Desde un matrimonio falso romance Capítulo 51

El hombre que tenía delante era anormal. Mariana estaba preocupada, se acercó a él y extendió la mano para tocar la frente del hombre y sentir la temperatura.

«No tiene fiebre.»

Luego le olfateó.

«Tampoco hay olor a alcohol.»

«Entonces, ¿qué le ha pasado?»

—Señor Durán, ya es tarde y todavía tengo trabajo que hacer. Si no tienes nada que hacer...

Las palabras no habían terminado.

Cuando Mariana reaccionó, el hombre ya la había presionado contra la puerta. El dolor en su espalda hizo que Mariana se diera cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Señor Durán? ¿Por qué me llamas Señor Durán ahora? No me llamas así en la cama.

Sus palabras estaban llanas de desprecio y la burla. El corazón de Mariana se estremeció ligeramente. No sabía qué quería hacer Leopoldo a estas horas,

—Aunque nos hemos casado por el contrato, hemos hecho lo que debe hacer un matrimonio. Por eso, Señor Durán, ¿qué quiere?

Sin embargo, el hombre que tenía delante frunció el ceño, y sus palabras estaban llenas de burlas y al mismo tiempo fueron extremadamente infantiles.

A Leopoldo le importaba mucho este trato.

Pero ella siempre había llamado así a Leopoldo antes, excepto en el banquete familiar, ella le llamó Leo, el resto del tiempo siempre le llamaba Señor Durán.

Mariana endureció su cuerpo, poniéndose en pie con dificultad entre los fuertes brazos del hombre, ella podía sentir el aliento del hombre. El aliento exhalado por el hombre hizo que su cara se pusiera roja y por eso ella era muy atractiva ahora.

Al estar tan cerca del hombre, el latido de Mariana se aceleró, y el fuerte latido de su corazón hizo que Mariana se sintiera como si estuviera desnuda frente a Leopoldo en ese momento. Ese pensamiento hizo que Mariana se avergonzara ligeramente.

En el instante siguiente, la mejilla caliente de Mariana sintió un toque suave. El hombre se acercó de repente y cerró los ojos. En este momento, el hombre ya no era tan frío como antes, y uno no podía evitar querer estar cerca de él.

Como si quisiera castigarla por su infidelidad, Leopoldo mordió a Mariana ligeramente.

Mariana se quedaba boquiabierta y su corazón palpitó fuertemente. Apartó a Leopoldo que estaba presionando sobre ella con un feroz empujón. Luego ella levantó la mano para cubrir su cara miró a Leopoldo con incredulidad.

El hombre se tambaleó ligeramente ante el empuje de Mariana y dio medio paso atrás. Luego miró fijamente a ella.

—Señor Durán, ¿qué estás haciendo?

El hombre levantó ligeramente el pulgar y se limpió los labios con fuerza que era como si quisiera borrar el contacto con ella.

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