Desde un matrimonio falso romance Capítulo 212

Sin embargo, Leopoldo no se percató del descontento del director de relaciones públicas, y se limitó a sentarse fría y tranquilamente en su asiento, sin decir nada.

Semejante aura suya ejercía invariablemente una gran presión sobre la multitud, y en un instante la escena quedó en silencio, como si el aire estuviera congelado.

Mariana no pudo evitar morderse el labio y estaba muy nerviosa. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, notaba todo tipo de miradas, lo que la irritaba e inquietaba.

Justo cuando Nuria sintió que el ambiente era demasiado malo y quiso cambiar de tema, vio que Leopoldo se levantaba y miraba fríamente a Mariana. Tenía el ceño fruncido y parecía impaciente.

Nuria se apresuró a tocar a Mariana, que seguía aturdida.

Mariana se levantó aturdida y miró confundida a Leopoldo. Parecía no saber por qué lo había hecho Leopoldo.

Las acciones de ellos volvieron a romper la atmósfera congelada. Todo el mundo se excitó y se puso en pie en una ráfaga de entusiasmo.

—¡Dar un beso!

—¡Deprisa! Toma una servilleta.

—¡Elige una más fina!

Los ruidos subían y bajaban, y en ese momento, Mariana sólo podía ver al hombre frío y severo que tenía delante. Ambos se miraron profundamente a los ojos y parecía haber una chispa en el aire.

Mariana se sonrojó incontroladamente. Era como si se hubiera aplicado una gruesa capa de colorete, pareciendo muy seductora y no tan pura y fría como de costumbre.

En ese momento, alguien se interpuso entre los dos. Llevaba en la mano una servilleta muy fina, que incluso la luz de la lámpara del techo podía penetrar débilmente.

Mariana no pudo evitar dar medio paso atrás.

Sin embargo, al instante siguiente, la servilleta seguía precisamente en sus labios, obligándola a inclinar la cabeza hacia arriba. Mariana cerró inconscientemente los ojos con fuerza y sólo pudo escuchar la ruidosa cacofonía de voces.

Inmediatamente después, el sonido que la rodeaba parecía haber disminuido repentinamente y, poco a poco, el entorno quedó en silencio. Mariana se quedó perplejo y frunció ligeramente el ceño. Cuando estaba a punto de abrir los ojos para ver qué ocurría, alguien la besó de repente en los labios y ella se puso inmediatamente rígida.

Mariana se quedó boquiabierta y no se atrevió a moverse. Aunque los labios de ellos estaban separados por una fina servilleta, ella aún podía percibir la forma de los labios de Leopoldo.

El tiempo parecía pasar muy lentamente, y Mariana sentía que incluso respirar era un lujo. Sus mejillas estaban muy calientes.

Todo esto se alivió cuando los labios de Leopoldo se fueron.

Los otros estallaron al instante con una sorprendente ovación. Ellos no parecían esperar que Leopoldo hiciera esto.

Cuando Leopoldo se enderezó, algunos de los que sostenían sus teléfonos móviles para grabar vídeos los guardaron y el ambiente alcanzó su punto álgido.

Cuando ellos se dirigieron después al karaoke, seguían comentando la impactante escena que acababa de presenciar.

Mientras Mariana caminaba tras la multitud, junto a Nuria y Leonor, no podía evitar seguir mirando la fría y severa espalda que tenía delante.

—¿Qué te pasa? ¿Estás enamorada de él?

Al ver la mirada distraída de Mariana, Nuria se río en broma y golpeó suavemente el hombro de ella.

Leonor, a su lado, tampoco pudo evitar reírse.

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