Desde un matrimonio falso romance Capítulo 61

Las quejas sonaron en los oídos de Mariana, haciéndole fruncir más el ceño, se sintió confusa e incómoda.

Carlos observó la expresión de Mariana y sonrió. Luego miró a las modelos,

—Esta es la nueva diseñadora, os tomará las medidas, os preocupan los clientes del bar, a mí también.

Sin embargo, en su cara no se podía apreciar nada de preocupación.

Las modelos miraron a Mariana y ella las dejó observar, y luego dijo:

—Como el tiempo es precioso, démonos prisa en tomar medidas.

Tras decir esto, sacó de su bolso la regla blanda que llevaba consigo.

Cuando todo terminó, Mariana guardó el cuaderno y la regla en su bolso, y suspiró de alivio.

Una mano grande y blanca con dedos largos se extendió de repente frente a ella, y cuando Mariana levantó los ojos, miró a Carlos.

—Entonces, Diseñadora Ortiz, ¡ojalá tengamos una feliz cooperación!

Mariana estiró la mano y respondió con una sonrisa:

—Pienso lo mismo.

Sin embargo, Carlos no la soltó la mano, tiró de su mano con fuerza y Mariana se lanzó sobre el amplio pecho del hombre.

Los dos estaban tan cercas que podría causar malentendido a los demás.

Enfadada, Mariana preguntó con voz fría:

—Carlos, ¿qué estás haciendo? ¡Suéltame!

El hombre se rio burlonamente y miró a la mujer en sus brazos, como si fuera a comérsela en el próximo momento.

—Tenemos una regla. Si quieres trabajar aquí, naturalmente, tienes que obedecerla.

Ella frunció el ceño y apoyó las manos en el pecho del hombre.

—Puedes decirlo directamente, ¿pero por qué hacer estas cosas?

Mientras decía eso, se esforzaba mucho.

De repente, el hombre le soltó la mano y Mariana no pudo evitar caer hacia atrás, dando varios pasos hacia atrás antes de poder estabilizarse.

En ese momento, el corazón de Mariana latía con fuerza.

—¿Cuál es la regla? —Mariana sólo quería salir de aquí rápidamente, así que preguntó directamente.

—No tenga prisa, venga conmigo.

Frunciendo el ceño, Mariana miró a Carlos, que estaba sonriendo, y se sintió incómoda, pero finalmente apretó los dientes y le siguió.

Los dos volvieron al sofá donde estaban sentados antes.

Carlos aplaudió, luego alguien se acercó y le entregó respetuosamente una copa. Carlos levantó la copa y vertió el vino tinto.

El hombre acercó la copa a la cara de Mariana, el líquido rojo estaba tan lleno que estaba a punto de desbordarse.

—Después de esta copa de vino, seremos socios.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Desde un matrimonio falso