a pegarle!

—¡No te dejaré ir! —Mateo quiere levantarse y salir.

—¡Espera! ¿Dije que podías irte? —Abram le da una patada en el culo a Mateo. Mateo cae al suelo de nuevo.

Mateo está avergonzado. Grita:

—¡Cabrón! ¡Cómo te atreves a darme una patada en el culo! ¡Yo no he hecho nada! ¿Por qué me golpeas?!

—¿No has hecho nada? —La cara de Abram se vuelve fría. Vuelve a dar una patada en el culo a Mateo y dice con desprecio

—No creas que eres el presidente de una empresa, así que te tengo miedo. ¡Si le cuento a Emilio lo que ha pasado esta noche, morirás miserablemente!

Mateo está enfadado, así que quiere enseñar al loco que tiene delante. Quiere intimidarlo por lo que dice:

—¡Emilio no es nada! ¡El amigo de mi padre es el alcalde! Mientras mi padre diga una palabra, ¡puedo sacar a Emilio de la ciudad!

—¿Oh? —Mateo escucha dos voces al mismo tiempo.

Al oír otra voz en la habitación, Mateo levanta la cabeza asustado. Mira con pánico a Abram frente a él y luego duda en mirar detrás de él.

Un hombre alto está de pie en la puerta de la sala. Mateo se arrodilla y le mira. La figura de ese hombre es tan santa como la de un Dios. Mateo está demasiado asustado para levantarse.

Mateo no ve la cara del hombre, pero siente que le tiene un profundo temor. No puede evitar avergonzarse de sí mismo.

grita Mateo:

—¿Quién eres tú?!

Con eso, la luz de la sala se enciende. Al segundo siguiente, los pequeños ojos de Mateo se abren de par en par. Señala al hombre de la puerta y titubea:

—¡eres tú!

Emilio se burla y se acerca a Mateo. Le pisa el brazo levantado y escucha los gritos de Mateo con satisfacción. Dice con orgullo:

—Sí, soy yo.

Pocos se atreven a decir esas cosas a sus espaldas. Mateo dice delante de él que le dejará salir de la ciudad. Emilio lo escucha por primera vez.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje