Dos bofetadas.
El sonido claro sonó por el pasillo.
A su alrededor, todos los invitados y camareros se quedaron aturdidos al ver esto.
Diana reaccionó a primera hora, se dirigió a Santino diciendo, -Santino, ¿cómo estás?-
Aitana también vino corriendo a ver a su hijo, se veía su cara torcida con dos marcas rojas, -Paulina, ¿te atreves a pegar a mi hijo? ¡Te mato!-
Luego se echó sobre ella como si quisiera comérsela.
No le daba tiempo para esquivar, cuando Aitana estaba a punto de herirla. justo en este momento, un brazo fuerte apareció detrás de Paulina y le paró la mano a Aitana.
-¿Qué pasa aquí?-
Paulina escuchó una voz fría a su espalda y el tono contenía un furor indetectable.
En seguida, un olor familiar le rodeó.
Es el típico olor de Marcos, con aroma suave y fría.
Después, sintió que se le estaba apoyando un pecho ancho y la temperatura corporal del hombre pasó a ella a través de la ropa fina.
Al instante, se sintió completamente segura y le dio la gana de llorar.
No se controló a verlo y preguntó con las lágrimas en los ojos, ¿Por qué has venido?-
Marcos la miró bajando la cabeza, quiso respondérselo, pero al ver la marca hinchada en su cara, como si se hubiera ardido.
Un furor surgió en sus ojos, pasó de ser tierna ante Paulina a ser aterradora.
Levantó la cabeza lentamente mirando las personas delante de él.
Con una mirada fría e indiferente, ¡qué temerosa!
-¿Quién lo hizo?- preguntó.
Entre los seis, sea Santino, Gustavo o Benjamín, todos eran perros viejos en mundo comercial, pero ahora, sintieron la frialdad al mismo tiempo.
Diana se quedaba aún más sorprendida sin esperar que fuera a aparecer un hombre y proteger a Paulina.
Observó a ese hombre con susto.
Majo, distinguido, envuelto de un traje de alta costura, erguido y estirado, cada gesto mostraba su elegancia innata.
Como si fuera un noble de la Edad Media, lo que hizo sombra a Santino a su lado.
Diana estaba sorprendida y celosa.
Creía que Paulina pasó estos años muy mal y no pudo olvidar a Santino.
Ni se esperaba que esta mujer fuera capaz de atraer a un hombre tan sobresaliente.
¡Por qué!
Una putita que había dado a luz para el otro hombre, ¡cómo le merecía!
¡Debería estar ocultada en los rincones sucios!
Cuando Diana estaba a punto de cabrearse, Paulina dijo como si no hubiera pasado nada, -Estoy bien, solo es un arañazo de un perro.-
Fue vista en una situación tan embarazosa, como si se le abriera la cicatriz y la expusiera bajo el sol.
Tenía miedo de que Marcos supiera que ella había sido madre de alquiler por dinero.
Se creía tan sucia que no estaba en posición de estar con él, y más tratándose de tocarle a Esteban.
El pequeñito era tan ingenuo y puro y también le gusta Paulina, si se enterara de que ella abandonó a su propio hijo por dinero, ¿debería estar muy decepcionado?
Pensando en eso, se le contrajo todo el corazón, creía que no podía seguir estar aquí, por eso se dirigió al asiento para coger su bolso a diestro y siniestro y dijo a Marcos, -Ya está, estoy un poco incómoda, me vuelvo. Gracias por tu cena.-
-¿Qué te pasa Paulina? ¿Si necesitas ir al médico?-
Esteban se le acercó preocupado intentando abrazar su pierna.
Nadie esperaba que Paulina retrocediera unos pasos, sin embargo, antes satisfacía todas las peticiones de Esteban.
Esteban se quedó aturdido con las manos suspendidas en el aire.
Paulina pidió disculpas, -Lo…lo siento, Esteban, ha sido sin querer… perdóname.-
Luego pasó por el lado de Marcos y se fue a prisa sin esperar a que respondiera Esteban.
Viendo la puerta abierta con las lágrimas en los ojos y no se sabía la emoción que llevaba Marcos.
Esteban acabé volviéndose en sí, salió del palco corriendo, -tía Paulina…-
¿Pero dónde estaba tía Paulina?
Se le arrasó de lágrimas viendo a Marcos, las gotas no paraban de caer, -Padre… a tía Paulina, ¿le molesto?-
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