Después de Traicionado romance Capítulo 11

Mirella

Después de no sé cuánto tiempo, porque me parecieron horas, veo a los paramédicos llevar a Mateus a la ambulancia, está todo atado a una camilla, y aún de lejos puedo ver que tiene la cara magullada.

Patrícia fue examinada en la ambulancia y luego dada de alta, solo tenía algunos moretones, después de todo, el lado afectado era Mateus, quien, para colmo, no llevaba cinturón.

Le pedí al paramédico que le aplicara un tranquilizante, ya que la demora en sacar a Mateus del auto la puso muy nerviosa, cuando finalmente lo sacaron, ya estaba afuera en el asiento del auto de Marcos.

Corro hacia la ambulancia y no puedo contener las lágrimas, Mateus es alto, mide más de un metro ochenta, su cuerpo es atlético, es fuerte, pero verlo allí, inmóvil, pálido y todo magullado, luciendo tan frágil me parte el corazón. Así que tomo su mano y susurro.

—¡Cuídate, por favor, te amo!" —

— Niña, tenemos que irnos, ¿alguien te va a acompañar en la ambulancia? —

El paramédico me interrumpe interrogando y en eso Marcos se acerca respondiendo prácticamente conmigo.

— Creo que no.... —

— Yo voy. —

— ¿Estás segura princesa? ¿Si pasa algo en el camino? Será muy difícil para ti. —

—No importa, no te dejaré sola, vete a tu casa, cuando Paty despierte la llevarás al hospital. —

—Princesa, no creo que sea una buena idea que vayas en la ambulancia, es posible que no llegue al hospital y no será bueno que veas esto sola. —

— No será bueno para él ir solo.' Iré con él Marcos, no sirve de nada insistir. —

— Está bien, pero voy a llevar a Pat a casa e ir al hospital. —

Me subo a la ambulancia, poniéndome cómodo donde me indica el paramédico, apenas le ponen el acceso, tomo la mano de Mateus y voy todo el tiempo acariciando su mano, ya que es lo único que puedo hacer para no molestar a los paramédicos. , porque mi voluntad es el abrazo y el beso, prometiéndole que todo saldrá bien.

Al llegar al hospital, nos separan, y corren con él adentro, respiro hondo mientras mis lágrimas ruedan, pero aun así, sigo en busca de noticias de Miguel, me acerco a la recepción. —

— Disculpe, acaban de traer a un señor llamado Miguel S… —

Me interrumpe la recepcionista.

— Ah, sí, es del señor Miguel Soares de quien habla, ¿no? Es conocido aquí, hace trabajo voluntario leyendo para pacientes, déjame comprobar, un momento. —

— OK gracias. –

La veo mirándome con curiosidad, creo que va a cuestionar quién soy.

— Tranquila, está bien, no pude, pero te digo, ya lo trasladaron a una habitación, pero no puede recibir visitas, solo se libera al acompañante. —

—¿Es posible que hable con su escolta?" —

— Un momento. —

Coge el teléfono y, por lo que entiendo, está hablando con Leonardo.

— Él va a venir aquí y hablar contigo". —

— Muchas gracias, Carina. —

Fuerzo una sonrisa para la chica que fue tan atenta y amable conmigo, se sorprende de que haya prestado atención a su nombre cuando se lo dijo a Leonardo por teléfono y me sonríe amablemente.

Me siento a esperar, pongo las manos en mi cabeza y miro al suelo, tratando de no llorar más, pero es inútil. A los pocos minutos aparece Leonardo y corro abrazándolo, en cuanto apoyo la cabeza en su pecho me derrumbo en un sentido llanto, pero aún entre los sollozos logro preguntar.

— ¿Cómo está Miguel? —

— Tranquilo, va a estar bien, sufrió un derrame cerebral, tiene secuelas, pero posiblemente se recupere. ¿Y Mateo? ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás aquí solo? —

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