Desde un matrimonio falso romance Capítulo 89

Mirando el cariño en los ojos de Xavier, Mariana estalló en llanto en un instante.

Las lágrimas brotaron de sus ojos con una determinación abrumadora, como si quisieran lavar todas las injusticias que había sufrido.

Xavier se congeló. La mirada en esta Mariana le causó un fuerte temblor al corazón y luego un ligero dolor se difundió por su cuerpo. Se inclinó hacia delante y abrazó gentilmente a la mujer, un abrazo que ya no era de la naturaleza bromista y coqueta del pasado, sino una calidez más real e increíblemente tierna.

Mariana tardó mucho tiempo en recuperar la compostura. Levantó los ojos con un leve sollozo y miró a Xavier. Su rostro se puso rojo y susurró en voz ronca:

—Gracias.

«Gracias por hacerme sentir que no soy un paria».

Al reencontrarse a sí misma, Mariana devolvió la determinación en su mirada. No importaba lo que le deparara el futuro, tendría que ser fuerte para hacer frente. Sólo que aún no había sido elegida, ¡no era que nunca lo fuera a ser!

La esperanza que surgió en sus ojos en un instante ardió violentamente, como la hierba que, después de un amargo viento invernal, brotaba tenazmente de la nieve y un día se crecería y se extendería por toda la tierra.

Los dos regresaron al plató.

—¿Estás bien?

No muy lejos del plató, Xavier se quedó mirando al personal que iba de un lado a otro. Su tono era un poco burlón y las comisuras de su boca se levantaron juguetonamente.

Sonó en sus oídos una respuesta calmada de Mariana:

—Sí.

No obstante, al instante siguiente, ella se volvió para mirarlo.

—Mejor que yo vaya primero, ¿no? Y tú vuelve más tarde. Después de todo, sabes que tengo mala reputación en el plató, si te quedas conmigo, me temo que...

No pudo evitar bajar la mirada y no volvió a hablar.

Con una sonrisa, Xavier alargó la mano con la que le rodeó los hombros y se le acercó con una burla:

—¿Qué? ¿Intentas deshacerte de mí? No sabía que la Señorita Ortiz era así.

Sus palabras revelaron un fuerte chiste.

Con eso, avanzó con su brazo alrededor de ella, como si no supiera el revuelo que sus acciones iban a causar realmente.

A Mariana se le cortó la respiración y giró la cabeza para mirarlo aturdida con los ojos muy abiertos, de tal manera de que parecía el único en el mundo.

Resultó que sólo era ella la que había sido tímida y débil, la que siempre había prestado atención a la forma en que la veían los demás.

Por fin, ella terminó de arreglar sus emociones y volvió a esbozar una ligera sonrisa. Lo único que sintió era un calor por todo su cuerpo. Extendiendo la mano, apartó la de Xavier de sus hombros y dijo:

—Aun así, tampoco puedes aprovecharte de mí.

Tras bromas mutuas, Mariana mostró una brillante sonrisa y tomó la delantera para caminar hacia el plató.

Xavier se quedó atónito y luego se le escapó risa. Sacudió un poco la cabeza con impotencia antes de seguirla.

Los dos sólo caminaron uno al lado del otro entre la multitud y así condujo una grande sensación.

—Mariana es demasiado sinvergüenza. Después de lo que ha pasado, todavía se atreve a quedarse con el Señor Bolaño tan abiertamente. ¿También quiere meterlo en problemas?

—Sí, ¿crees que está intentando desprestigiar la reputación del Señor Bolaño? Si este asunto es conocido por sus decenas de millones de fans... ¡Madre mía! ¡No quiero ni pensar en ello!

—Pero, ¿no te parece que es muy guapa la mirada amable y cariñosa con la que el Señor Bolaño sonríe hacia Mariana? ¡Es como una novela romántica entre un actor famoso y una diseñadora desconocida!

Todo tipo de parloteo colmaba sus oídos, pero Mariana lo ignoraba. Caminó lentamente entre la multitud hacia la sala de vestuario para despedirse de Xavier.

—Gracias de todos modos.

La voz sincera en los oídos le dejó a Xavier que sus ojos se volvieran brillantes al instante. Se inclinó hacia Mariana y habló con una sonrisa:

—No hay necesidad de agradecerme de nuevo. Si realmente quieres hacerlo, invítame una cena algún día.

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