Despertando el Amor Olvidado romance Capítulo 1

"Antes de que Rosario llegue, aproveché para preguntarte por última vez a Alfredo Frausto... si un día recuperas la memoria, ¿no te arrepentirás de cómo has tratado a Karla?".

Al escuchar eso, la mano de Karla Ortiz que estaba a punto de abrir la puerta se detuvo.

"En el mejor de los casos, Karla no es más que una exnovia despreciable, y aunque yo no debería interferir en si quieres protegerla o no, por el bien de nuestra relación fraterna, por favor no la menciones frente a mí y Rosario, ¡me repugna!".

Al escuchar los insultos de Alfredo hacia Karla, la voz de Abel Cruz se elevó sin control. "¡Fue tú quien insistió en casarse con ella y luego tuvieron un accidente de auto de camino a casa! Si no hubiera sido por ella que te protegió... ¿cómo habría terminado en coma en un hospital durante dos años? ¡Ella al menos es tu salvadora y legalmente tu esposa! ¿Cómo crees que se sentirá ella después de que esparciste fotos de ella en la cama por toda la Universidad Solara?".

"Según lo que dices... si no hubiera sido por mí que la saqué de las montañas y la acogí en la familia Frausto, la familia Ortiz la habría torturado hasta la muerte hace tiempo. ¿Acaso no es un debe de ella protegerme en el accidente como agradecimiento? ¿Qué época es esta para seguir con esa actitud de esperar gratitud? Ella no tuvo ni la decencia de resistirse a drogarme y meterse en mi cama, ¿y crees que yo estoy equivocado por advertir a otros con sus fotos desnudas? ¡Si no fuera porque Rosario me pidió clemencia, la habría destruido!".

La voz perezosa de Alfredo llegó desde dentro de la habitación.

Sólo por el tono, Karla pudo imaginar su expresión de ceño fruncido, irritada y desdeñosa.

En el pasado, Alfredo la había protegido y amado con pasión desenfrenada.

Por eso Karla sabía que, como su exnovia atrevida que le había drogado y herido a la mujer de su corazón, las medidas de represalia de Alfredo, el malvado de Solara, en realidad habían sido moderadas.

Karla sintió un nudo en la garganta.

Su Alfredo nunca cuestionaría su carácter, ni mucho menos difundiría fotos para herirla.

El Alfredo que la amaba profundamente había muerto en aquel accidente de auto hace cuatro años.

Ella había escuchado cómo se quejaban a sus espaldas, deseaban que ella nunca hubiera despertado.

Tenía que admitir que ni en el caso de Alfredo ni entre sus amigos era insustituible.

En los dos años que había estado en coma, todo había cambiado.

Respiró profundamente, se enderezó y arregló su cabello, como un soldado que se dirigía al campo de batalla, y abrió la puerta.

Alfredo alzó la mirada y, al ver que la recién llegada era Karla, chasqueó la lengua con evidente disgusto, no ocultó su aversión hacia ella. Miró a Abel y preguntó con frialdad: "¿La trajiste tú?".

"Karla, ¿por qué has venido...?". Abel no esperaba que Karla apareciera, así que se levantó y la llamó con preocupación.

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