—Dicen que vienes de una familia rica, pero tienes una gran personalidad y tanto talento que en el poco tiempo que llevas aquí has atraído a Leopoldo, el presidente del Grupo Durán, una de las empresas líderes, y a Xavier, el actor conocido, para que se pelearan por ti.
Un bombo así, sin coste alguno, era casi un regalo por ningún esfuerzo, y además, siempre que pudiera tener que ver con cualquiera de ellos, su popularidad y reconocimiento en la industria aumentarían enormemente.
Más la miraba, más satisfecha de ella Lidia se sintió, tanto que quiso besarla.
—Diana, mira, como el rumor sigue aumentando, tu volumen de búsqueda se está disparando. Nunca pensé que pudiéramos recoger toda esta influencia para nada.
Al oír eso, Diana miró a la agente muy contenta que estaba a su lado y le dio una sonrisa.
—El responsable del importante proyecto que negocié por ti ha estado dudando, pero creo que esta vez funcionará.
Dicho esto, Lidia la ignoró y se marchó enseguida, dispuesta a aprovechar la tendencia para hacerse con más trabajo para ella.
Sin embargo, Diana, que acababa de llevar una ligera sonrisa, no pudo evitar fruncir el ceño.
El asunto entre Leopoldo y Xavier esta vez no debía ser por ella. A Lidia no le importaba nada más que su carrera de actriz, pero ella no era así.
¿Qué tipo de persona podría haber causado este conflicto entre ellos?
Le vino a la mente un nombre, pero no quiso creerlo de todos modos. Entrecerró los ojos mientras en su corazón seguían agitándose emociones complicadas.
***
Mariana estaba dibujando en su ordenador en la sala, mientras Ana, sentada a su lado aburrida, cogió una naranja fresca, peló rápidamente la piel, luego quitó la parte blanca de naranja y se la entregó.
Después, cogió otra y empezó a comerla mientras la pelaba.
—¡Mari, ha habido otro gran cotilleo en internet últimamente! ¿Quieres saberlo?
Mariana fijó la mirada atentamente en el diseño en su ordenador, manipuló el ratón en su mano y preguntó:
—¿Sobre qué?
—¡Ayer Leopoldo y Xavier se pelearon en el aparcamiento subterráneo de algún hospital! Un periodista lo grabó con una cámara y lo colgó en Internet. Ahora el Internet se inunda de lágrimas de los millones de fans del Señor Bolaño, ¡están tan desconsolados!
Mariana frunció el ceño y dejó el ratón, preguntando con cierta inquietud:
—¿Aparcamiento subterráneo?
Ana no notó la extrañeza en su tono y continuó emocionada:
—¡Sí! ¡Y hablan de que se pelearon por una mujer! Se especuló mucho en internet, y finalmente algún bloguero dio con el cuadro de relaciones que supuestamente se ajustaba mejor a los hechos, lo que llevó a la identidad de la protagonista a... ¡Diana!
Con eso, Ana no pudo evitar relamerse y sentir mucha pena.
—Vaya, ¿por qué estás tan enfadada? Estas dos personas no tienen nada que ver contigo.
Al ver su expresión de indignación, Mariana no pudo evitar sacudir la cabeza y sonreír.
Sin embargo, su corazón latía debido a alguna sospecha, impidiéndole calmarse.
No pudo evitar suspirar y también sujetó con fuerza la mano de Mariana.
En la oficina del presidente del Grupo Durán.
Leopoldo frunció el ceño, mirando solemnemente la tableta que Lionel le había entregado mientras que sus delgados dedos se deslizaban por la pantalla. Los llamativos titulares se reflejaron en sus ojos, haciendo que su aura se volviera un poco más fría.
—¿De qué se trata?
Arrojándola sobre la mesa de madera, se recostó en su silla y miró molestamente arriba a Lionel frente a él, sus entrañas ardiendo por la ira que estaba surgiendo lentamente.
Lionel se estremeció subconscientemente y estrechó las manos, el sudor frío no pudo dejar de brotar y cubrió su frente en poco tiempo.
Se sintió desafortunado de que cada vez que le ocurría algo así a su jefe, ¡era él quien recibía la interrogación aquí!
Con un aliento profundo para borrar varios pensamientos, Lionel se adelantó y dijo con voz suave:
—Su pelea fue captada por la cámara por un reportero y publicada en línea. Un bloguero afirmó que... el conflicto entre usted y Xavier era por una mujer, y dijo que era... Diana.
Tras decir esto, Lionel se sintió muy inquieto, como si alguien le hubiera agarrado por el corazón y le hubiera impedido respirar.
Naturalmente, el jefe no quería aparecer en las páginas de esta desordenada noticia de entretenimiento.
—Que alguien bloquee las noticias, además, investiga tú esa web, creo que no quiere seguir funcionando.
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