Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 202

Emilio ignora la sensación familiar en su corazón. Al presionar su pecho no consigue despertarla, así que baja la cabeza y le da a Luna respiración artificial. Repite estas dos acciones de rescate. Luna escupe el agua de su boca.

Emilio se detiene. En ese momento, alguien descubre que algo va mal y se acerca corriendo. Cuando ve la situación clara, saca rápidamente su teléfono móvil y llama al número de emergencias.

—...

Cuando Luna vuelve a abrir los ojos, huele el penetrante desinfectante. Es el olor de los hospitales.

¿No está muerta?

Luna recuerda la sensación de morir antes de desmayarse. Ahora es una buena sensación renacer. Luna siente de repente que es bueno estar viva. Mientras esté viva, es algo muy feliz.

Luna recuerda de repente a la joven loca y al niño antes de desmayarse.

¿Dónde está el niño?

Luna se levanta de la cama y mira a su alrededor con ansiedad. Quiere encontrar al niño.

¿Sigue vivo? ¿Lo ha salvado?

Luna no encuentra al niño en la habitación y quiere quitarse la aguja de la mano y salir de la cama.

Justo en ese momento, la puerta de la sala se abre desde el exterior. Emilio entra y ve a Luna intentando sacar la aguja de su muñeca. La detiene inmediatamente:

—¡Luna! ¿Qué estás haciendo?

Con eso, toma las gachas en la mano y se acerca corriendo. Coloca las gachas a voluntad y detiene a Luna. Frunce el ceño y mira a Luna.

—No te despiertas fácilmente. ¿Por qué no te acuestas en la cama? ¿A dónde vas?

—¿Dónde está el niño? —Luna ignora a Emilio. Agarra el brazo de Emilio con ansiedad y pregunta con pánico:

—¿Sigue vivo el niño? ¿Dónde está?

Emilio piensa en Luna sosteniendo a la niña mientras se ahoga. Duda y dice abatido:

—Ese niño puede morir. El médico dijo que bebió demasiada agua. Si no se le rescata a tiempo... Sólo lo sé. Ahora el médico sigue tratando de salvarlo. Tal vez aún tenga esperanza de vivir.

Las palabras de Emilio son como un golpe en la cabeza de Luna. Ella mira la puerta con incredulidad y murmura:

—¿Cómo ha podido pasar esto?

Luna pierde la cabeza por un momento. De repente se le ocurre algo. Agarra la mano de Emilio con fuerza y le ruega:

—¡Emilio, por favor, ayúdame a preguntar cómo está el niño ahora!

—Yo... —Emilio frunce el ceño y no parece querer irse. Los asuntos de los demás no tienen nada que ver con él.

Pero tras las repetidas súplicas de Luna, Emilio no tiene más remedio que tocarle la cabeza y susurrarle:

—De acuerdo, iré. Tienes que asegurarte de estar en la cama y no salir, ¿sabes?

—De acuerdo —Luna asiente rápidamente.

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