Desde un matrimonio falso romance Capítulo 410

—Leopoldo, ¿qué estás haciendo? —Mariana miró al hombre que tenía debajo. En su corazón, sólo pensaba que ese hombre estaba loco por actuar así.

Mariana no quería comprobarlo.

Tras su último duelo, había perdido la fe en el asunto del embarazo. Fue un shock tan grande que nunca en su vida se había atrevido a pensar en uno.

Quería rendirse, pero Leopoldo no quiso.

—Vamos a comprobarlo y lo sabremos todo.

Leopoldo colocó a la mujer suavemente en el coche con infinita ternura. Miró a la mujer con ánimo en los ojos.

No iba a dejar que Mariana se fuera sola, siempre estaría ahí para ella.

—¿Y si no hay?

Mariana podía ver ese anhelo en los ojos de Leopoldo. Desde la perspectiva de Mariana, nunca había visto ese tipo de anhelo en sus ojos.

Una exhibición así bastaba para demostrar que el hombre realmente quería tener hijos.

Si el estómago de Mariana no funcionaba, Leopoldo temía que él también se sintiera especialmente decepcionado. Mariana no quería verlo decepcionado, y no quería ver esa imagen en absoluto en este momento.

—Si no, sigamos intentándolo —los ojos de Leopoldo se posaron en el cuerpo de Mariana y dijo con firmeza.

Al ver al hombre decir esto, el corazón de Mariana se conmovió y se preocupó al mismo tiempo. Estaba tocada de que Leopoldo pudiera hacer suficiente preferencia por su bien. En cuanto a la preocupación, también le preocupaba que Leopoldo se sintiera decepcionado.

Los niños eran algo que no se podía forzar.

—Relájate, piensa en ello como un chequeo común —dijo con preocupación.

Mariana respiró hondo y dejó que su corazón se calmara lentamente.

—Vale, te escucharé —Mariana sonrió y dijo alegremente.

Después de que Leopoldo calmara a Mariana, subió al coche. Sus ojos se posaron en el cuerpo de la mujer, llenos de una infinita sensación de cariño y expectación.

Mariana se tocó inconscientemente el estómago, esperando que las cosas fueran como quería Leopoldo.

Conduciendo hacia adelante, Leopoldo era muy gentil, Mariana nunca había visto un lado tan gentil antes. Su mirada se posó en Leopoldo y sus ojos se llenaron de placer.

Este aspecto no parecía una visita para comprobar.

Por el contrario, le dio a Mariana la ilusión de que los dos parecían haber recibido buenas noticias del hospital y acababan de salir de él. Al contemplar el aspecto de Leopoldo, el corazón de Mariana se sintió más reconfortado que nunca.

—Mantente cerca de ellos.

El hombre que iba en uno de los coches detrás de él no habló hasta que el coche hubo avanzado unos instantes.

Mientras conducía, Leopoldo miró por el retrovisor y sintió vagamente que algo no iba bien. Aunque no había nadie detrás del coche, el corazón de Leopoldo siempre sintió que algo iba mal.

—¿Qué pasa? —Mariana vio el ceño fruncido del hombre de la espada y no pudo evitar resoplar.

Leopoldo retiró la mirada y aceleró inconscientemente.

—Está bien.

Ocultó la preocupación en su corazón lo mejor que pudo, pero no bajó la guardia en su mente.

Parecía que alguien le seguía.

—¿Hay alguien ahí detrás?

Mariana estaba diciendo, por lo que miró detrás de ella. Estaba a punto de mirar hacia atrás cuando realmente vio un coche detrás de ella que los seguía a los dos. El coche parecía seguirlos claramente.

Mariana estaba asustada y un poco preocupada.

—Leopoldo, alguien realmente nos está siguiendo por detrás.

El corazón de Mariana estaba tan preocupado que no pudo evitar decirlo. Era difícil creer que el coche no viniera a por Leopoldo.

Pero los enemigos de Leopoldo son, de hecho, muchos.

Lo único que preocupaba ahora a Leopoldo era Mariana, no importaba la gente que se le echaba encima. Pero en ese momento, todavía estaba Mariana en el coche, así que Leopoldo tenía algo de qué preocuparse.

—Mariana, date prisa y siéntate —los ojos de Leopoldo se posaron en el cuerpo de Mariana y dijo preocupado.

Leopoldo miró la carretera e intentó acelerar para ganar tiempo a Mariana.

Los ojos de Mariana se abrieron con incredulidad ante sus palabras.

«¿Cómo que ir sola? Dos personas es el mejor plan.»

Mariana miró a Leopoldo con la oposición escrita en su rostro.

—¡No, no quiero!

Ella no se atrevía a aceptar esta elección.

Leopoldo miró a la mujer con determinación en los ojos.

—Si es por mi bien, tendrás que irte.

De lo contrario, ninguno de los dos podría escapar de la trampa del grupo que tenían detrás.

Además, Mariana bien podría ser dos personas ahora.

—¿Mariana?

Leopoldo miró a Mariana a su lado, casi suplicándole que cooperara con él. El tiempo se acababa, si Mariana no se iba, ninguno de los dos tendría la oportunidad de marcharse.

Sin siquiera pensarlo, Leopoldo frenó en seco.

—Leopoldo, tú...

La mirada de Mariana se posó en el cuerpo de la otra parte, sus ojos llenos de mucho desprecio. Estaba claro que los dos estaban dispuestos a salir para una inspección, así que ¿cómo habían acabado en esta situación?

Para Mariana, fue una sorpresa demasiado grande.

—Mariana, confía en mí, sin duda volveré sano y salvo.

La mirada de Leopoldo se posó en el cuerpo de Mariana y dijo con firmeza a la mujer. El corazón de Mariana se apretó y sólo pudo escuchar las palabras de Leopoldo.

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