Después de quedarse aturdida por un momento, Mariana habló en voz baja:
—Estoy bien, suéltame.
Recordó de repente la conversación que escuchó en el baño ese día y se sintió un poco incómoda.
Levantó la cabeza y miró a Leopoldo, con los ojos llenos de dolor.
Mariana luchó por librarse de la mano de Leopoldo y dio un paso atrás y miró a Leopoldo.
Su cuerpo empezó a temblar.
—Señor Durán, ¿qué está haciendo? ¿Cree que me está cuidando? No es así. Usted es mi jefe en la empresa, no necesito su repentina y especiosa preocupación como esta, no la necesito.
Mariana levantó las manos, tratando de expresar algo, pero al final, las bajó.
—Creía que había conseguido este trabajo por mis propios capacitad, pero todo lo que ocurrió después en la empresa me recordó que no lo consiguió por mí misma. ¿Sabes qué tipo de vida estoy viviendo realmente en la empresa?
Mariana levantó la cabeza y miró a Leopoldo con indiferencia.
—No lo sabes.
Aunque Mariana estaba sonriendo, se podía sentir su tristeza.
—Sólo crees a los que ves con tus propios ojos.
Las fotos de ella y Xavier, las actitudes que Elisa tenía hacia ella y la suavidad disimulada de Diana... eran las cosas que Leopoldo estaba dispuesto a creer.
Después de decir esto, Mariana se marchó.
Leopoldo miró la mano que colgaba a su lado y la agarró inconscientemente, como si el toque de la muñeca de Mariana siguiera en su mano.
El asistente miró a Diana, que caminaba hacia Leopoldo, y finalmente se dirigió a Mariana.
—¿Señora?
Mariana se detuvo.
Cuando el asistente llegó al lado de Mariana, vio un rostro lleno de tristeza.
Frunciendo los labios, Lionel dijo:
—Señora, ha entendido mal al Señor Durán, puedes conseguir este trabajo no solo por la ayuda del Señor Durán, sino que también por tu propia capacitad.
Sin embargo, Mariana no quiso creer las palabras de Lionel.
—El Señor Durán no encontró a nadie que te siguiera, esas fotos me las dio un redactor, y luego el Señor Durán las vio.
El asistente continuó:
—Pero, por su reputación, el Señor Durán compró esas fotos, ese reportero que tomó las fotos quería hacer rumores sobre el Señor Bolaño.
Mariana giró la cabeza, miró a Lionel, frunció el ceño y preguntó.
—¿Es realmente así? —preguntó Mariana con cautela.
Mariana ya no sabía en quién debía confiar.
—Sí, el Señor Durán no quería hacerte daño.
Al oír esto, Mariana se sintió muy contenta:
—¿De verdad? Gracias, Nuria.
Sabía que Nuria debería haber mezclado su trabajo con el de ella, pero lo que no esperaba es que a Elisa le pareciera bien.
Sin embargo, Elisa debería haber visto que el diseño provenía de dos personas diferentes.
Frunciendo el ceño, Mariana se sumió en una profunda reflexión.
Al verla así, Nuria dijo:
—Mariana, no pienses demasiado, tu trabajo es tan bueno que debería ser seleccionado.
—Parece que esta colaboración es para ti, una gran parte de este nuevo lanzamiento de productos fue diseñada por ti.
Las palabras estaban llenas de aprecio.
Aunque todavía había algunas dudas en su corazón, Mariana dio una sonrisa a Nuria.
Si no fuera por la ayuda de Nuria, seguro que estaría muy ocupada todos los días y no tendría tiempo para diseñar.
—Vale, me voy a trabajar.
Tras decir esto, Nuria volvió a su propio escritorio.
Mariana recogió la sonrisa de su rostro y siguió trabajando.
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