—Se trata de una película del siglo XVIII que se empezará a rodar en breve. En vista de tu excelente comportamiento la última vez, te voy a encargar esta tarea. Puedes designar a tu propio grupo, y dirigirás a tu grupo y serás responsable de todos los diseños de vestuario y maquillajes para esta película.
La directora le describió el trabajo en detalle con su voz dulce y tierna. Cuando levantó la vista, se encontró con la mirada de Mariana. En la mirada de la directora, se notaba la admiración y elogio por Mariana.
Pero Mariana no estaba nada tranquila.
¿Una película del siglo XVIII? Nunca había diseñado este tipo de trajes, y casi todos sus diseños fueron vestidos modernos.
Esta tarea era a la vez un reconocimiento y un gran reto para ella.
Tenía bastante confianza en sus diseños para la ropa moderna, pero los trajes antiguos eran un poco difíciles para ella.
—Puedes firmar aquí.
Naturalmente, la directora no le dio la oportunidad de negarse y cogió un bolígrafo y se lo entregó a ella.
Mariana cogió la pluma y dudó un poco.
—¿Qué pasa? ¿Tienes alguna duda?
—Directora, es que nunca he estudiado los trajes antiguos, por eso...
—Entonces ve y estudíalo, no hay nada difícil. No necesitas pensar en otras cosas en la empresa, si alguien de tu grupo no obedece, puedes decírmelo, no te preocupes por el resto.
Al igual que la última vez, Mariana comprendió que la directora no estaba discutiendo con ella sino dando una orden.
—Bueno, intentaré hacer un buen trabajo.
Tras firmar su nombre en el documento, Mariana le dio las gracias y se marchó de la oficina.
Cuando volvió al departamento de diseño, Mariana explicó la situación a sus colegas del departamento y éstos se sorprendieron mucho.
Todo el mundo sabía que «Emperatriz Santa» sería un gran éxito cuando se estrenara, y se decía que todos los participantes que la protagonizaban eran actores famosos.
Por lo tanto, el diseño del vestuario de esta película sería una tarea que no debía subestimarse.
Ahora, la empresa había dado este proyecto a Mariana, lo que demostraba que la empresa confiaba mucho en ella.
Pero la empresa no sólo confiaba en ella, sino que también creía en la capacidad de Mariana, por lo que accedió gustosamente.
Mariana estaba aún más segura de cumplir esta tarea al obtener el apoyo de sus compañeros, e inmediatamente buscó varios materiales sobre la ropa del siglo XVIII para estudiar y ampliar sus conocimientos.
No se sabía cuánto tiempo pasó. Mariana miró el reloj de pulsera y se dio cuenta de que era hora de salir del trabajo.
Mariana condujo de vuelta a casa. La villa, que se situaba en los suburbios, parecía especialmente silenciosa en el crepúsculo.
«Es muy tarde, ¿aún no ha regresado?»
Un rastro de pérdida apareció en los ojos de Mariana.
—Señora, has vuelto.
Cuando la criada la vio entrar, se apresuró a acercarse y a saludar con preocupación. Ella asintió con la cabeza como respuesta, y parecía estar ligeramente agotada.
—¿Quiere algo?
—Prepárame un sándwich, por favor, mándalo al pequeño estudio, luego puedes ir a descansar, ya se hace tarde.
Tras decir esto, Mariana se dio la vuelta y subió las escaleras.
Normalmente él era tan fría e indiferente, no se sabía por qué dudaba por un asunto tan trivial.
«¿Será que hoy se ha dormido temprano?»
No pudo evitar caminar hacia el piso superior, pensando en verla pronto.
Pero cuando llegó al primer piso, vio una débil luz en un pequeño rincón.
Era el pequeño estudio de ella.
Leopoldo siguió la luz y se dirigió a la puerta, que no estaba cerrada completamente. Levantó la mano y llamó a la puerta, pero nadie respondió durante un buen rato.
«¿Qué le pasa?»
Leopoldo empujó inconscientemente la puerta, sintiéndose un poco nervioso.
Pero la escena que tenía delante le dejó ligeramente aturdido.
Mariana estaba tumbada en la mesa, con la cabeza abajo, a su lado estaba encendido el ordenador y un bocadillo fría en el plato sobre la mesa.
Leopoldo se acercó y vio que ya estaba dormida. La tenue luz brillaba en su bello rostro, haciendo que su delicada cara pareciera aún más hermosa.
Tenía que admitir que era hermosa, con unos ojos lindos, y aunque tenía los ojos cerrados, eso no le restaba belleza en absoluto.
Leopoldo atenuó las luces del estudio y, quizá al sentir el cambio de luz, los párpados de Mariana se movieron un poco.
La miró, y se ablandó cuando recordó la forma en que ella lo había defendido esa noche.
Leopoldo la levantó suavemente, Mariana frunció el ceño con insatisfacción y se movió entre sus brazos, pero no se despertó.
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