—Puede que me vaya más tarde. ¿Tienes algún amigo o familiar que te recoja? No es conveniente que te muevas ahora —La voz de Anita es tan suave como el algodón.
Luna se queda pensando un rato y finalmente piensa que sus amigos y familiares son diferentes a ella.
—¿Qué pasa? —Parece percibir la vergüenza de Luna.
Luna sabe que va a arrastrar a Anita si no consigue que alguien la recoja. Sonríe de mala gana y dice:
—Llamaré a mi marido.
Anita la elogia:
—Te casas tan joven. Eres realmente feliz.
Luna no responde. Sólo ella sabe cómo se siente.
Emilio contesta pronto al teléfono. Luna le explica brevemente lo sucedido y el hospital al que va.
El tono de Emilio al otro lado del teléfono es frío. Parece que aunque Luna muera, no afectará a su estado de ánimo.
Porque Emilio nunca le pregunta a Luna si está gravemente herida. Luna se siente un poco frustrada.
Pero pronto se dice a sí misma que puede deprimirse por cualquiera menos por Emilio. De lo contrario, tarde o temprano, se volverá loca por ese psicópata malhumorado.
Por fin llega Emilio. Mira a Luna sentada en el pasillo del hospital y le dice enfadado:
—Te puedes caer hasta cuando caminas. No sé qué puedes hacer.
Luna está acostumbrada desde hace tiempo a la indiferencia y el sarcasmo de Emilio. No le importa porque ha llamado a Emilio a petición de Anita. No quiere arrastrarla. Después de todo, Anita y Luna no se conocen. Es muy amable al enviarla al hospital.
Luna se gira para mirar a Anita inconscientemente. Ve a Anita de pie como una estatua. Sus labios tiemblan ligeramente y mira fijamente a Emilio.
Luna piensa que Anita es un poco extraña y le pregunta:
—Anita, ¿qué te pasa? ¿Conoces a Emilio?
Frente a las personas de fuera, Luna sigue llamando cariñosamente a Emilio.
Anita no le responde. Luna piensa que es anormal y le da un pequeño empujón.
El cuerpo de Anita se agita salvajemente. De repente da un paso atrás y dice:
—No lo conozco. No lo conozco.
Luna frunce el ceño. Puede sentir la tensión de Anita y se acerca a ella. Quiere descubrirlo. No esperaba que Anita se soltara de su mano. Sale corriendo del hospital gritando.
Al ver que Anita sale despavorida, Luna le dice a Emilio:
—Creo que Anita puede ser una mujer con la que estás ahí fuera. Parece triste.
A Luna no le importa la vida de Emilio por ahí. Porque Luna no tiene sentido de pertenencia. En lugar de culpar a Emilio, siente que Anita está agraviada.
Emilio frunce el ceño al ver dónde desaparece Anita. Parece estar pensando en algo y no prestar atención a Luna en absoluto.
—¿No puedes admitirlo? Usted es el Señor Palacio. Tiene muchas mujeres. Es normal, así que no necesita encubrirlo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje