Desastroso matrimonio del Alfa CEO romance Capítulo 2

Los días siguientes días Rous fue en repetidas ocasiones a visitar la tumba de Jeremith, allí renovaba las flores que se habían marchitado; después permanecía un rato contemplando la lápida donde estaba grabado el nombre de su mate en letras doradas.

Sus sentidos agudizados por la depresión percibían el reinante silencio y soledad que rodeaba el entorno, tal y como se encontraba su alma. En los ojos de Rous se podía apreciar una gran tristeza, éstos ya no tenían lágrimas para llorar.

***

El abuelo que rechazó rotundamente a Rous desde que se enteró que su nieto se iba a casar con ella, se encargó de hacerles la vida imposible a la muchacha y a toda su familia. No estaba conforme con que Jeremith y Rous hubieran hecho la división de bienes antes de contraer matrimonio. Estaba muy enojado y Elisa con veneno en sus parrabas se encargó de alimentar su ira contra la joven viuda.

A Rous no le importaba el dinero de su esposo, pero nunca se imaginó la persecución que los Remington armarían en su contra y en contra de toda su familia con el propósito de alejarlos de la ciudad.

Lo peor del problema es que varios de los primos de Rous eran empleados de las empresas Remington, y pronto las cosas se pondrían de color de hormiga.

Habían pasado pocos días de la muerte de Jeremith; Rous sabía que debía irse de la casa del lago, pues pertenecía a los Remington, conocía que no debía permanecer allí por mucho tiempo.

Y no estaba equivocada, el Alfa ordeno el desalojo, envió a un par de guardias para que la sacaran sin contemplación.

Elisa le dijo al abuelo:

—Déjame a mí darme el gusto de sacarla como a un gato sucio de la casa.

—Si hija, ve y echa a esa arribista. Que se busque a otro que la recoja con sus cuatro trapos.

Cuando Elisa llegó a la casa del lago, Rous ya tenía empacadas casi todas sus cosas.

Por el luto de la acaudalada familia, Elisa tenía puesto un costoso vestido color negro que resaltaba su flaca figura. Cuando llegó a la casa del lago, vio que la joven no estaba sola, el abuelo y su tía la estaban ayudando.

Irrespetando el dolor de la viuda que apenas días atrás había perdido a su esposo, se burlaba observando cómo empacaba sus cosas. Con una voz chillona le dijo:

c2 La persecución 1

c2 La persecución 2

c2 La persecución 3

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