Luna da una patada a la pared y sale de mala gana del baño. Vuelve al despacho de Emilio y su mirada se vuelve resentida.
—¿Qué voy a hacer aquí? —le pregunta Luna de mala gana.
Al oír a Luna, Emilio levanta la vista. Todavía lleva la bata, pero está sentado en un escritorio con una pila de papeles y tiene un aspecto extraño.
Emilio echa un vistazo a Luna y dice casualmente:
—Sigue haciendo lo que tienes que hacer. Tengo sed. Hazme una taza de café.
—...
Luna mira fijamente a Emilio. Conoce la mente de Emilio. Hace un mohín y se dirige al salón de té. Cuando abre la puerta, los dos guardaespaldas la detienen.
Luna se da la vuelta con disgusto y le dice a Emilio:
—¡no me dejan salir!
Emilio mira fríamente a los dos guardaespaldas. Inmediatamente retroceden y se ponen de pie como dos troncos.
A Luna no le gusta que la observen y la bloqueen por todas partes. Así que cuando Luna llega al salón de té para preparar el café, se le ocurre un plan y sonríe a traición.
Luna vuelve a la oficina y le lleva el café a Emilio. Luego sale de la oficina y se sienta en su lugar de trabajo.
Luna se ríe en su corazón todo el tiempo. Se imagina la expresión de Emilio cuando se toma el café innumerables veces. Debe ser divertido.
Emilio termina de leer el primer documento en el despacho. Firma y sacude el cuello. Coge el café que tiene delante y se lo bebe.
Uno, dos, tres...
Emilio toma un sorbo de café. Lo vomita cuando no está completamente en su garganta.
Al mismo tiempo, la cara de Emilio se vuelve lívida. Grita:
—¡Luna!
Emilio golpea su café sobre el escritorio. Quiere salir corriendo a darle una lección a Luna, pero no puede. ¡Luna pone mucho azúcar en su café! ¡El café es sustituido por la dulzura!
Debería darle una buena lección a la traviesa gatita salvaje. Hoy la hizo enojar, pero ella se burló de él. Es demasiado atrevida.
Emilio se levanta enfadado. Va al salón y se viste. Luego sale de la oficina y se va a cenar con Luna.
Luna no puede evitar reírse en su interior cuando sale Emilio. Emilio ve su expresión y se burla:
—¿Es divertido?
—Sí, es gracioso..
—Luna empieza a dar palmadas en la mesa y a reírse. La guerra entre ella y Emilio comenzó cuando ella acaba de echar un montón de azúcar en su café. ¡Luna no se va a hacer más daño!
Luna es franca. La boca de Emilio se mueve. Su cara está lívida. Recoge a Luna en la recepción y la besa en público.
Los dos guardaespaldas giran la cabeza.
La boca de Emilio está llena de dulzura. Luna no puede soportar la dulzura. Cuando se da cuenta de que los guardaespaldas están allí, no puede evitar darle una palmada en el pecho a Emilio.
Emilio sostiene la mano de Luna y no la deja moverse. Después de un largo rato, Emilio la suelta. La mira a los ojos y le pregunta:
—¿Te gusta el sabor?
—Voy a volver a ver a mi hijo esta noche. En cuanto a la mudanza a tu casa, déjame pensarlo primero.
—De ninguna manera —Emilio rechaza la petición de Luna sin dudarlo. Entrecierra los ojos y dice con frialdad:
—¿volverás de nuevo? ¿Crees que te dejaré ir? Deja de soñar despierto. ¿Dónde vive tu hijo? Haré que lo recojan.
Conan y Juan...
Juan y Emilio son enemigos. Luna mueve la cabeza con firmeza y se niega:
—No. No puedes ir donde vive mi hijo.
—¿Por qué? —Las palabras de Luna desconciertan a Emilio. Dice con desazón:
—¿Estoy en lo cierto? ¿Cuál es tu relación con ese amigo tuyo?
—¡He dicho que no! —replica Luna con impaciencia. Echa una mirada a Emilio y dice descontenta:
—¿Por qué siempre me malinterpretas? No es lo que tú crees.
—¿Por qué no me dices la dirección?
—Eso es porque..
—Luna mira a Emilio y casi se le escapa que si se va, tendré un gran problema.
Afortunadamente, Luna se contiene. Se da la vuelta y dice:
—No puedes ir de todos modos. No te lo explicaré.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje