En cuanto aparece la idea, Luna se siente abrumada por su ingenio. ¡Es realmente una buena manera! ¡Debería ganarle de una manera especial!
Al pensar en esto, la cara de Luna cambia de repente. Sonríe y coge el contrato que tiene delante. Dice sin dudarlo:
—De acuerdo, lo firmaré. ¿Dónde puedo firmarlo?
La repentina conformidad de Luna sorprende a Emilio. Levanta las cejas. Su sorpresa no dura mucho. Lo que sea que Luna esté pensando, no puede escapar.
Emilio sonríe con confianza:
—al final del contrato.
—De acuerdo —Luna sonríe a Emilio y escribe su nombre al final del contrato.
Cuando termina de escribir, una tormenta provocada por el contrato se detiene. A pesar de sus propios pensamientos, el contrato que resulta de la fuga de Luna y el proyecto y que les hace disputar, finalmente se firma.
Algunas cosas han cambiado en silencio. Luna se ha vendido. Aunque no lo admite, no puede hacer muchas cosas a voluntad.
Por ejemplo,...
Emilio vuelve a ponerla debajo de él después de que ella firme el contrato. Esta vez, Emilio no es tan grosero, sino amable. Luna también pasa de ser rígida al principio a ser sumisa.
Pero Emilio se detiene al final.
Luna no puede evitar burlarse de él.
—Presidente Palacio, ¿qué te pasa? Cada vez que te paras en un momento crítico.
—¡Cállate! —Emilio la fulmina con la mirada y le dice:
—Si no quieres que te coma, será mejor que te calles. De lo contrario, ¡te dejaré ver si puedo hacerlo!
A Luna le divierte la reacción de Emilio. Emilio no la toca realmente después de que se reencontraran. ¿Es impotente después del accidente?
Luna se divierte al pensar en esa posibilidad. Pero no puede demostrarlo. Sólo puede contenerlo en su corazón, lo que hace que su cara se enrojezca.
La reacción de Luna hace que Emilio se enfade. Esta gatita salvaje. Si no es un hombre que cumple su promesa, habrá olvidado todas sus promesas.
Pero Luna duda de su capacidad sexual, lo que estimula profundamente la autoestima de Emilio.
De repente, Emilio estira la mano de Luna y la coge. ¡Al momento siguiente lleva la mano de Luna a su entrepierna y le hace sentir si realmente no puede!
Luna se ríe en su corazón. El repentino movimiento de Emilio la sobresalta. Cuando Luna toca el objeto duro y caliente en su mano, inconscientemente quiere retirar su mano como si estuviera escaldada.
Pero Emilio le agarra la mano con fuerza y no la deja moverse.
El objeto duro que tiene en la mano se anima con su tacto. La pequeña mano de Luna está a punto de perder el control. Su cara está tan roja como una gota de sangre. Luna susurra:
¿Quiere que ella le ayude? ¡Ella nunca hará algo tan vergonzoso!
Emilio parece adivinar lo que Luna está pensando. Su aliento caliente le rocía la cara. Luego saca la manita de Luna y se mantiene a cierta distancia de ella.
Emilio se ríe y dice abatido:
—Olvídalo. Sé que no lo harás.
Con eso, Emilio se levanta y abandona el sofá. Su espalda parece un poco deprimida.
¿Está fingiendo?
Luna está sorprendida por la frustración en los ojos de Emilio. ¿Qué quiere decir? Ella no hace nada malo. Toma la iniciativa de jugar con fuego, pero le echa la culpa a ella.
Luna está un poco disgustada pero cuando ve su espalda, no puede evitar querer que se quede.
Luna se muerde los labios de forma incorrecta. No quiere decir eso. ¿Y si Emilio está fingiendo? Ella no hará esa vergüenza.
Luna no sabe qué está haciendo Emilio. Se queda sentada en el sofá durante mucho tiempo. Cuando vuelve en sí, ve a Emilio sentado en su asiento y mirando el ordenador. Parece que está trabajando.
Luna piensa un momento y se arregla la ropa un poco desordenada. Luego se levanta y le dice a Emilio.
—Tengo que volver a mi empresa. Mi jefe está esperando mis noticias.
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