Luna está confundida pero camina tranquilamente junto a Emilio.
El ascensor llega a la planta donde trabajan. En cuanto se abre la puerta del ascensor, ven a Felicia sentada en medio del pasillo. Ha traído una silla y está sentada de cara al ascensor.
Baja las piernas en cuanto las ve. Parece enfadada pero no pierde los nervios. Se acerca a ellos, mira a Emilio y sonríe:
—Emilio, has vuelto.
La sonrisa de Emilio se desvanece al verla. Asiente con la cabeza de forma inexpresiva:
—Sí.
Felicia mira a Conan en el centro y se burla. Mira a Emilio y le pregunta:
—¿Es este su hijo?
Emilio mira a Felicia con frialdad y le pregunta:
—¿Por qué estás aquí?
Sin embargo, todo el mundo sabe por qué Felicia llegó a la empresa. Lo que es aún más escalofriante para Emilio es que lo sabe en una sola mañana. ¿Qué es lo que demuestra?
Demuestra que hay muchos espías de ella en su empresa. Su empresa se convierte en la herramienta de Felicia para vigilarlo.
Las palabras y los hechos de Felicia equivalen a desafiar la línea de fondo de Emilio.
Felicia mira con frialdad a Luna y la desprecia. Mira a Emilio y se burla:
—Emilio, tengo algo que hablar contigo. ¿Estás libre ahora?
dice Emilio con frialdad:
—Resulta que tengo algo que hablar contigo.
Felicia mira a Conan y dice con arrogancia:
—Vamos.
Se da la vuelta y se dirige al despacho de Emilio.
Las cosas están empeorando. A Luna le pesa el corazón. No esperaba que Conan viniera a la empresa a jugar, pero Felicia lo sabe.
Ella no pensó en ello. Olvidó que Conan se parece a ellos y por eso las cosas han llegado a este punto.
Luna mira con inquietud a Emilio. Emilio mira a Luna con calma y la tranquiliza. Luego se pone en cuclillas y toca la cabeza de Conan y lo consuela:
—Conan, no te preocupes. El tío y la tía quieren hablar. ¿Jugarás con mamá primero?
Conan sabe lo que va a pasar, pero no tiene ningún miedo. Sonríe tranquila e ingenuamente:
—Emilio... —Felicia está obviamente sorprendida por la reacción de Emilio. Se queda congelada durante unos segundos. Luego reacciona y le grita a Emilio:
—¡Emilio! No digas tonterías. ¿Por qué Luna y tú tenéis un hijo tan grande? ¿Es tu antigua amante? No puedes olvidarla, ¿verdad?
Al escuchar la conversación, Luna puede imaginar lo intensa que es la escena. Luna imagina sus maravillosas expresiones y su corazón late rápidamente.
Es la primera vez que hace este tipo de cosas furtivas. Al mismo tiempo, está deseando saber cómo responderá Emilio a su relación. ¿Lo admitirá o lo negará directamente?
Emilio gruñe tras escuchar a Felicia. Bromea:
—¿No eres muy capaz? ¿Por qué no compruebas si Luna y yo tenemos una antigua relación? Será mejor que encuentres pruebas. Cuando descubras que el hijo de Luna es mi hijo, ¡cúlpame!
—¿Pruebas? ¿La foto de la última vez que fuiste a Ciudad B no es una prueba? —Felicia tiene mal carácter. Normalmente, está dispuesta a ser obediente porque le gusta Emilio.
De hecho, es un caballo salvaje desbocado en casa y nadie puede domarla. Ahora Emilio se atreve a venir a la empresa con su amante y su hijo y deshacerse de ella. Felicia, por supuesto, no puede soportarlo.
Hoy, aunque se peleen, quiere que Emilio se lo explique.
—¿De verdad? —La voz de Emilio suena mucho más tranquila y segura. Dice con una sonrisa. —¿Y si es verdad? Señorita Gayoso, ¿va a romper conmigo?
—¿Romper? —Felicia parece haber sido golpeada. Ella grita:
—Emilio, ¿has hecho este plan durante mucho tiempo? Has ido a propósito a Ciudad B por negocios con esta mujer y hoy has traído a propósito a tu amante y a tu hijo a la empresa. Quieres obligarme a decirle a mi padre que rompa mi compromiso contigo.
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