Luna nunca ha estado enamorada y no sabe lo que es el amor.
A ella no le gusta Emilio en absoluto. Sólo odia a Emilio. Emilio mató a su padre. Su odio dura seis años. ¿Cómo podría olvidarlo porque Emilio es tan amable con ella durante sólo unos días?
Sí, debe ser. ¡No le gusta nada Emilio!
Luna se hipnotiza en su corazón. Emilio se da un baño y vuelve.
Emilio vuelve a la cama y ve a Luna en la colcha. Se acuesta junto a Luna y la abraza. Le quita el edredón y le dice con voz ronca:
—¿Por qué lo cubres? ¿No te sientes mal?
Con eso, Emilio ve las lágrimas en la cara de Luna y se congela.
—¿Qué te pasa?
Luna huele la masculinidad madura de Emilio. La ansiedad de su corazón se relaja de repente. Se gira para mirar a Emilio y sacude la cabeza. —Estoy bien.
Luna no quiere decirlo, así que Emilio no pregunta. Pone su barbilla en la cabeza de Luna y dice suavemente:
—Bueno, estás cansado. Descansa bien.
—...
Luna se tumba en los brazos de Emilio y guarda silencio. Recuerda lo que dijo Silvana. Tal vez debería tomar la iniciativa de ser amable con él y dejar que le hable de su hijo antes. Así no tendría que seguir sufriendo.
Luna está pensando, pero Emilio la mira a la cara. Antes no se había dado cuenta. Ahora está cerca de ella y se siente familiarizado con el rostro.
¿En qué lugar del mundo lo ha visto?
Emilio recuerda a personas que ha conocido antes y cree que le resulta familiar Luna. No puede evitar querer acercarse a ella y conocerla.
Es como si cuanto más se acerca a Luna, más puede encontrar esa respuesta. Pero resulta que cuanto más se acerca a Luna, más siente que ella es un misterio que no puede ver. Está confundido.
Esta vaga sensación confunde a Emilio. Debe haber conocido a esta mujer.
Pero por mucho que lo piense, no puede recordar dónde la ha visto. Emilio piensa inconscientemente en el recuerdo que ha perdido. Parece que hay una voz en su mente que le dice que ese recuerdo es importante para él y que debe recordarlo.
Antes no tenía un sentimiento tan fuerte, pero ahora es tan fuerte que no puede evitar buscar la verdad.
Lo buscó pero no encontró nada. Poca gente lo sabe. Abram dice que no importa para que Emilio no pueda ver nada.
Pero a Luna no le importa. Se levanta de inmediato y se tambalea hacia el salón. Rebusca en su bolso para encontrar su teléfono móvil y corre rápidamente hacia la habitación. Sostiene a Emilio con nerviosismo mientras hace una llamada de emergencia.
Son más de las 10 de la noche. Debería haber un médico de guardia. Pronto alguien responde al teléfono. Luna dice:
—Hola, ¿es el centro de emergencias? Mi amigo está enfermo. Tiene mucho dolor ahora. Sí, ya estaba enfermo antes. ¡No preguntes tanto! ¡Vengan rápido! ¡El doctor dijo que no puede enfermarse o morirá! Estoy en...
Cuando Luna llama, el médico quiere preguntar por el estado de Emilio en detalle. Luna hace una breve presentación. Cuando ve que Emilio ruge de dolor, se pone nerviosa e interrumpe al médico. Da una dirección directamente y pide que envíen una ambulancia rápidamente.
Luna cuelga y sostiene su teléfono móvil. Mira a Emilio con la mirada perdida y extremadamente ansiosa.
¿Qué debe hacer? No tiene ni idea del estado de Emilio. No sabe qué pasará cuando él se ponga enfermo. La última vez, Emilio sólo tuvo un dolor en el restaurante durante un tiempo y no fue tan grave como ahora.
¿Quién puede ayudarla en este momento?
¡Abram!
Luna piensa de repente que Abram es el único que conoce mejor el estado de Emilio. En este momento crítico, debería informarle a él primero.
Luna llama nerviosamente a Abram, pero éste parece estar ocupado y no responde a la llamada inmediatamente.
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